Noé Zavaleta
15 de noviembre de 2012
Javier Duarte, gobernador de Veracruz. Foto: Rubén Espinosa
BOCA DEL RÍO, Ver. (apro).- Bajo un aparatoso e intimidante dispositivo de seguridad, que incluyó a elementos del Ejército Y la Marina, así como a policías de elite de la Secretaría de Seguridad Pública y guardias privados, el gobernador Javier Duarte rindió su segundo Informe de Gobierno en el que ignoró por completo el tema de los periodistas amenazados y asesinados en el último año, entre ellos el de la corresponsal de Proceso, Regina Martínez.
El despliegue de seguridad incluyó revisiones en todo el municipio de Boca del Río y en la carretera Veracruz-Xalapa, así como amplios detectores de metales en el World Trade Center, sede la ceremonia.
De los 40 minutos que invirtió en su mensaje, Duarte ocupó de 15 de ellos para saludar a sus invitados especiales; 10 minutos para abordar el tema de la seguridad; otros 10 los dedicó a resumir supuestos logros: salud, educación, inversión carretera y sus dos programas estelares, “Adelante” y “Una obra, un día”.
Los restantes cinco minutos, el gobernador habló del turismo, “la alegría del Carnaval”, las Fiestas de la Candelaria, la Cumbre Tajín, y el futuro próspero y provisorio que está por venir.
Sobre las condiciones de vulnerabilidad en que trabaja la prensa en Veracruz, Javier Duarte de Ochoa dedicó apenas cuatro líneas de su discurso. Resumió como un “gran logro a nivel nacional”, la creación de la Secretaría Técnica de la Comisión para la Atención de Periodistas, con la que manifestó su respecto absoluto a la libertad de expresión.
“La comisión estatal será un organismo autónomo y encargado de velar el derecho a la información; mi reconocimiento más amplio a los periodistas, a los trabajadores, a los directivos y dueños de los medios de comunicación; esta propuesta, que ya es ley, y que ya está plasmada en la Constitución (del estado), es una propuesta sin precedente en México y buena parte del mundo”, afirmó.
Sobre el asesinato de nueve reporteros y tres desaparecidos en lo que va de su sexenio –seis de ellos en este año–, entre ellos la corresponsal de Proceso, Regina Martínez, Javier Duarte no dedicó una sola línea.
Tampoco hubo una sola frase para los familiares de los reporteros asesinados con el sello del crimen organizado o la treintena de periodistas que se han tenido que exiliar por la situación de vulnerabilidad en Veracruz.
Para reforzar sus “logros”, Duarte se apoyó en un video multimedia y una pantalla gigante, conocida como “robavista”. Sin embargo, el lucimiento del gobernador se vio disminuido por las fallas de producción: nunca se alineó la voz en off con las imágenes proyectadas sobre los “cuatro ejes rectores del II Informe”.
El mandatario lo tomó con humor: “Hemos hecho tanto que el video tuvo problemas para plasmar todo lo que hemos hecho.”
En el tema de delincuencia organizada que sumió al estado de Veracruz en una severa crisis social, Javier Duarte enfatizó su optimismo en que la situación ya está estabilizada y casi resuelta, aunque, reconoció que esto no hubiera sido posible, sin el apoyo invaluable de las fuerzas armadas, mismas a quienes hace un año y mes les delegó la seguridad preventiva y para combatir al narcotráfico en Veracruz.
“En Veracruz enfrentamos el flagelo de la violencia enfrentando a la delincuencia organizada (sic), los veracruzanos no fuimos ajenos, actuamos a tiempo y actuamos bien. Combatimos de frente al crimen; siempre de manera estrecha y coordinada con las fuerzas armadas de la República”, festino Duarte de Ochoa sin aportar ninguna cifra.
Argumentó que si no se hubiera tomado la decisión de solicitar apoyo de “nuestras gloriosas fuerzas armadas”, el resultado habría sido “peor”.
Al término del acto protocolario, se volvió a proyectar el video multimedia que al inició fracasó de forma catastrófica, sin embargo, los invitados y empleados de gobierno asistentes, optaron por retirarse.
Entre los invitados especiales, resaltó la presencia del exprocurador General de la República, Rafael Macedo de la Concha, y del exsecretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, así como de la expresidenta nacional del PRI, Beatriz Paredes Rangel, a quien Duarte de Ochoa se refirió como una veracruzana por adopción.
Enrique Peña Nieto envió en su representación a Luis Enrique Miranda Nava, de su equipo de transición. Fue notable la ausencia del exgobernador Fidel Herrera Beltrán, antecesor de Javier Duarte.
Cobijaron a Duarte los gobernadores de Coahuila, Rubén Moreira Valdés; de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz; de Hidalgo, José Francisco Olvera Ruiz; de Nayarit, Roberto Sandoval; de Puebla, Rafael Moreno Valle; de San Luis Potosí, Fernando Toranzo Fernández; del Estado de México, Eruviel Ávila; de Quintana Roo, Roberto Borge, y Rolando Zapata Bello, de Yucatán.
Los mandatarios electos de Jalisco, Aristoteles Sandoval, de Jalisco, y Manuel Velasco, de Chiapas, también concurrieron a la glosa de Duarte acompañados de Pedro Joaquín Codwell, presidente del PRI nacional.
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