El
fin de semana pasado se dio a conocer el destino final del periodista
veracruzano Moisés Sánchez Cerezo: fue encontrado degollado en un predio de
Medellín.
Sus
autores materiales: ex policías de esta localidad. Su autor intelectual:
al parecer el mismo edil de este municipio: Omar Cruz Reyes.
Con
la muerte de Sánchez Cerezo suman ya once los periodistas asesinados durante el
sexenio de Javier Duarte, todos ellos ensombrencidos por la impunidad.
Los
nombres que conforman este cementerio de periodistas son: Víctor Manuel Báez
Chino, Esteban Rodríguez, Guillermo Luna, Gabriel Huge, Regina Martínez,
Yolanda Ordaz, Misael López Solana, Miguel Ángel López Velasco, Noel López
Olguín, Gregorio Jiménez y ahora Moisés Sánchez Cerezo.
Por
esta razón, en 2012, año en que fueron encontrados los cuerpos de cuatro
periodistas en un canal de aguas negras, la organización francesa Reporteros
Sin Fronteras (RSF) clasificó a Veracruz como el estado más peligroso para el
ejercicio periodístico.
Desde
entonces, los crímenes contra la libertad de expresión se recrudecen.
Hay
una sola forma de acabar con la impunidad en Veracruz, y es ésta: poner tras las
rejas a los autores de los crímenes, someter a juicio al gobernador Javier
Duarte y, la más importante, derivada de las dos anteriores, reparar el daño a
los familiares de los periodistas asesinados.
Veracruz
debe dejar de ser, ya, un estado sin Ley.
@rogelioguedea
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