Jenaro Villamil |
El panista José María Martínez. Foto: Fernando Camacho |
La Comisión Ordinaria de la Familia y el Desarrollo Humano, creada en lo oscurito del Senado, se le entregó al panista José María Martínez, quien de inmediato advirtió que desde ahí se combatirían los avances que han logrado en el país las organizaciones defensoras de los derechos humanos, la diversidad sexual y los derechos de las mujeres. Sus declaraciones, además de ofensivas, desataron el escándalo pero nada indica que esto haya cambiado las intenciones de Martínez y del coordinador de la bancada panista, Jorge Luis Preciado.
El jueves 12, día en que se inauguró el Mundial en Brasil, en el sigilo de un salón del semivacío Senado de la República se formalizó la creación de la Comisión Ordinaria de la Familia y el Desarrollo Humano. Esta medida, acordada desde febrero por la Junta de Coordinación Política, se convirtió en un escándalo público para el grupo parlamentario del PAN por las declaraciones de su presidente, el vicecoordinador panista José María Martínez Martínez, y del coordinador de la bancada, Jorge Luis Preciado.
El mismo día, Martínez Martínez proclamó que la misión de esta instancia legislativa sería “cerrar la puerta ya a algunas entidades o a algunos políticos que están pensando más en modas o en tendencias, o incluso, que nos llevan a pensar en la muerte”.
El político jalisciense, conocido en su fracción por coquetear con corderistas y maderistas, se refería a la aprobación de las uniones de personas del mismo sexo, ya garantizada en varias entidades, entre ellas el Distrito Federal. Advirtió: “Tenemos que trabajar en políticas que fortalezcan a la familia, a la mujer y también a nuestros jóvenes. No queremos el aborto”.
Por si fuera poco, el senador Preciado, amigo de Martínez Martínez, afirmó ante el asombro de las reporteras que cubrieron el evento, que las mujeres eran “vehículos” para la procreación y que la nueva comisión defenderá “la vida desde la concepción hasta la muerte”…
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 1964 de la revista Proceso, actualmente en circulación.
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