El preludio de la
farsa electoral de 2018 en la designación de precandidatos se mueve al ritmo
del terrorismo de Estado, donde la pauta y acorde se articulan con el constante
cometido de ejecuciones extrajudiciales de mujeres y hombres del pueblo.
Crímenes de lesa
humanidad que ahora pretenden esconder la criminalidad burguesa al ejecutar a
piezas desechables del Estado y régimen, como es el asesinato de ombúdsmanes
oficiales, dicha acción de agentes del Estado es un epitafio para los
activistas de derechos humanos no gubernamentales y luchadores sociales en
general.
La evocación de la
formalidad del “destape” priista fue madrugada por un cónclave de personeros de
organismos financieros imperialistas donde se hizo pública la designación
oligárquica de José Antonio Meade Kuribreña, como el precandidato del
revolucionario institucional. Elitista espacio donde aconteció el verdadero
destape al confirmar a propios y extraños donde se toman las decisiones para
designar a la cabeza de la junta administrativa.
Enrique Peña Nieto
sólo profirió el colofón de un destape ya cantado, le dejaron al principal
priista del país, un guion de poca monta de la santificada liturgia priista.
Papel segundón que
desempeñó al remitirse únicamente a ratificar públicamente la voluntad
imperialista del capital transnacional y de la oligarquía nacional, a repetir
“certeros” halagos al sujeto designado.
El descolorido
precandidato, por no “pertenecer” a ningún partido, designado es un tecnócrata
neoliberal de origen consanguíneo priista y panista, un comodín que ha servido
lo mismo a gobiernos panistas que a priistas, un consumado cuadro del Estado,
con un forzado ropaje de “apartidista y ciudadano”.
Meade Kuribreña, es
un político de oficio proimperialista con camuflaje de hombre sencillo y
honesto, sin embargo, su trayectoria como funcionario público de Estado está
fincada por el nepotismo, amiguismo, tráfico de influencias; de personalidad
arrogante, prepotente y frívola. Tanto su familia como él, han vivido del
erario público, es parte de las fuerzas frescas formadas en las instituciones
imperialistas, un ferviente neoliberal. También es un diligente servidor del
capital financiero internacional y de la oligarquía nacional. Su campo de
acción es el parasitario capital financiero, desde donde junto con su
progenitor han defraudado a los ahorros de los asalariados; como funcionario en
Hacienda otorgó amplias facilidades para la consolidación y reproducción de la
macroeconomía a costa del crecimiento y generalización de la pauperización del
pueblo.
Su trayectoria
política en el servicio público está sustentada en los postulados del
neoliberalismo como política económica del imperialismo, por eso en los
distintos organismos financieros internacionales festejan y esperan de su hombre
grandes expectativas para seguir haciendo “negocios” a cuenta del pago de
facturas, es el caso del finiquito de Banrural. La designación del candidato
del PRI, se revela a sí misma como una imposición más de la voluntad
imperialista, el poder transnacional y de la oligarquía nacional, no hay
elección del jefe del Ejecutivo federal es una designación en toda la extensión
de la palabra.
Las elecciones de
julio próximo de nueva cuenta solamente será una costosa escenografía de la
farsa electoral, es decir, la voluntad popular se anula desde el poder
oligárquico. Tan es un hombre del sistema que las cámaras empresariales,
dirigencias charras de organizaciones gremiales oficialistas, la estructura
corporativa del PRI y los monopolios de comunicación le dieron respaldo de
facto, sin cuidar las formas “democráticas” y legalidad estatutaria de sus
respectivos gremios lo envistieron como el futuro jefe del Ejecutivo.
Estridente y
alegórica coyuntura electoral que exponen las pungas intestinas burguesas
motivadas únicamente por espacios de poder y acrecentar fortunas personales y
de dinastías de políticos de oficios. A la que se suma la maniobra política de
candidaturas “independientes” para pretender revitalizar al régimen, queda
expuesta como un capítulo más de la farsa electoral.
Coyuntura política
sexenal que, desde el Estado en complicidad con los monopolios de la
comunicación ha posesionado el destape priista, incluso sobre las candidaturas
“independientes”, sin embargo, lo que realmente se persigue tapar con el
destape es la cruenta realidad producida por el régimen: la continuidad de la
crisis económica y política; la pobreza y miseria como cotidianidad del pueblo;
el diario cometido de ejecuciones extrajudiciales en todo el territorio
nacional; tapar con actos proselitistas y basura electoral la interminable y
ascenderte lista de cometidos de crímenes de lesa humanidad, principalmente
contra sectores populares.
Los procesos
electorales en esencia son elitistas e ilegítimos con respeto a los interés y
voluntad del pueblo, por lo que la participación del pueblo bajo la circunstancia,
justificación y forma que lo haga es convalidar al Estado y régimen. Participar
personalmente o en grupo, de forma espontánea u organizada en los procesos
electorales es seguir alimentando a la democracia burguesa; votar es aceptar de
forma expresa el fortalecimiento del Estado policíaco militar; acudir a las
urnas es dar nuestro visto bueno al terrorismo de Estado; ser un protagonista,
sin importar el nivel, antes, durante y después de las elecciones, dicha
actividad se revela en los hechos como un aporte desde la “ciudadanía” para la
contrainsurgencia.
El intento fallido de
tapar la realidad se materializa en que ésta no depende de coyunturas
políticas, menos de las burguesas. Su existencia no depende que ocupen un lugar
en la agenda de gobernantes o en los medios de comunicación impresos y
electrónicos, ella se encuentra en cada rincón de la geografía nacional y en
todos los sectores de la sociedad mexicana: la desigualdad entre clases
sociales y la lucha irreconciliable entre ellas.
En México la lucha
por la toma del poder y la transformación radical de la sociedad, no se da por
la vía político electoral y las formas de organización burguesa, de norte a
sur, de este a oeste hay lucha popular alternativa y combativa que ha roto el
cerco corporativo del Estado. Persiste la lucha armada revolucionaria para
tomar el poder e instaurar el socialismo, de la cual somos parte y
¡Estamos presentes!
FUENTE: CEDEMA
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