Ugo Codevilla Cientista político
Si nos preguntamos la razón de fondo de la situación mexicana debemos destacar dos fuentes altamente interdependientes, la nacional y la internacional. Las dos interactúan y estimulan, creando un solo impulso que afecta el libre desarrollo del Estado-nación. Al final y como no podía ser de otra manera, el conflicto concluye por ser uno de Estado.
El poeta Javier Sicilia lo define bien: ¡todo está podrido! Y su voz resuena en todo el territorio nacional.
Primero había sido el padre de Fernando Martí (joven asesinado luego de ser secuestrado) que instó a las autoridades a renunciar si no podían asegurar la vida de los ciudadanos y luego, Sicilia que declara lo antes citado, subrayando con ello, que los funcionarios involucrados ni cumplen ni se van. Como se suele decir en el medio político azteca: vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.
Sin duda, hay una declinación funcional del gobierno en tanto cabeza de la sociedad. A cambio, se fortalece la idea de que todo es mercado, espacio donde los habitantes de ese vasto territorio, deben encontrar las respuestas a sus necesidades. Educación, salud, seguridad, todo cuesta. Existen instituciones que las atienden, pero cada vez de menor calidad. Así que si se quiere la adecuada, hay que resignarse a sacar la billetera.
Mientras tanto, el gobierno está convencido de que el problema no es el modelo económico, sino que todos deben poseer los ingresos suficientes para adquirir lo necesario en el mercado. De esta manera, fomenta la inversión; primero privatizando muchas de las empresas que fueron públicas y segundo, permitiendo todo tipo de abusos de los inversores (IED) con tal de que aterricen con sus salvíficos capitales.
Como estas empresas recalan a fin de obtener súper ganancias, apremian al gobierno para que les provea de las mayores ventajas, diluyéndose paulatinamente el Estado de Derecho. Luego de treinta años de tal compresión, el resultado está a la vista. Hambre, desocupación y mucha violencia. Por los sucesos recientes, debe colegirse que los mexicanos no podemos asistir tranquilos ni a presenciar un partido de fútbol por temor a las balaceras.
El modelo aperturista y globalizador se convierte en suelo azteca, en algo más que la teoría. En una asociación altamente controversial con la nación que hoy amenaza al mundo entero. Aquello de que no hay que acercarse al tiburón si uno es un pez chico.
Porfirio Díaz (figura mítica sin duda) expresó para la posteridad una frase definitivamente inquietante: Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos; y no se equivocó ni tantito, como dicen en aquella tierra. Desde que se formó el TLC, la paralización de la vitalidad económica es la constante, tanto así que el crecimiento de las últimas tres décadas salda un angustioso cero. La equidad ha sido desterrada. Según datos creíbles, el 40% del ingreso va a parar a los bolsillos del 10% de los mexicanos. Asimismo, el 10% de la riqueza nacional recae en el 1% de la población; mientras que el 40% de los habitantes de ese país, sobrevive con el 17% de dicho Ingreso. Por si quedara alguna duda, el ingreso per cápita de los más ricos es de más de 60 mil dólares contra 600 dólares de los más pobres, o dicho de otra manera, más de 40 millones de mexicanos sobreviven con el 1% del ingreso de los más afortunados.
Otro dato relevante para imaginarnos la tensión social, es el que nos informa el economista Julio Bolvinik (reconocido columnista de La Jornada) cuando asevera que la pobreza abraza a 80 millones de personas de los 107 millones de la población total.
En medio de la pobreza galopante, los mexicanos celebran que cuentan con el hombre más rico del mundo, don Carlos Slim, con un capital de 75 mil millones de dólares según Forbes, y de 85 mil millones de billetes verdes, según la prestigiosa académica del CIDE, Denise Dresser. De esta manera, este simpático ricachón, posee más del doble del PIB de Uruguay.
Con el Estado de Derecho violentado por este esponjamiento de la necesidad de lucro de las grandes empresas nacionales e internacionales, sucumbió la Constitución y muchas de las garantías que ella posee. De la misma manera, se debilita el republicanismo y como una de sus consecuencias, la democracia se transforma en un esperpento.
En Chiapas se gobierna bajo el signo del PRD ("izquierda") por quien acababa de concluir su periodo como presidente municipal priísta de la capital (Tuxtla Gutiérrez). Otro tanto ocurre en Guerrero, gobernada bajo el signo de ese mismo partido, por alguien que había sido gobernador interino de ese estado, aunque por el Partido Revolucionario Institucional.
En cuanto al PRI, su presidente Humberto Moreira acaba de dejar la gubernatura del estado de Coahuila, instalando en la silla (luego de unas controvertidas elecciones) a su hermano. Es decir, un hermano sucede al otro. Y en cuanto al PAN, la actual candidata a la gubernatura de Michoacán, es la hermana del actual presidente de la República.
Como si lo anterior fuese poco, hay más pruebas de la desnutrición de la democracia y la disolución de la ciudadanía. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) es gobernado (por secula seculorum) por quienes han reducido su afiliación de 8 millones a menos de 2 millones. Sin desdeñar, que la propuesta de su dirigencia hasta hace poco, era llegar a las próximas elecciones federales del 2012, en alianza con el PAN (un partido de derecha aliado al PP de España).
Indudablemente y tal como aseveró Javier Sicilia, en México ¡todo está podrido!
No hay comentarios:
Publicar un comentario