Es decir, en las primeras horas, el
de Juan Mendoza ya se asemeja mucho a los otros periodistas muertos en el
duartismo, y en donde nunca, jamás, el gobierno ha considerado su labor como
posible causal de las muertes, menos ha ofrecido investigaciones profesionales
y con suficiente contundencia para no despertar dudas en la opinión pública y
el gremio.
Por ejemplo, a Moisés Sánchez Jiménez, en enero pasado, le dieron muerte ex elementos de la Policía Intermunicipal Veracruz-Boca del Río, desmantelada en 2010 porque estaba infiltrada por la delincuencia.
Pero en la investigación no se les identifica con alguna organización criminal, aunque aceptan que Moisés Sánchez era incómodo porque con sus peticiones de más seguridad, les dificultaba la venta de marihuana al menudeo.
Y aunque en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río y Medellín hay una pugna perenne entre Cártel de Jalisco Nueva Generación y Zetas, Clemente Noé Martínez, el único detenido por la desaparición y muerte de Moisés Sánchez, aparece como un maleante sin siglas.
La fiscalía insiste que es el panista Omar Cruz, alcalde con licencia en Medellín de Bravo, prófugo de la justicia, el autor intelectual.
TOMADO DE Maruchi Bravo
Pagola
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