Febrero del 2017.
La tormenta en nuestro
caminar.
Para nosotras, nosotros, pueblos
originarios zapatistas, la tormenta, la guerra, lleva siglos. Llegó a
nuestras tierras con la patraña de la civilización y la religión
dominantes. En ese entonces, la espada y la cruz desangraron a nuestra
gente.
Con el paso del tiempo, la
espada se modernizó y la cruz fue destronada por la religión del capital, pero
se siguió demandando nuestra sangre como ofrenda al nuevo dios: el dinero.
Resistimos, siempre
resistimos. Nuestras rebeldías fueron suplantadas en la disputa entre
unos contra otros por el Poder. Unos y otros, arriba siempre, nos
demandaron luchar y morir para servirlos, nos exigieron obediencia y
sometimiento bajo la mentira de liberarnos. Como aquellos a quienes
decían y dicen combatir, vinieron y vienen a mandar. Hubo así supuestas
independencias y falsas revoluciones, las pasadas y las por venir. Los de
arriba se turnaron y se turnan, desde entonces, para mal gobernar o para
aspirar a hacerlo. Y en calendarios pasados y presentes, su propuesta sigue
siendo la misma: que nosotras, nosotros, pongamos la sangre; mientras ellos
dirigen o simulan dirigir.
Y antes y ahora, olvidan ellos
que no olvidamos.
Y siempre la mujer abajo, ayer y
hoy. Incluso en lo colectivo que fuimos y somos.
Pero los calendarios no sólo
trajeron dolor y muerte para nuestros pueblos. Al expandir su dominio, el
Poder creó nuevas hermandades en la desgracia. Vimos entonces al obrero y
al campesino hacerse uno con nuestro dolor, y yacer bajo las cuatro ruedas del
carromato mortal del Capital.
Conforme avanzó el Poder en su
paso por el tiempo, más y más crecía el abajo, ensanchando la base sobre la que
el Poder es Poder. Vimos entonces sumarse a maestros, estudiantes,
artesanos, pequeños comerciantes, profesionistas, los etcéteras con nombres
diferentes pero idénticos pesares.
No bastó. El Poder es un
espacio exclusivo, discriminatorio, selecto. Entonces las diferencias
fueron también perseguidas abiertamente. El color, la raza, el credo, la
preferencia sexual, fueron expulsadas del paraíso prometido, siendo que el
infierno fue su casa permanente.
Les siguieron la juventud, la
niñez, la ancianidad. El Poder convirtió así a los calendarios en materia
de persecución. Todo el abajo es culpable: por ser mujer, por ser niñ@,
por ser joven, por ser adulto, por ser ancian@, por ser human@.
Pero, al expandir la
explotación, el despojo, la represión y la discriminación, el Poder también
amplió las resistencias… y las rebeldías.
Vimos
entonces, y ahora, levantarse la mirada de muchas, muchos, muchoas. Diferentes
pero semejantes en la rabia y la insumisión.
El Poder sabe que sólo es lo que
es sobre quienes trabajan. Los necesita.
A cada rebelión respondió y
responde comprando o engañando a los menos, encarcelando y asesinando a los
más. No teme sus demandas, es su ejemplo el que le causa horror.
No bastó. De dominar
naciones, el Poder del Capital buscó poner a la humanidad entera bajo su pesado
yugo.
Tampoco fue suficiente. El
Capital pretende ahora manejar a la naturaleza, domarla, domesticarla,
explotarla. Es decir, destruirla.
Siempre con la guerra, en su
avance destructor el Capital, el Poder, demolió primero feudos y reinos.
Y sobre sus ruinas levantó naciones.
Luego devastó naciones, y sobre
sus escombros erigió el nuevo orden mundial: un gran mercado.
El mundo entero se convirtió en
un inmenso almacén de mercancías. Todo se vende y se compra: las aguas,
los vientos, la tierra, las plantas y los animales, los gobiernos, el
conocimiento, la diversión, el deseo, el amor, el odio, la gente.
Pero en el gran mercado del
Capital no sólo se intercambian mercancías. La “libertad económica” es
sólo un espejismo que simula acuerdo mutuo entre quien vende y quien
compra. En realidad, el mercado se basa en el despojo y la
explotación. El intercambio es entonces de impunidades. La justicia
se transformó en una caricatura grotesca y en su balanza siempre pesa más el
dinero que la verdad. Y la estabilidad de esa tragedia llamada
Capitalismo depende de la represión y el desprecio.
Pero no bastó tampoco.
Dominar en el mundo material no es posible si no se domina en las ideas.
La imposición con religiones se profundizó y alcanzó a las artes y las
ciencias. Como modas de vestir, surgieron y surgen filosofías y
creencias. Las ciencias y las artes dejaron de ser lo distintivo de lo
humano y se acomodaron en un estante del supermercado mundial. El
conocimiento pasó a ser propiedad privada, lo mismo que la recreación y el
placer.
El Capital, así, se consolidó como
una gran máquina trituradora, usando ya no sólo a la humanidad entera como
materia prima para producir mercancías, también a los conocimientos, a las
artes, … y a la naturaleza.
La destrucción del planeta, los
millones de desplazados, el auge del crimen, el desempleo, la miseria, la
debilidad de los gobiernos, las guerras por venir, no son producto de los
excesos del Capital, o de una conducción errónea de un sistema que prometió
orden, progreso, paz y prosperidad.
No, todas las desgracias son la
esencia del sistema. De ellas se alimenta, a costa de ellas crece.
La destrucción y la muerte son
el combustible de la gran máquina del Capital.
Y fueron, son y serán inútiles
los esfuerzos por “racionalizar” su funcionamiento, por “humanizarlo”. Lo
irracional y lo inhumano son sus piezas claves. No hay arreglo
posible. No lo hubo antes. Y ahora ya tampoco se puede atenuar su
paso criminal.
La única forma de detener la
máquina es destruirla.
En la guerra mundial actual, la
disputa es entre el sistema y la humanidad.
Por eso la lucha anticapitalista
es una lucha por la humanidad.
Quienes todavía pretenden
“arreglar” o “salvar” al sistema, en realidad nos proponen el suicidio masivo,
global, como sacrificio póstumo al Poder.
Pero en el sistema no hay
solución.
Y no bastan ni el horror, ni la
condena, ni la resignación, ni la esperanza en que ya pasó lo peor y las cosas
no harán sino mejorar.
No. Lo cierto es que se va
poner peor.
Por esas razones, más las que
cada quien agregue de sus particulares calendarios y geografías, es que hay que
resistir, hay que rebelarse, hay que decir “no”, hay que luchar, hay que
organizarse.
Por eso hay que levantar el
viento de abajo con resistencia y rebeldía, con organización.
Sólo así podremos
sobrevivir. Sólo así será posible vivir.
Y sólo entonces, como fue
nuestra palabra hace 25 años, podremos ver que…
“Cuando
amaine la tormenta,
cuando
la lluvia y fuego dejen en paz otra vez la tierra,
el
mundo ya no será el mundo, sino algo mejor.”
-*-
La guerra y los muros
de afuera y de adentro.
Si antes el sufrimiento
causado por la guerra era patrimonio exclusivo del abajo mundial, ahora
ensancha sus calamidades.
Sobre cada rincón del planeta,
el odio y el desprecio pretenden destruir familias, comunidades enteras,
naciones, continentes. No es necesario ya haber cometido un delito o ser
presunto criminal, basta ser sospechoso de ser humano.
Provocada por la codicia del
gran dinero, la pesadilla actual pretende ser cobrada a quienes la
padecen. Las fronteras ya no sólo son líneas punteadas en los mapas y
garitas aduanales, ahora son murallas de ejércitos y policías, de cemento y
ladrillos, de leyes y persecuciones. En todo el mundo de arriba, la caza del
ser humano se incrementa y se festina en competencias clandestinas: gana quien
más expulse, encarcele, confine, asesine.
Como llevamos diciendo desde
hace más de 20 años, la globalización neoliberal no trajo el surgimiento de la
aldea planetaria, sino la fragmentación y disolución de los llamados
“Estados-nación”. Llamamos entonces, y ahora, a ese proceso con el nombre
que mejor lo describe: “guerra mundial” (la cuarta, según nosotr@s).
Lo único que se mundializó fue
el mercado y, con él, la guerra.
Para quienes hacen funcionar las
máquinas y hacen nacer a la tierra, las fronteras siguieron y siguen siendo lo
que siempre han sido: cárceles.
Nuestra afirmación provocó
entonces, hace dos décadas, sonrisas burlonas de la intelectualidad
internacional encadenada a viejos y caducos dogmas. Y esos mismos hoy
tartamudean ante una realidad frenética, y, o ensayan viejas recetas, o se
mudan a la idea de moda que, tras una compleja elaboración teórica, esconde lo
único verdadero: no tienen ni la más remota idea de lo que pasa, ni de lo que
sigue, ni de lo que antecedió a la pesadilla actual.
Se lamentan. El
pensamiento de arriba les prometió un mundo sin fronteras, y su resultado es un
planeta atiborrado de trincheras chovinistas.
El mundo no se transformó en una
gigantesca megalópolis sin fronteras, sino en un gran mar sacudido por una
tempestad que no tiene precedentes de igual magnitud. En él, millones de
desplazados (a quienes, con rubor mediático, se les unifica bajo el nombre de
“migrantes”) naufragan en pequeñas barcas, esperando ser rescatados por el
gigantesco navío del gran Capital.
Pero no sólo no lo hará; él, el
gran Capital, es el principal responsable de la tormenta que amenaza ya la
existencia de la humanidad entera.
Con el torpe disfraz del
nacionalismo fascista, los tiempos del oscurantismo más retrógrada vuelven
reclamando privilegios y atenciones. Cansado de gobernar desde las
sombras, el gran Capital desmonta las mentiras de la “ciudadanía” y la
“igualdad” frente a la ley y el mercado.
La bandera de “libertad,
igualdad y fraternidad” con la que el capitalismo vistió su paso a sistema
dominante en el mundo, es ya sólo un trapo sucio y desechado en el basurero de
la historia de arriba.
Al fin el sistema se desemboza y
muestra sus verdaderos rostro y vocación. “Guerra siempre, guerra en
todas partes”, reza el emblema del soberbio buque que navega en un mar de
sangre y mierda. Es el dinero y no la inteligencia artificial la que
combate a la humanidad en la batalla decisiva: la de la supervivencia.
Nadie está a salvo. Ni el
ingenuo capitalista nacional, que soñaba con la bonanza que le ofrecían los mercados
mundiales abiertos, ni la conservadora clase media sobreviviendo entre el sueño
de ser poderosa y la realidad de ser rebaño del pastor en turno.
Y ni hablar de la clase
trabajadora del campo y la ciudad, en condiciones más difíciles si posible fuera.
Y, para completar la imagen
apocalíptica, millones de desplazados y migrantes agolpándose en las fronteras
que, de pronto, se volvieron tan reales como los muros que, a cada paso,
interponen gobiernos y criminales. En la geografía mundial de los medios
de comunicación y las redes sociales, los desplazados, fantasmas errantes sin
nombre ni rostro, apenas son un número estadístico que muta su ubicación.
¿El calendario? Apenas un
día después de la promesa del fin de la historia, de la solemne declaración de
la supremacía de un sistema que otorgaría bienestar a quien trabajara, de la
victoria sobre el “enemigo comunista” que pretendía coartar la libertad,
imponer dictaduras y generar pobreza, de la eternidad prometida que anulaba
todas las genealogías. El mismo calendario que anunciaba apenas ayer que
la historia mundial recién empezaba. Y resulta que no, que todo no era
sino el preludio de la más espantosa pesadilla.
El capitalismo como sistema
mundial colapsa, y, desesperados, los grandes capitanes no atinan a dónde
ir. Por eso se repliegan a sus guaridas de origen.
Ofrecen lo imposible: la
salvación local contra la catástrofe mundial. Y la pamplina se vende bien
entre una clase media que se difumina con los de abajo en sus ingresos, pero
pretende suplir sus carencias económicas con refrendos de raza, credo, color y
sexo. La salvación de arriba es anglosajona, blanca, creyente y
masculina.
Y ahora, quienes vivían de las
migajas que caían de las mesas de los grandes capitales, ven desesperados cómo
también contra ellos se levantan los muros. Y, el colmo, pretenden
encabezar la oposición a esa política guerrera. Así vemos a la derecha
intelectual hacer gestos de contrariedad e intentar tímidas y ridículas
protestas. Porque no, la globalización no fue el triunfo de la
libertad. Fue y es la etapa actual de la tiranía y la esclavitud.
Las Naciones ya no lo son,
aunque aún no se hayan percatado de ello sus respectivos gobiernos. Sus
banderas y emblemas nacionales lucen raídos y descoloridos. Destruidos
por la globalización de arriba, enfermos por el parásito del Capital y con la
corrupción como única señal de identidad, con torpe premura los gobiernos
nacionales pretenden resguardarse a sí mismos e intentar la reconstrucción
imposible de lo que alguna vez fueron.
En el compartimento estanco de
sus murallas y aduanas, el sistema droga a la medianía social con el opio de un
nacionalismo reaccionario y nostálgico, con la xenofobia, el racismo, el
sexismo y la homofobia como plan de salvación.
Las fronteras se multiplican
dentro de cada territorio, no sólo las que pintan los mapas. También y,
sobre todo, las que levantan la corrupción y el crimen hecho gobierno.
La bonanza posmoderna no era
sino un globo inflado por el capital financiero. Y vino la realidad a
pincharla: millones de desplazados por la gran guerra llenan las tierras y las
aguas, se amontonan en las aduanas y van haciendo grietas en los muros hechos y
por hacer. Alentados antes por el gran Capital, los fundamentalismos
encuentran tierra fértil para sus propuestas de unificación: “del terror nacerá
un solo pensamiento, el nuestro”. Después de ser alimentada con dólares,
la bestia del terrorismo amenaza la casa de su creador.
Y, lo mismo en la Unión
Americana, que en la Europa Occidental o en la Rusia neo zarista, la bestia se
retuerce e intenta protegerse a sí misma. Encumbra ahí (y no sólo ahí) a
la estupidez y la ignorancia más ramplonas y, en sus figuras gobernantes,
sintetiza su propuesta: “volvamos al pasado”.
Pero no, América
no volverá a ser grande de nuevo. Nunca más. Ni el sistema
entero en su conjunto. No importa qué hagan los de arriba. El
sistema llegó ya al punto de no retorno.
-*-
Contra el Capital y
sus muros: todas las grietas.
La ofensiva internacional del
Capital en contra de las diferencias raciales y nacionales, promoviendo la
construcción de muros culturales, jurídicos y de cemento y acero, busca reducir
más aún el planeta. Pretenden crear así un mundo donde sólo quepan los
que arriba son iguales entre sí.
Sonará ridículo, pero así es:
para enfrentar la tormenta el sistema no busca construir techos para
guarecerse, sino muros detrás de los cuales esconderse.
Esta nueva etapa de la guerra
del Capital en contra de la Humanidad debe enfrentarse sí, con resistencia y
rebeldía organizadas, pero también con la solidaridad y el apoyo a quienes ven
atacadas sus vidas, libertades y bienes.
Por eso:
Considerando que el sistema es
incapaz de frenar la destrucción.
Considerando que, abajo y a la
izquierda, no debe haber cabida para el conformismo y la resignación.
Considerando que es momento de
organizarse para luchar y es su tiempo de decir “NO” a la pesadilla que desde
arriba nos imponen.
LA COMISIÓN SEXTA DEL EZLN Y LAS BASES
DE APOYO ZAPATISTAS CONVOCAMOS:
I.- A la campaña mundial:
Frente a los muros
del Capital:
la resistencia, la
rebeldía, la solidaridad y el apoyo de abajo y a la izquierda.
Con el objetivo de llamar a la
organización y la resistencia mundial frente a la agresividad de los grandes
dineros y sus respectivos capataces en el planeta, y que aterroriza ya a
millones de personas en todo el mundo:
Llamamos a organizarse con
autonomía, a resistir y rebelarse contra las persecuciones, detenciones y
deportaciones. Si alguien se tiene que ir, que sean ellos, los de
arriba. Cada ser humano tiene derecho a una existencia libre y digna en
el lugar que mejor le parezca, y tiene el derecho a luchar para seguir ahí.
La resistencia a las detenciones, desalojos y expulsiones son un deber, así
como deber es apoyar a quienes se rebelan contra esas arbitrariedades SIN
IMPORTAR LAS FRONTERAS.
Hay que hacerle saber a toda esa
gente que no está sola, que su dolor y su rabia es vista aún a la distancia,
que su resistencia no es sólo saludada, también es apoyada así sea con nuestras
pequeñas posibilidades.
Hay que organizarse. Hay
que resistir. Hay que decir “NO” a las persecuciones, a las expulsiones,
a las cárceles, a los muros, a las fronteras. Y hay que decir “NO” a los
malos gobiernos nacionales que han sido y son cómplices de esa política de
terror, destrucción y muerte. De arriba no vendrán las soluciones, porque
ahí se parieron los problemas.
Por eso llamamos a la Sexta en
su conjunto a que se organice, según su tiempo, modo y geografía, para apoyar
en y con actividades a quienes resisten y se rebelan contra las
expulsiones. Sea apoyándolos para que regresen a sus hogares, sea creando
“santuarios” o apoyando los ya existentes, sea con asesorías y apoyos legales,
sea con paga, sea con las artes y las ciencias, sea con festivales y
movilizaciones, sea con boicots comerciales y mediáticos, sea en el espacio
cibernético, sea donde sea y como sea. En todos los espacios donde nos
movamos es nuestro deber apoyar y solidarizarnos.
Llegó el momento de crear
comités de solidaridad con la humanidad criminalizada y perseguida. Hoy,
más que nunca antes, su casa es también nuestra casa.
Como zapatistas que somos,
nuestra fuerza es pequeña y, aunque es amplio y hondo nuestro calendario,
nuestra geografía es limitada.
Por eso y para apoyar a quienes
resisten a las detenciones y deportaciones, desde hace varias semanas la
Comisión Sexta del EZLN ha iniciado contactos con individu@s, grupos,
colectivos y organizaciones adherentes a la Sexta en el mundo, para ver el modo
de hacerles llegar una pequeña ayuda de modo que les sirva como base para
lanzar o continuar toda suerte de actividades y acciones a favor de l@s
perseguid@s.
Para iniciar, les enviaremos las
obras artísticas creadas por l@s indígenas zapatistas para el CompArte del año
pasado, así como café orgánico producido por las comunidades indígenas
zapatistas en las montañas del sureste mexicano, para que, con su venta, realicen
actividades artísticas y culturales para concretar el apoyo y la solidaridad
con los migrantes y desplazados que, en todo el mundo, ven amenazadas su vida,
libertad y bienes por las campañas xenofóbicas promovidas por los gobiernos y
la ultra derecha en el mundo.
Eso por lo pronto. Ya
iremos ideando nuevas formas de apoyo y solidaridad. Las mujeres,
hombres, niños y ancianos zapatistas no les dejaremos sol@s.
II.- Invitamos también a toda la Sexta
y a quien se interese, al seminario de reflexión crítica “LOS MUROS DEL
CAPITAL, LAS GRIETAS DE LA IZQUIERDA” a celebrarse los días del 12 al 15 de
abril del 2017, en las instalaciones del CIDECI-UniTierra, San Cristóbal de Las
Casas, Chiapas, México. Participan:
Don Pablo González Casanova.
María de Jesús Patricio Martínez
(CNI).
Paulina Fernández C.
Alicia Castellanos.
Magdalena Gómez.
Gilberto López y Rivas.
Luis Hernández Navarro.
|
Carlos Aguirre Rojas.
Arturo Anguiano.
Sergio Rodríguez Lascano.
Christian Chávez (CNI).
Carlos González (CNI).
Comisión Sexta del EZLN.
|
Próximamente daremos más detalles.
III.- Convocamos a tod@s l@s artistas a
la segunda edición del “CompArte por la Humanidad” con el tema: “Contra el
Capital y sus muros: todas las artes” a celebrarse en todo el mundo y en el
espacio cibernético. La parte “real” será en fechas del 23 al 29 de julio
del 2017 en el caracol de Oventik y el CIDECI-UniTierra. La edición
virtual será del 1 al 12 de agosto del 2017 en la red. Próximamente
daremos más detalles.
IV.- También les pedimos estar atent@s
a las actividades a las que convoque el Congreso Nacional Indígena, como parte
de su proceso propio de conformación del Concejo Indígena de Gobierno.
V.- Convocamos a l@s científic@s del
mundo a la segunda edición del “ConCiencias por la Humanidad” con el tema: “Las
ciencias frente al muro”. A celebrarse del 26 al 30 de diciembre del 2017
en el CIDECI-UniTierra, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México, y en el
espacio cibernético. Próximamente daremos más detalles.
No es todo. Hay que resistir, hay
que rebelarse, hay que luchar, hay que organizarse.
Desde las montañas
del Sureste Mexicano.
Subcomandante
Insurgente Moisés. Subcomandante Insurgente Galeano.
México, febrero 14
(también día de nuestr@s muert@s) del 2017.
ENLACE:http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2017/02/14/los-muros-arriba-las-grietas-abajo-y-a-la-izquierda/
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