Columna: Rúbrica
Viernes, 10 Marzo 2017
Por: Aurelio Contreras
Más por costumbre
política que porque alguna disposición legal así se los exija, los gobiernos
mexicanos, en sus diferentes niveles, se ponen como plazo cien días para
comenzar a dar los primeros resultados tangibles de su trabajo.
Esto suele
convertirse en un término verdaderamente fatal para los gobernantes cuando,
ante las dificultades estructurales con que se encuentran, los quebrantos
ocultos que descubren o los problemas nuevos que les explotan en las manos, se
cumplen esos primeros cien días sin que haya nada, ni un verdadero logro qué
presumir ante los medios y la opinión pública.
Así ha ocurrido en
Veracruz, donde este 10 de marzo se cumplen los primeros cien días de la
administración de Miguel Ángel Yunes Linares. Y el saldo de este primer tramo
de su gobierno no es positivo. Más bien, ha resultado decepcionante en muchos
sentidos.
En primer lugar, su
principal promesa de campaña, la que le permitió ganar las elecciones del año
pasado, hacer justicia y hacer pagar a quienes devastaron a Veracruz los doce
años anteriores, no se ha cumplido ni de cerca. Solamente hay un duartista en prisión,
el ex secretario de Seguridad Pública Arturo Bermúdez Zurita, y está latente la
posibilidad de que ante fallas en el debido proceso a la hora de encarcelarlo,
pueda salir en libertad.
Todos los demás
miembros de la pandilla de la fidelidad, incluido el prófugo ex gobernador
Javier Duarte de Ochoa, gozan de cabal impunidad, por los motivos que se
quiera. Algunos fuera del alcance del gobierno de Yunes Linares, como los casos
que ya ha atraído a su ámbito de (in) competencia el Gobierno Federal. Otros,
porque visiblemente el yunismo ha pactado con los saqueadores, por conveniencia
política y para su tremendo escarnio y descrédito.
Un tema en el que
el gobierno que prometió rescatar a Veracruz se ha visto completamente rebasado
es en el de la seguridad. A cien días de administración, no solamente no se ha
mejorado, sino que se ha retrocedido a niveles muy similares a los de la
escalada de violencia sangrienta del deleznable periodo 2010-2012.
Ejecuciones
diarias, ataques abiertos a las fuerzas de seguridad locales y federales,
tiraderos de cuerpos en las calles, tiroteos constantes, militarización de
algunas de sus principales ciudades, han hecho retornar a la población
veracruzana a un estado de terror, que si bien no ha alcanzado los excesos del
arranque del sexenio duartista, tampoco está muy lejos.
Asimismo, el
gobierno de la alternancia sigue sumido en una profunda crisis económica,
ciertamente heredada de sus antecesores, de la que apuesta salir única y
exclusivamente, o al menos ésa es la idea que se vende mediáticamente, a través
de la reestructuración de los pagos de la deuda pública del estado, que
alargaría los plazos para liquidarla por unos 20 años más, y que no se ha
demostrado que sea realmente la única vía ni la solución a los problemas financieros
que se enfrentan.
Aunado a ello, el
gobernador Miguel Ángel Yunes Linares ha concentrado en su persona a todas las
voces de su administración, en la que pareciese que no hay nadie más que él,
pues los secretarios de despacho están prácticamente de adorno. Por lo mismo,
también concentra sobre sí todo el peso de las críticas por las debilidades y
francos yerros en que ha incurrido.
Lo peor para él es
que el discurso del combate a la corrupción del duartismo se le ha agotado, en
buena medida por su propia culpa, luego de pactar ominosamente con algunos de
sus representantes. Así que cada vez le es menos efectivo el recurso de sacar a
la luz alguna de las corruptelas del ex gobernador en fuga, por lo cual ahora
recurre a reyertas mediáticas sin sentido con el dirigente de Morena, Andrés
Manuel López Obrador, que denigran la investidura de Gobernador del Estado de
Veracruz, pero desvían por un rato la atención sobre lo que sucede en la
entidad.
Han pasado cien
decepcionantes días. Y lo más grave es que el gobierno de Miguel Ángel Yunes
sólo durará dos años. El tiempo desperdiciado difícilmente se recuperará.
Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la
Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP). Inició su carrera en
el periodismo como reportero gráfico en el Diario “Cambio”, en 1995, en la
ciudad de Puebla, siendo aún estudiante.
En 1997 llega a Xalapa y se incorpora como
reportero en la revista “Políticos de Veracruz”. Ése mismo año ingresa al
Diario “El Águila” donde también realiza la función de reportero de información
general.
Para 1999, comienza a trabajar en el Diario “AZ”,
del que es fundador. Empieza cubriendo las fuentes de comunidad y colonias, y
llega encargarse de la cobertura de las fuentes del Gobernador, partidos
políticos, organismos electorales, giras presidenciales y reportajes
especiales.
En 2002 se traslada a la ciudad de Veracruz para
fundar Diario “AZ Veracruz”, del que es su primer Subdirector de Información.
En 2003 ocupa la Subdirección de Información en Diario “AZ Xalapa”, cargo en el
que permanece hasta diciembre de 2004.
Entre 2005 y 2006 participa en el proyecto periodístico
colectivo “Horas Extra”, el primer periódico gratuito que se publicó en el
estado de Veracruz, y del cual fue uno de los fundadores e integrante del
Consejo de Redacción.
De 2006 a 2014 fue Director Editorial de Grupo
Líder, que edita la revista Líder en los estados de Veracruz y Puebla.
Participó como conferencista en el Foro
Internacional “La comunicación de cara al siglo XXI: La distribución social del
conocimiento en la era de la información”, en el marco de la Feria
Internacional del Libro Universitario 2003, organizada por la Universidad
Veracruzana.
En 2006, su reportaje “Las muertas de Veracruz”
obtuvo mención honorífica en el Premio Estatal de Periodismo “Rubén Pabello
Acosta”.
Actualmente es colaborador de la revista etcétera,
del noticiario radiofónico “Infórmese” de EXA FM en la ciudad de
Matamoros, Tamaulipas, y autor de la columna “Rúbrica”, que se publica en
diferentes medios de comunicación, impresos y digitales.
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