Por: José Miguel Cobián
Hay movilizaciones de organizaciones de derecha, particularmente católicas, para presionar a los ministros de la suprema corte de justicia de la Nación, en su definición del momento en que un feto, un cigoto, un esperma-óvulo se convierte en persona con derechos.
En el caso del D. F. la legislación establece que este momento se da cuando se cumplen las 12 semanas de gestación, en otros estados del país, más conservadores, el momento de la fecundación se considera como el punto en que un esperma y un óvulo se convierten en persona.
La suprema corte lo que busca es presentar una definición legal e igual para todo el país, conforme a las actuales leyes de nuestro país, en particular la Constitución Política. El resto es manipulación, propaganda, y pelea por ideas políticas y religiosas.
En lo personal me llama la atención la manera como históricamente las religiones han insistido en obligar al resto de la población a cumplir con sus ideas y mandamientos, sin respetar la libertad del individuo. Todavía no puedo olvidar aquélla niña en Baja California que fue violada y embarazada, a la que los grupos anti aborto amenazaron hasta con cárcel y excomunión, con tal de que no se deshiciera del producto de aquél acto tan antinatural, y que hoy seguramente carga con un hijo al que no quiere, no deseó jamás, y representa un enorme peso en la extrema juventud y soledad de la madre.
También me llama la atención el revisar textos históricos, sobre todo de historia de los integrantes de las religiones, y no encontrar esta pelea en otras épocas de la humanidad. Tal parece que el asunto del aborto es un tema de los siglos XX y XXI. Antes no había mucha preocupación al respecto, al grado de que con las obras del metro en el D. F. en antiguos conventos se encontraron cantidades enormes de cadáveres de fetos y niños recién nacidos, éstos últimos quiero pensar que nacieron muertos o murieron en las primeras horas de su vida. Tampoco quiero inventar perversidades.
Cuando veo esa enorme ola de caridad cristiana defendiendo a los esperma-óvulos, me pregunto entonces si el uso del DIU será un asesinato, o el uso de la píldora del día siguiente, que se usa en países mucho más avanzados que el nuestro.
Con los avances de la ciencia, creo firmemente que un aborto después de las doce semanas de gestación no debe llevarse a cabo. Sin embargo, no quiero imponer mis ideas a nadie, y respeto las de los demás. Al contrario, me gustaría también ver ese mismo fervor defensivo, ante los muertos que hay en nuestro país de inmigrantes extranjeros, quienes por cierto ya están vivos, y no veo olas de apoyo social a ellos. Tampoco veo ese mismo apoyo a tantos mexicanos que viven en pobreza extrema, y que sufren desnutrición, enfermedades y condiciones de vida infrahumanas.
Así podría yo continuar. Porque un país dónde hay tantas manifestaciones en un tema religioso, debería de vivirse día con día la caridad cristiana, el amor al prójimo. No habría tranza ni abuso, ni pederastia, ni alcoholismo, ni drogadicción… Pero como todo esto lo hay, me da la impresión de que este movimiento tiene mucho más de demostración del pulso político de las organizaciones de derecha, que preocupación por la vida del ser humano. Pues por cierto, hay una estadística espantosa de muertes de mujeres que al practicarse abortos clandestinos sufren esa suerte, o quedan para siempre con problemas de salud, pero… curiosamente a esas mujeres nadie las protege, salvo para obligarlas a tener un bebé que no desean a tal grado, que hasta su vida arriesgan.
Lo legal está separado de lo religioso, Gracias a Dios. Así que este tema tiene muchas aristas y mucha tinta habrá de correr en lo moral, lo legal pronto quedará aclarado. Ojalá que en lo religioso el fanatismo no triunfe, sino la tolerancia y la razón.
@jmcmex
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