11 de septiembre de 2011

El Baldón: El triunfo del mal

Por: José Miguel Cobián

     ¨No hay ni victoria ni derrota definitivas¨ José Miguel Cobián.

La definición que más gusta al autor sobre el mal, es la ausencia de bien. Partiendo de esta base, todo lo que no sea bueno, todo lo que haga daño es malo, y si medimos el siglo XX y lo que va del XXI, podemos afirmar claramente que el mal va triunfando sobre el bien con un escore muy abultado.

     En las entrañas mismas de la religión el mal ha triunfado. En la iglesia Católica y en el resto de credos vemos por doquier que el mal triunfa sobre el bien. La ausencia de caridad, de amor al prójimo, de cariño, de preocupación por los demás es evidente, incluso el daño a los más débiles e indefensos, ya sea con abusos de cualquier tipo, hasta los extremos de perversiones como la pederastia. Ministros religiosos más preocupados por su bienestar y por su relación con el poder y el dinero, en lugar de preocuparse por dar ejemplo de vida y caridad. 

     Los libros que más daño le han causado a la humanidad son la Biblia y el Corán, pues muchos de sus seguidores los han usado para hacer daño a los demás, considerando a ¨los otros¨ como seres que no merecen el mismo trato de ¨bien¨ que aquéllos que profesan sus propios credos. Curiosamente ambos libros hablan de la relación del hombre con la Divinidad, y del amor que debe de prevalecer en y entre el género humano.

     Si medimos el nivel de vida de los seres humanos, en general se considera que en estas épocas vivimos mucho mejor que en cualquiera de las anteriores. Sin embargo la desigualdad, el abuso del poderoso sobre el débil, son el pan nuestro de cada día. 

     A nivel mundial un año sí y el otro también, vemos tragedias como el terremoto de Haití, el maremoto en Japón y la hambruna en el cuerno de África. Poblaciones en sufrimiento y angustia brutal, que con un poco de lo que se gasta en el mundo para fabricar armas, podrían superar su estado de agonía.  Mencioné Japón pues le ha dado una muestra al mundo de lo que una sociedad civilizada puede hacer para abreviar el dolor de sus ciudadanos y enfrentar la adversidad.

     Tenemos a las potencias del mundo, decidiendo quien es bueno y quien es malo, según los intereses económicos de unos cuantos, llevando la guerra y destrucción a todos los confines del planeta. Ya sea con bloqueos como los que sufren Corea del Norte y Cuba, o con ataques directos como es el caso de Afganistán, Irak, Libia, etc., o estimulando movimientos ¨libertarios¨ que sólo convienen a los intereses de los poderosos de las grandes potencias, como ha sucedido en toda la primavera Árabe.
     A nivel México, vemos a muchos hermanos mexicanos involucrados no sólo en actividades ilícitas, sino en una descontrolada barbarie, en la cual no importa torturar, asesinar, desmembrar, como en los mejores tiempos de los sacrificios humanos, con el fin de obtener más dinero o más poder. Vemos a 52 millones de mexicanos en niveles de pobreza, y una nula distribución de la riqueza, la cual se acumula en unas cuantas manos, mientras la mayoría de la población sufre una vida que no debiera vivir, pero ni siquiera tiene conciencia de quien lo ha llevado a esa desgracia, ni cómo lograr un futuro mejor para sí y los suyos.  

     Dentro de la clasificación de mal que hoy comparto contigo amable lector, incluyo tanto la corrupción de la juventud con vicios y dinero, como la destrucción de su futuro, con políticas económicas que no permiten crear los empleos y la vida digna que esos millones de jóvenes requieren. Y también no hay que olvidar el mal que se les hace a tantos niños con una educación deficiente. Hoy que escribo, salió a la luz la noticia de que el 80% de los jóvenes de secundaria tienen deficiencias fuertes en español y matemáticas. Sutilmente se daña el futuro de todos ellos, al no darles las herramientas para poder aspirar a una vida mejor, y lo más grave es que esto sucede con la complacencia de los padres de familia, que consideran que su labor termina enviando a sus hijos a la escuela, sin evaluar la calidad de la educación que reciben, y mucho menos su nivel de aprovechamiento. 

     En mi opinión es tan grave darle a un pequeño drogas, abusar sexualmente de él, como darle una mala educación, pues en todos los casos, le desgracian su futuro.  Pero en México no vemos el mal aunque lo tengamos enfrente. 

@jmcmex

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