Por: Eduardo Barrios
30/01/2017
El 20 de enero del año en curso, tomó
protesta el nuevo presidente de Estados Unidos de Norteamérica Donald Trump,
existe preocupación generalizada en México ya que parte de sus primeros
mandatos afectan directamente a nuestro país.
Con la llegada de Donald Trump al poder
se observa cómo se fusionan los intereses de un grupo de poderosos monopolios
con el aparato de Estado yanqui. Con un equipo de gobierno proveniente de las
filas de los magnates más renombrados, por ejemplo: Elon Musk presidente
ejecutivo de SpaceX y Tesla, Travis Kalanick confundador de Uber Technologies,
Indra Nooyi jefa de PepsiCo y Rex Tillerson el jefe de Exxon Mobil, dentro de
las negociaciones a parte de la opinión de los magnates, el partido republicano
puso a Cathy McMorris congresista y nueva secretaria de interior y a petición
de los jefes de seguridad, queda al frente del pentágono James Mattis apodado
“perro loco” militar ultraconservador y de mano dura.
De lo que se observa a lo lejos, la
composición del gabinete de Donald Trump fue producto de múltiples
negociaciones entre magnates y políticos republicanos, hubo un desplazamiento
de monopolios que mantenían el control del gobierno estadounidense, dentro de
los desplazados destacan: Warren Buffet director ejecutivo del
poderoso holding que posee partes significativas de empresas como Coca-Cola y
American Express, Hathaway Meg Whitman presidenta de Hewlett Packard, Alan
Horn, presidente de Walt Disney Studios, Thomas Rothman, presidente de Sony
Pictures Entertainment, etc. En la contienda electoral, las empresas poderosas
ligadas a la industria pesada, automotriz, de guerra y la iglesia dieron la
venía a un cambio en la política estadounidense.
El imperialismo estadounidense en el
mundo representa una de las mayores potencias, le compiten la Unión Europea,
Rusia y China; cada uno de ellos organizando sus propios bloques de países,
haciendo alianzas o declarándose guerras regionales, estatales para mantener
sus intereses.
La designación de Donald Trump obedece
a la actual necesidad que tiene el imperialismo de forjar una política dura que
a su vez sea populista para mantener a la población sin estallidos sociales. La
política dura es para enfrentar los graves problemas que se viven, la
prosperidad general crece lentamente pero solo es beneficiada una pequeña parte
de la población como lo son las grandes empresas y los trabajadores altamente
cualificados, mientras que los estadounidenses de clase media al igual
que muchas empresas pequeñas luchan por sus necesidades y tienden a
proletarizarse.
Las graves consecuencias de la crisis
económica que partieran desde el 2007 con las empresas inmobiliarias aún
continua, por momentos lograron paliar la crisis cerrando o disminuyendo la
producción de algunas empresas, como el caso de la industria automotriz con la
General Motor que de 2008 a 2012 en varios países tuvo que cerrar filiales o
disminuir la producción de autos para poder sobrevivir y mantener la producción
en Estados Unidos. De la misma manera, les ha sucedido en casi todos los
sectores productivos del país. Para salir de la crisis inmobiliaria, los dueños
de la gran mayoría de empresas monopólicas a través del gobierno de Estado
Unidos pidieron al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial préstamos
para rescatar o sostener a las empresas, de tal suerte que en la actualidad el
imperialismo debe 19 billones lo que representa el 75% de su producto interno
bruto. http://expansion.mx/economia/2016/06/19/10-cosas-que-debes-saber-sobre-la-economia-de-estados-unidos
Los préstamos a nombre de Estados
Unidos de Norteamérica deben ser pagados de una u otra manera, y allí cómo en
México esa factura es pasada a las arcas del erario nacional, el pueblo
estadounidense pagará por las deudas de las empresas privadas; lo que lleva a
un proceso de reformas de mano dura. Para calmar en cierto sentido el
descontento social, el partido demócrata con Barack Obama en la presidencia
pidió préstamos para garantizar sus programas sociales asistencialistas en
salud, desempleo, rescates financieros, etc. Ahora la fórmula para recuperar
las arcas nacionales Trump ha sido enfático en eliminarlos, cancelando el ObamaCare.
Agitar el nacionalismo y con ello el
racismo acusando a los inmigrantes de robarle al pueblo estadounidense sus
fuentes de empleo, es una medida proteccionista, garantizarle en mediana medida
el empleo a los connacionales no resolverá tampoco el avance de las
consecuencias de la crisis producto de la perdida de la hegemonía del imperialismo
en su competencia con China, Rusia y la Unión Europea, el nacionalismo funciona
más como un distractor social ante el creciente descontento social que se
observó durante la toma de posesión, los primeros días de su gobierno y ante
los anuncios de la deportación de migrantes. Y ante ello, cancela los tratados
de libre comercio por relaciones bilaterales, que les garantice poder negociar
en más y mejores condiciones las relaciones comerciales. Es decir, el gobierno
estadounidense con los empresarios a la cabeza, pretenden mejorar sus empresas,
pero no las condiciones de los trabajadores estadounidenses, en ninguna de sus
primeras órdenes de gobierno han planteado la reducción de impuestos o el
incremento de programas sociales, todo lo contrario.
En ese contexto está enmarcada la
relación con México, la política del imperialismo estadounidense ha cambiado
tendiente al proteccionismo económico “América primero” afirma Donald Trump. Y
México país dependiente en su economía y política con Estados Unidos tiene una grave
situación política ante este escenario, tanto el gobierno de Peña Nieto, los
partidos políticos y los empresarios nacionales o internacionales ya han
mostrado su preocupación.
En los días subsecuentes a la asunción
de Donald Trump y al firmar lo que presupone el inicio de la construcción del
muro entre Estados Unidos y México se han dado declaraciones que han sido nota
nacional.
En el canal de las estrellas, en la
mesa de análisis donde se observan a personajes como Enrique Krauze, Carlos
Loret de Mola y Joaquín López Dóriga discuten sobre quién o quiénes pueden
convocar a la unidad nacional ante las políticas de Trump, concluyen que es
posible que sea la iglesia y/o el ejército.
El empresario Carlos Slim ofrece
entrevista nacional el viernes, llama a la calma, habla sobre Trump y plantea
la “unidad”, se ha reunido con el presidente afirma.
El gobernador de Yucatán de extracción
priísta y más adelante la cúpula de su partido llama a la unidad nacional. De
igual forma lo hace MORENA y el presidente de la Conferencia Nacional de
Gobernadores Graco Ramírez del PRD.
¡Llamado a la unidad nacional ante
Trump! ¡Cerrar filas en torno al presidente Enrique Peña Nieto! Las consignas
que la clase política de nuestro país corea, defender la economía de México.
Los supuestos contrincantes, los partidos políticos han recibido instrucciones
precisas de los empresarios que serán afectados ante estas nuevas medidas
adoptadas por el imperialismo.
Tímidamente algunos intelectuales y
escritores han dicho que también pugnan por la unidad, pero no la unidad en
torno al presidente de México quien “valientemente” se ha negado a ir a la
entrevista que le había otorgado Donald Trump para discutir el tema del muro.
Y es ahí precisamente donde la unidad
se cuestiona, algunos con el canto de la unidad se hacen los olvidadizos. Los
que hoy llaman a la unidad son lo que han sido beneficiados de la relación con
Estados Unidos, los que han hecho negocios. Fue el PRI y todos los partidos
electorales los que aprobaron el lesivo Tratado de Libre Comercio en 1994 y más
tarde el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, han sido los partidos
políticos los que aprobaron la salida del ejército a las calles para
supuestamente combatir la delincuencia organizada, -hecho que ha costado a más
de 24 mil inocentes desaparecidos- fueron esos mismos que hoy llaman a la
unidad los que no han rendido cuentas sobre casos tan aberrantes como
cuestionables: Aguas Blancas, Tlatelolco, Tlatlaya, Ayotzinapa, Nochixtlán,
etc.
Y esos que llaman a la unidad son los
que aprobaron las reformas estructurales que tienen a los trabajadores del
campo y la ciudad sufriendo penurias mientras que ellos desde sus empresas o
desde los altos cargos burocráticos dictan medidas anti populares.
Su llamado de unidad es referente a
defender sus negocios, es hacer unidad para salir lo menos dañados
económicamente contra lo que se ve inevitable, mayor crisis en México.
Si en verdad quisieran la unidad, se
retrocedería el gasolinazo, habría una consulta nacional sobre la viabilidad de
las reformas, los sueldos de los funcionarios fueran similares al de los
trabajadores, los ricachones repartirían las ganancias de las empresas, se
liberarían a los presos políticos, se plantearía dejar de pagar la deuda
externa, se renacionalizarían las empresas. ¡Pero no! Nadie habló de eso en sus
mesas de análisis ni en sus declaraciones. Esa unidad que se plantea es en
torno a ellos, no en torno a los mexicanos. La unidad que vemos que sí está
comenzando a organizarse es en torno a la lucha contra las reformas
estructurales. En pocas palabras…
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