EL CANDIDATO DE LA OLIGARQUÍA TAMBIÉN ES CORRUPTO…
En México existe una oligarquía. Según la Academia de la
Lengua, la oligarquía es una “forma de gobierno en la cual el poder político es
ejercido por un grupo minoritario”. También la define como un “grupo reducido
de personas que tiene poder e influencia en un determinado sector social,
económico y político”.
Por supuesto, en México existe un
grupo reducido de personas con poder e influencia que ejerce el poder. Es un
grupo minoritario que influye en todos los partidos, en los gobiernos, en los
medios, en todas las ramas de la acumulación de capital, en las universidades,
en las redes sociales, los deportes, el espectáculo, el crimen organizado y el
lavado de dinero.
Pues bien,
la oligarquía en México ya tiene candidato. Se llama José
Antonio Meade Kuribreña, actual secretario de Hacienda del gobierno de Enrique
Peña Nieto y que empezó el sexenio como secretario de Relaciones Exteriores.
Como se sabe, Meade es uno de los pocos políticos transexenales y
transpartidarios. Fue miembro del gabinete del panista Felipe Calderón y ahora
trabaja en un gabinete priista.
Su don de ubicuidad se debe a que
Meade forma parte de la camarilla tecnocrática que ha
tomado las riendas del Estado mexicano desde hace tres décadas. No importa el
partido, la orientación ideológica, incluso no importan los resultados
electorales (el mentado voto popular), esta camarilla tecnocrática ha tomado
las principales decisiones de política económica y social en este país:
explotar la fuerza de trabajo supuestamente para atraer inversiones privadas
(capital), privatizar las empresas estatales, poner a la venta y explotar los
bienes comunes nacionales, despedir trabajadores estatales, eliminar
prestaciones sociales, privatizar las pensiones, condenar a la sociedad a pagar
deudas públicas que nunca terminan de pagarse, rescatar a los banqueros y olvidar
a los ahorradores de cajas populares o damnificados por huracanes o sismos.
José Antonio Meade, nacido el 27
de febrero de 1969 en la Ciudad de México, es un economista formado en el
Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), una escuela fundada y
mantenida por empresarios que se ha convertido en la principal formadora de la
tecnocracia nacional; luego se doctoró en economía en la Universidad de Yale.
Desde hace unos meses es obvio
cómo se está montando una operación política de gran calado para imponer a
Meade como candidato del PRI y, posteriormente, en la presidencia de la
república.
¿En qué consiste esa operación política? en posicionarlo
como un aspirante en crecimiento en las supuestas encuestas de opinión; en
declaraciones positivas hacia el actual secretario de Hacienda por parte de
dirigentes empresariales, políticos, dirigentes sindicales, opinadores,
académicos, organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional
(FMI) o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Se pueden registrar los trazos de esta
operación política de la oligarquía mexicana para imponer a Meade,desde
que el PRI modificó sus estatutos para permitir postular como candidato
presidencial a un político que no sea militante de ese partido en agosto
pasado. Desde esa fecha puede registrarse una mayor presencia en medios
comerciales de información de este personaje, incluso en temas que no
necesariamente son de su competencia directa; sus repetidas visitas al Senado,
una agenda de actividades en diversos espacios: de gobierno, legislativos,
académicos, empresariales. A esto se suman las declaraciones a favor de Meade
por personalidades de la oligarquía como Claudio X. González del mundo
empresarial, o Joel Ayala, de la corrupta élite de caciques sindicales del país.
¿Por qué Meade? Porque este
economista formado en el ITAM es el candidato ideal de la oligarquía nacional,
porque es un político que cuenta con respaldo de la partidocracia tradicional.
TIENE RESPALDO DEL PAN, DEL PRI Y DE MUCHOS PERREDISTAS QUE APUESTAN
TODO PARA IMPEDIR QUE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR GANE LA PRESIDENCIA DEL PAÍS.
Meade, que hasta maneja su propio auto
híbrido, puede caer simpático a la generación millennialdespolitizada y más
interesada en un mundo de vida nihilista y consumista que en la transformación
del país.
Y no importa si la sociedad, o el
mercado electoral, no ven simpático a este tecnócrata. La maquinaria política y
de dominación priista sabe cómo imponer candidatos impopulares, tal como lo
acaba de hacer en el Estado de México. Los comicios de junio de este año en esa
entidad fueron un ensayo de lo que se impondrá en las elecciones presidenciales
de 2018.
Meade garantiza
a la oligarquía mexicana la continuidad de las políticas económicas y de dominación que han enriquecido a una minoría, han
privatizado las empresas estatales y entregado a corporaciones privadas los
bienes comunes nacionales, a costa de mayor explotación, despojo, represión y
desprecio a la mayoría de la sociedad.
Si tengo razón
en este recuento de hechos, dentro de un año José Antonio Meade se
estará preparando para tomar protesta como presidente de México. Eso sí, con un
país convulso y elevado antagonismo social, harto de la oligarquía nacional que
impone sus decisiones a toda la sociedad.
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