Por: Héctor Tenorio / 12 mayo, 2016
Donal Trump logró que amplios
sectores de abstencionistas se unieran a su campaña y ahora se perfila con
grandes posibilidades a la presidencia de los Estados Unidos (a pesar de la
oposición de algunos líderes republicanos). Los analistas consideran que el
voto de los migrantes será decisivo para que esto suceda, el candidato
republicano lo sabe y ha empezado a enviar mensajes conciliatorios a la
comunidad mexicana que curiosamente suele ausentarse de las urnas. Los
connacionales rechazaron la repentina buena voluntad del magnate. Han empezado
a crear un nuevo discurso nacionalista que podría desconcertar a los mexicanos
que radican en el territorio nacional, su contenido se ha elaborado a partir de
necesidades económicas particulares y bajo otros paradigmas que se relacionan
con una historia más reciente. El grito de guerra de los mexicanos que están
allá se resume en el “Make America Mexico Again” (Hagamos América México de Nuevo).
Es el inicio de la resistencia y el símbolo es nuestra bandera, esto obligará a
la próxima administración de la Casa Blanca a negociar.
Desde hace décadas nuestra nación se convirtió en un protectorado
de los estadounidenses. Las autoridades mexicanas han quedado rebasadas.
Centran sus miedos en la amenaza de Trump, de decomisar las remesas de los
mexicanos para construir un muro fronterizo. Sin este dinero podría agudizarse
la recesión, a esto debe sumarse que los gobernantes mexicanos prefirieron
atesorar el dinero que nos han prestado los Estados Unidos, en vez de
invertirlo para reactivar el campo, la industria, entre otros rubros. Obligando
por diferentes motivos a ciertos sectores de la sociedad mexicana a emigrar
buscando el sueño americano, que hoy muestra su lado oscuro: El racismo.
En teoría, la oposición debería aprovechar la situación que se ha
generado, pero la derecha mexicana teme que Trump, estropee las buenas
relaciones que se ha creado a base de destruir la identidad nacional y la
izquierda llama a no quedarse callados. Están haciendo un papel lamentable.
La falta de ideas de los políticos mexicanos será suplantada por
otros actores. Coincido con el economista Javier Bonilla, quien plantea que en
los Estados fronterizos casi todo edificio construido, tubería puesta, jardín
arreglado, cosecha pizcada, camino pavimentado, plato lavado y cuarto de hotel,
recayó en manos mexicanas mayormente ilegales y son los empresarios americanos
quienes los contratan. Vaya, a través de contratistas hasta los gobiernos
locales contratan a ilegales por los miles.
El académico Bonilla, profundiza al respecto: “A Trump alguien
debería salirle al paso con la pregunta: ‘¿Por qué olvida usted tan
convenientemente que los empresarios norteamericanos son los que
hacen las contrataciones?’ De acuerdo con la lógica de Trump, seguramente Eliot
Spitzer, debería regresar a su oficina en Nueva York, ya que todo fue culpa de
la prostituta que se dejó contratar y llevar a la alcoba. ¿Cómo es que los
mexicanos no hemos subrayado esta inconsistencia?”
Bonilla, habla en otro fragmento de su artículo de una segunda
gran mentira del republicano: “¿Qué acaso se están escondiendo los ilegales?
No, ¡nadie los está queriendo sacar! Consideremos esto: en lugares conocidos en
casi toda ciudad (como en estacionamientos del Home Depot), mexicanos
indocumentados se reúnen por decenas de millares para ser contratados por día por
contratistas americanos a lo largo de todos los Estados Unidos. ¿Acaso Trump,
puede alegar que todos sabemos de esto menos las autoridades migratorias?”
Estos nuevos cuestionamientos nos hacen suponer que estamos frente
al surgimiento de una realidad que no hará reflexionar sobre el significado de
ser mexicanos.
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