La Constitución mexicana pasó de ser
la primera carta magna social en el mundo, a un “gran código mercantil”. Las
contrarreformas desprotegieron a la economía y la población. México, sin
fortaleza jurídica ante la complicación de las relaciones con Estados Unidos y
un escenario internacional que cuestiona el libre comercio
Consta
de 136 Artículos; pero de su promulgación –el 5 de febrero de 1917– a la fecha,
cuenta casi 700 reformas. La Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos no tutela más los derechos de los campesinos, los trabajadores o los
indígenas. Tampoco garantiza para la población los derechos a la salud, la
educación, el trabajo; ni protege las propiedades nacionales, colectivas y
comunales. Por el contrario, ahora privilegia los intereses del capital. Allana
el camino a los grandes negocios sobre los derechos económicos, sociales,
culturales y ambientales de los mexicanos.
Abogados
y analistas consultados por Contralínea coinciden en que la mayoría de las
reformas a la norma fundamental de México nada tienen que ver con el proyecto
de país que los constituyentes de 1917 plasmaron luego de la lucha armada
revolucionaria.
Los
sucesivos gobiernos, de Álvaro Obregón a Enrique Peña Nieto, han emitido 229
decretos para reformar los Artículos constitucionales 686 veces. La reforma más
reciente entró en vigor hace menos de 1 semana: el 27 de enero pasado. Hoy, con
un escenario internacional que cuestiona el libre mercado y la complicación de
las relaciones con Estados Unidos, México no cuenta con una carta magna fuerte
que proteja a sus familias.
No es
la cifra de 686 enmiendas lo que preocupa a abogados y analistas, sino el tipo
de reformas que se han llevado a cabo.
El
doctor en derecho Manuel Fuentes Muñiz señala que “la conformación que ha
tenido la Constitución ha sido de retrocesos”.
Reconoce
apenas algunos cambios que sí han sido para proteger los derechos de las
personas. Precisamente el 11 de junio de 2011 se otorgó el reconocimiento en la
Constitución de los derechos humanos. El problema es que son letra muerta.
“Las
principales contrarreformas a los derechos humanos se han dado después de que
se reconocieran los derechos humanos, contradictoriamente. Finalmente al Estado
le han importado poco. Y ha planteado leyes regresivas, en donde la preminencia
es estar protegiendo los intereses de los particulares, de las empresas, sobre
todo extranjeras. En conclusión, nos encontramos con una Constitución en donde
se ha girado a una situación totalmente contraria al espíritu de lo que
estableció el Constituyente, que en 1917 creó por primera vez las garantías
sociales y que ahora están hechas añicos.”
Los
tres Poderes de la Unión han organizado una sesión solemne para el próximo 5 de
febrero en conmemoración de los 100 años de la promulgación de la carta magna
mexicana. A principios de la semana pasada anunciaron que, “por austeridad”, la
ceremonia ya no se llevaría a cabo en el Teatro de la República, de la ciudad
de Querétaro, lugar en donde los constituyentes de 1917 realizaron sus trabajos
y promulgaron el documento. Ahora tendrá lugar en el recinto del Senado de la
República, en la capital del país.
“Es una
efeméride que sólo podemos verla con mucha tristeza y con mucha añoranza”, dice
el jurista Juan de Dios Hernández Monge. El integrante del Colectivo de
Abogados Zapatistas y catedrático de historia y de derecho en la Universidad
Nacional Autónoma de México explica que “lo que se logró en 1917 hoy está
destruido”.
De
acuerdo con información del Congreso de la Unión, la mayor parte de las
transformaciones a los Artículos constitucionales han ocurrido durante el
periodo de los gobiernos neoliberales: en apenas 34 años –de diciembre de 1982
a febrero de 2017– se ha reformado la Constitución 486 veces. Mientras,
las otras 200 reformas tuvieron lugar entre el 1 de diciembre de 1920 y el 30
de noviembre de 1982, es decir, un periodo de 62 años.
Para desmontar el entramado
constitucional de derechos económicos, sociales y culturales, los neoliberales
tuvieron que actuar rápidamente. Durante el gobierno de Miguel de la Madrid
Hurtado se realizaron 66 reformas a la Constitución; para el de Carlos Salinas
de Gortari, 55; en el de Ernesto Zedillo, 77; en el de Vicente Fox Quesada, 31;
en el de Felipe Calderón Hinojosa, 110; y en lo que va del de Enrique Peña
Nieto, 147.
Las contrarreformas –en opinión de
Juan de Dios Hernández Monge– han permitido que se generen hoy las mismas
condiciones que dieron origen a la revolución y a la Constitución de 1917. “Las
volvemos a encontrar de manera generalizada en toda la República”, señala.
Los atentados contra la Constitución
no han sido errores involuntarios o esporádicos. “Los triunfos del movimiento
social plasmados en la Constitución han venido siendo destruidos de manera
sistemática y consistente”, lamenta Hernández Monge.
La contrarrevolución
De la primera constitución social del
mundo, hoy queda casi nada, coinciden los especialistas. A las “reformas
estructurales” se les ha presentado como una modernización de la norma
fundamental de México. Se trata de enmiendas a los Artículos torales de la
carta magna, pero en un sentido que, a decir de Juan de Dios Hernández Monge,
han significado “un golpe de Estado constitucional”. Se refiere a los cambios
en los Artículos Segundo, Tercero, 27, 28 y 123 de la Constitución.
El historiador Lev Moujahid Velázquez
Barriga considera, que luego de la Revolución, los constituyentes buscaron que
la Constitución fuera un proyecto de nación: que permitiera la construcción de
un país soberano, independiente y socialmente justo. Hoy la carta magna no
garantiza ninguna de esas aspiraciones porque ya no responde a intereses
nacionales.
“El Constituyente de 1917 estaba
pensado en un proyecto nacional, en un proyecto de desarrollo propio, endógeno.
Y las últimas reformas que hemos tenido en el país tienen como objetivo
potenciar el sistema económico global que hoy está dominado por los grandes
empresarios y se aleja de los intereses de la nación y del pueblo mexicano.”
Estos cambios, paulatinos algunos, en
tropel otros, no siempre hubieran sido posibles. Antes, se realizó una reforma
Constitucional previa: al Artículo 35 para que pudiera ser susceptible de
cambio prácticamente todo.
Juan de Dios Hernández Monge explica:
“En la teoría constitucional hay que distinguir el Congreso Constituyente
originario y lo que llaman aquí el Congreso Constituyente Permanente.”
Abunda en que a partir de la reforma
al Artículo 35 constitucional se estableció un procedimiento especial para
poder modificar la Carta Magna. En teoría no podrían haber tocado varios puntos
fundamentales, como la propiedad originaria de los campesinos, de los pueblos
indígenas en relación con la tierra, por ejemplo.
El doctor en derecho Manuel Fuentes
Muñiz señal que el actual modelo de Constitución no corresponde con los
intereses nacionales. “Es un modelo en donde se ha sustituido el tema de país
por el de empresa. Es la empresa y las inversiones lo que ahora se protege.
Esto tiene que ver con la usura y con la ganancia particular. Tenemos ahora un
Estado pequeño pero torpe. Tenemos un código mercantil más que un código
social”, plantea.
Fin de la educación nacional
El Artículo Tercero de la
Constitución ha sido reformado en 10 ocasiones, siete durante el periodo
neoliberal. Las más recientes han sido las más profundas y las que han
provocado intensas movilizaciones de maestros y organizaciones sociales. Las
modificaciones a ese Artículo y a sus leyes reglamentarias han contado con el
impulso de los sectores más encumbrados del empresariado mexicano.
“Lo que hicieron con esta reforma fue
romper el espíritu originario del Artículo Tercero constitucional: esa
educación laica, gratuita, obligatoria, nacional, democrática”, señala
Hernández Monge.
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