Adolfo del Ángel Rodríguez/La Serpentina
El trabajo de distracción realizado por las televisoras una vez más ha rendido frutos, pues acertadamente (una vez más), al más puro estilo de televisa concluyó el evento llamado La voz México, para lo cual se construyó una imagen humilde (fórmula aplicada en la emisión pasada) que se identificara con las masas, quienes angustiadas pedían que fuera él el ganador, ya que las masas necesitan ganar en algo.
Con la misma fórmula aplicada durante el Teletón, la televisora aprovecha las ganas de las masas de ser tomadas en cuenta, ya que ocupar un escenario no se da todos los días, por lo que darle al pueblo “pan y circo” parece seguir siendo la fórmula para la mercadotecnia, lo que asegura el rating dándole al pueblo un mártir, un albañil en este caso, de quien no se duda su talento, lo cual ha sido lo menos importante para la televisora, no así su condición social que es en donde la mayoría del pueblo mexicano centró su empatía.
Es increíble ver cómo quienes vieron tal programa no se percataron de la predictibilidad de la fórmula aplicada, la misma de la emisión anterior, que consiste en encontrar una imagen humilde y seguírnosla restregando en la cara hasta el hartazgo, como el humilde conserje ganador del programa pasado, quien después de haber servido para elevar el rating ha pasado sin pena ni gloria por el mundo del espectáculo.
Este, como otro tipo de programas que suben a los escenarios a la población más desprotegida, es lo que Vargas llosa llama la democratización de la cultura, la cual “se trata de un fenómeno altamente positivo, sin duda, que nació de una voluntad altruista: que la cultura no podía seguir siendo el patrimonio de una élite, que una sociedad liberal y democrática tenía la obligación moral de poner la cultura al alcance de todos, mediante la educación, pero también la promoción y subvención de las artes, las letras y todas las manifestaciones culturales”, lo que ha sido desvirtuado por las empresas del entretenimiento, puesto que abren los grandes escenarios que antes solo estaban destinados a unos cuantos, talentosos por cierto, pero que solo atraían a un público selecto, cerrado, debido a la calidad y al esfuerzo puesto en catapultar a un artista talentoso por el talento mismo, y no solo una imagen que no persiga otro fin que el rating y el dinero de los patrocinadores.
Pues bien, así las masas tenemos un poco de participación en ese espacio reservado solo para unos cuantos, espacio mal aprovechado puesto que solo es objeto de manipulación, porque a las masas se les sigue entreteniendo bajo la idea romana del “pan y el circo”, solo que en vez de vidas aniquiladas en nuestra sociedad se obtienen vida anuladas, pues se carece de una participación real que ayude a mejorar nuestras condiciones de vida, o ¿en algo ayudará en el destino de nuestro país la figura humilde construida para ganar este concurso?
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