Masacres,
incineración de cuerpos, colusión de autoridades. Exintegrantes de los Zetas
declararon en tribunales de EU cómo el crimen controló todo en Coahuila durante
6 años.
Alberto Nájar BBC Mundo, Ciudad de México
noviembre 6 2017
Reclutamiento forzado de adolescentes para convertirlos en
sicarios. Pueblos arrasados por completo. Cientos de personas incineradas.
Es el camino que, durante al menos seis años, el
cartel de narcotráfico de Los Zetas siguió para controlar la vida de cientos de
miles de personas en Coahuila, en el noroeste de México.
En tres juicios
realizados en tribunales de Texas, Estados Unidos, exintegrantes de la
organización revelaron detalles de masacres, sobornos a policías,
alcaldes y funcionarios de dos gobiernos estatales.
Los Zetas, señalaron
los testigos, controlaron varias cárceles del estado e incluso en una de ellas,
la de Piedras Negras, incineraron a por lo menos 150 adversarios.
Entre 2007 y 2013, en
Coahuila hubo asesinatos atroces. Cientos de personas fueron despojadas de sus
propiedades. Un número desconocido de adolescentes fueron forzados a
convertirse en sicarios y más de 1.600 personas desaparecieron.
El resultado: una de
las peores épocas de violencia de su historia. Las consecuencias aún
siguen vivas.
“Fue un infierno pero
todavía lo padecemos día a día, noche a noche”, le dice a BBC Mundo
María Elena Salazar, de la organización Fuerzas Unidas por Nuestros
Desaparecidos en Coahuila (FUUNDEC).
Hace ocho años
desapareció su hijo Hugo Marcelino González en Torreón, la ciudad más próspera
de Coahuila. Desde entonces no hay noticias de su paradero. Fue una de las
víctimas de la invasión que Los Zetas emprendían en el estado. “Mi hijo desapareció
justo en ese tiempo, durante esa ola de violencia”, recuerda.
Información clave
La construcción del infierno
en ese estado mexicano que revelan los testimonios en los tribunales texanas,
se reúne en el informe “Control…. Sobre Todo el Estado de Coahuila” presentado
este lunes en Ciudad de México.
Fue realizado por la
Clínica de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Texas, en colaboración con el Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray
Juan de Larios de Coahuila.
El documento analiza
los juicios contra exintegrantes de Los Zetas en las cortes de Austin, San
Antonio y Del Río, Texas. Los procesos se realizaron entre 2013 y 2016. A los
detenidos se les acusó de asesinato, conspiración para importar drogas y armas,
así como de lavado de dinero.
Todos los acusados
recibieron sentencia. Pero lo más valioso, dice el informe, es que los
interrogatorios permitieron conocer la forma cómo el cartel, uno de los más
violentos de América Latina, estableció un control casi total en varias
regiones del estado.
Y un dato poco
conocido: en los juicios surgieron datos sobre personas desaparecidas, algunas
incluso desde hace varios años.
Es información que
puede ayudar a resolver muchos casos, le dice a BBC Mundo Ariel Dulitzky,
director de la Clínica de Derechos Humanos.
“El gobierno de
Estados Unidos tiene información que debería compartir al gobierno mexicano y a
organismos independientes de la sociedad civil”, subraya. “Permitirían
esclarecer violaciones a derechos humanos”, especialmente casos de personas desaparecidas.
Policías cómplices
El mayor control de
Los Zetas se realizó en municipios vecinos a la frontera con Estados Unidos. Y
para conseguirlo, refieren los testigos en los juicios, compraron el
apoyo de las policías municipales, del gobierno estatal y algunas del orden
federal.
Un ejemplo del
control territorial que consiguieron fue la cacería de un excolaborador
identificado como “El Tucán”, a quien acusaron de colaborar con la Secretaría
de Marina.
A mediados de 2012,
señala el testigo Saúl Fernández en el juicio realizado en San Antonio, el
cartel estableció retenes en cada calle de Piedras Negras, y revisaron a todas
las personas que entraban o salían de la ciudad.
Y todo en presencia
de la policía local. Cuando se preguntó Fernández que hicieron los agentes,
Fernández respondió: “Bueno, actuaban como que no estaba pasando nada”.
También establecieron
una red privada de comunicaciones, con cientos de antenas retransmisoras en
edificios, locales comerciales o en los cerros cercanos.
A los únicos a
quienes temía el cartel era a los marinos, señala el testimonio. Y para
evadirlos los jefes del grupo utilizaban helicópteros oficiales, asegura el
testigo Rodrigo Uribe Tapia en el juicio de San Antonio.
Además de la
colaboración policíaca el grupo consiguió el apoyo de políticos locales, e
incluso a algunos les financiaron sus campañas electorales.
A cambio de este
apoyo Los Zetas obtenían protección policíaca, pero también contratos para
obras públicas, no sólo en municipios o el estado sino con empresas federales
como Pemex o la Comisión Federal de Electricidad.
Algunos se asignaron
a la empresa ADT Petroservicios encabezada por Francisco Colorado Cesa,
“Pancho”, quien fue sentenciado en uno de los juicios de Texas. Pero también
crearon decenas de negocios, e incluso los testimonios refieren que controlaron
centros comerciales enteros en Piedras Negras.
Esos lugares se
utilizaron como casas de seguridad o sitios para intercambiar dinero, drogas y
armas. Otro refugio para los miembros del cartel fueron las prisiones que en
algunos casos, como la cárcel de Piedras Negras, se utilizaron sólo como
dormitorios.
Po ejemplo, el
testigo Uribe cuenta que, durante el día, miembros de Los Zetas que eran
reclusos podían salir y entrar de la cárcel sin problemas.
Hachas para asesinar
Pero además de la
colaboración de autoridades, la manera más efectiva de controlar parte de
Coahuila fue el terror. El caso más conocido fue el asesinato de 300
personas en el pueblo de Allende, entre marzo y abril de 2011. Muchas de
las víctimas fueron incineradas en el lugar.
- México: así ocurrió la brutal y olvidada masacre de
Allende, una de las más sangrientas de Los Zetas
Fue una serie de
ataques en venganza porque algunos exintegrantes del cartel empezaron a
colaborar con el gobierno de Estados Unidos. De la masacre nada se supo durante
varios años, y aún ahora no se conoce por completo lo que sucedió.
“Muchas muertes. (Los Zetas)
incluso comenzaron a matar a familiares en Allende, y Piedras Negras, y Músquiz
y Sabinas. También me querían matar.
AFP/YURI CORTEZ
La forma como asesinaban a sus víctimas era
atroz, señalan los testigos. A varios los desmembraron vivos con un
hacha, el primer golpe en una de las rodillas.
Muchas veces las
personas asesinadas eran inocentes. Eran sentenciadas a muerte por la simple
sospecha de que colaboraban con los rivales o las autoridades.
Eso ocurrió con
cuatro niños que vendían periódicos en Piedras Negras. El responsable de la
masacre fue Marciano Millán Vázquez, conocido como “Chano” y uno de los
principales jefes del cartel en la región.
Los restos de las
víctimas generalmente eran incinerados o deshechos en ácido. Los Zetas llaman a
este método “cocinar”.
“Es muy triste, muy
triste”
Los Zetas ya no
mantienen un control total de Coahuila como el que se documentó en los juicios
en Texas. El cartel es uno de los más afectados por el combate de las
autoridades. Prácticamente todos sus fundadores, exmilitares de élite, murieron
o están detenidos.
La organización solo
tiene presencia en una parte de Tamaulipas, Coahuila, Veracruz y Tabasco. Antes
controlaban el tráfico de drogas, secuestros de migrantes y extorsión a
empresarios en diez de los 32 estados de México.
Pero la huella que
dejaron en su cuartel general, la zona norte de Coahuila, no se borra. Sobre
todo para las familias de personas desaparecidas.
“Es muy triste, muy
triste y doloroso para nosotros”, dice Salazar, “no se valen las respuestas que
tenemos, lo que nosotros pedimos y exigimos es que busquen vidas.
No son cosas, no son objetos. Son miles de vidas”.
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