POR PABLO GÓMEZ , 16 MARZO, 2017ANÁLISIS
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En el marco
del escándalo por la ilegal suspensión de derechos y la inmediata destitución
de Miguel Barbosa como coordinador del PRD en el Senado, así como de la
posterior renuncia de éste y el nombramiento mayoritario, pero objetado, de Raúl
Morón, ha salido el ineluctable tema del plan de la dirección perredista para
la próxima elección presidencial. ¿Cuál es ese plan?
Como el PRD ha dejado de ser una
opción singular, es decir, ya no aspira a hacerse cargo del poder político de
la República, se ha instalado plenamente en el mercado político mexicano. Al
hacerlo, cada vez que va a haber una elección se analizan en sede perredista
las posibilidades de formar parte de algún esquema político de los adversarios.
Así hemos visto las alianzas electorales con Acción Nacional y, ahora, las
candidaturas propias con el propósito de ayudar a derrotar a Morena.
Según los ofrecimientos de las
fuerzas contrarias –los dos partidos relevantes de la derecha mexicana (PRI y
PAN)–, la dirección del PRD toma sus decisiones. Siempre se discute si es mejor
aliarse con el PAN o desempeñar el papel de palero, es decir,
tener candidatura sin opción real de gobierno pero tampoco discurso propio,
definido, crítico, fuerte, convocante: ambos elementos ya se han perdido
lastimosamente.
El mercado funciona mediante pactos
públicos o en la oscuridad, pero de acuerdo con las ofertas que hacen otros.
Por ejemplo, en Nayarit, el PRD apoyaba al alcalde panista de Tepic, más la
lucha interna en el PAN arrojó otro candidato de ese mismo partido, al cual
decidieron respaldar los perredistas después de ponerse de acuerdo, superficial
y lastimeramente, con éste más no con el PAN. Lo que siempre se descartó fue
buscar la alianza de las izquierdas.
Por otro lado, en el Estado de
México, luego de que un grupo de perredistas (Nueva Izquierda) fracasó en la
búsqueda de una alianza con el PAN, el otro grupo, el que resultó victorioso en
el lance (ADN), logró postular un candidato, lo cual no estaría nada mal si no
fuera porque no pocos tienen el propósito de dividir el voto popular de la
izquierda, lo que le daría el triunfo al PRI o al PAN. En realidad, la
izquierda en su conjunto es ahora mayoría electoral relativa en el Estado de
México.
Como parte del mismo fenómeno, hay
estados donde el PRD mantiene la conducta de permitir que el gobernador en
turno dirija más o menos al partido. Tres ejemplos: en Veracruz, Javier Duarte
(PRI) manejó al PRD durante varios años y hoy lo hace el nuevo gobernador,
Miguel Ángel Yunes (PAN); en Chiapas, el gobernador Manuel Velasco (PVEM) tiene
comprados a varios de los principales dirigentes perredistas.
Miguel Ángel Mancera maneja a su
gusto al presidente del PRD en la CDMX y a otros líderes y legisladores quienes
ya le han postulado formalmente como precandidato a presidente, lo cual ayuda
al esclarecimiento político, pero ese abrumador manejo es ilegítimo en tanto
que el jefe de gobierno no es miembro del partido. Las operaciones
político-mercantiles se realizan casi siempre con poderes públicos.
He dicho antes que el PRD siempre
está en venta, más eso requiere una aclaración. Nadie lo compra para siempre y
en todos niveles y lugares. El sistema no funcionaría de esa manera. En
realidad se trata de ventas sucesivas o simultáneas en las que el servicio
brindado y el comprador pueden ser cambiados o modificados según el lugar, la
coyuntura, las contraprestaciones, etcétera.
Frente a la elección
presidencial de 2018, el plan de la dirección nacional del PRD consiste en
esperar a que las ofertas políticas adquieran mayor claridad para decidir qué
hacer. Una alianza con el PAN no está descartada en absoluto si acaso hubiera
algo de suerte. La candidatura de Mancera o de Aureoles, el palerismo, es un posible escenario si hubiera un buen
convenio con el gobierno actual (PRI) para combatir a López Obrador. Apoyar a
un candidato independiente podría ser una variante del palerismo. Lo menos grato para los actuales líderes
perredistas sería una alianza con Morena si se estrecharan las posibilidades de
otras salidas o los acontecimientos no dejaran otra opción.
El PRD puede hacer cualquier cosa con
cualquiera, pero siempre de acuerdo con el mercado político nacional.
¿Es útil a su país un partido así?
FUENTE: PROCESO
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