22 de noviembre de 2012

HOSPITALES, INFECTADOS DE CORRUPTITIS/ ZONA FRANCA


por Roberto Morales

Tan ocupados andamos los veracruzanos con el miedo a la inseguridad, que poca o ninguna importancia damos a la raquitica atención de salud que se recibe en los hospitales del estado, a menos que suframos en carne propia la falta de médicos y enfermeras y la alarmante carencia de instrumentación especializada.
En las megalomanías del régimen fidelista se pusieron a diestra y siniestra primeras piedras y se inauguraron hospitales de norte a sur del estado. Hoy en el silibino informe duartista, heredero del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, se presumen de inauguraciones de hospitales, que más bien son refritos de aquellos estrenos para engordar las cuentas alegres.
En una nota publicada ayer martes en los impresos, difundida antes en los portales electrónicos, el director general de la Comisión de Espacios de Salud del Estado, Pedro Medina Martínez, reveló que de los 14 hospitales que dejó a medio construir la pasada administración, resta por concluir nueve, mientras que cinco ya están en operación.
“De los 14 hospitales que estaban inconclusos de la administración pasada hemos inaugurado cinco hospitales. Son Naolinco, congregación de Allende, en Coatzacoalcos, Álamo, Temapache y Alto Lucero. Fueron aproximadamente 500 millones de pesos”, dijo entrevistado en el puerto de Veracruz.
Medina Martínez se queda corto. Tomando como ejemplo la situación del hospital Pedro Coronel de Las Choapas, que se sabe es la que priva en la mayoría de los nuevos hospitales, no solamente su edificación quedó a medias, sino que a pocos años de su inauguración ya presenta daños en su estructura. Los equipos especializados para cirugías y atención especializada que allí se encontraban cuando Fidel Herrera hiciera el recorrido inaugural, pocos minutos después desaparecieron. Eran prestadas, para el lucimiento en las fotos de primera plana que saldrían en los periódicos.
A varios años de esa farsa, en el Pedro Coronel no se cuenta con las especialidades médicas indispensables para la adecuada atención de los derechohabientes y el personal de enfermería y servicios auxiliares es insuficiente, al grado tal, que el equipo médico tiene que rendir hasta tres veces más de lo que debería en condiciones normales. Quizá esto explique, que no justifique, el alto número de muertes que por negligencia médica se atribuyen a los nosocomios de la entidad.
Palabras más, palabras menos, el punto toral del problema institucional de salud es el dinero. No lo hay, y cuando se dispone de él, es usado para otros fines, sujeto a los criterios de los políticos que cíclicamente se apoderan de las instancias de gobierno, donde se decide qué hacer con los recursos.
La asignación de recursos obedece a las prioridades de quienes controlan el gobierno de Veracruz, en un extremo el gobernador Javier Duarte, y en el otro los grupos políticos con los que ha pactado y quienes le ayudan a mantener la gobernabilidad.
De esa correlación de fuerzas surge el reparto del pastel, la entrega de secretarías del gobierno estatal y cuotas de poder, que a menudo son también las cuotas financieras. Para todos hay y para todos alcanza.
Así es como gran parte de los recursos se destinan a mantener una burocracia cara, con salarios exorbitantes y gastos ilimitados, proyectos faraónicos y negocios encubiertos, que termina mermando el presupuesto en detrimento de áreas prioritarias, entre ellas, el sector salud.
De ahí que exista insuficiencia de recursos para construir hospitales, equiparlos y crear plazas de trabajo, lo mismo para médicos especialistas, residentes y pasantes, que para personal administrativo. Sin dinero es difícil aspirar a servicios de salud de calidad.
En la raíz del problema, reitero, están los políticos. Pregúntenle a Fidel Herrera Beltrán si no. Siendo gobernador arrancó 14 hospitales y los dejó a medias, algunos inaugurados al vapor, con equipo e instrumental prestado, sin médicos, sin personal administrativo, con sólo una barnizada para difundir que se cumplió con las metas trazadas. O sea, una despreciable farsa.
Los políticos no le ven a las instituciones un fin social. Ávidos de dinero, ambiciosos sin límite, ven en cada hospital, en cada clínica, en cada acción de salud, un productivo negocio. Fomentan el contratismo porque produce un jugoso porcentaje. Las obras de construcción, ampliación, suministro de equipo, instrumental médico, son asignadas a proveedores y constructores que previamente pagan el diezmo.
A los hospitales de Veracruz les aquejan muchos males, pero sobre todo, están infectados de Corruptitis, que limita sus funciones y provoca deficientes servicios a la población.
Por la Corruptitis, se carece de médicos especialistas. El presupuesto no da para crearles plazas de trabajo porque los políticos que despachan en la cúspide de la pirámide burocrática, se asignan salarios de lujo, se van de gira con cargo al presupuesto, disponen de choferes, asistentes, asesores y hasta les alcanza para darle su mesada a la amante.
Javier Duarte, dos años después, viene concluyendo los 14 hospitales que Fidel Herrera dejó a medio camino, inaugurados sin estar concluidos. De ellos, cinco ya los entregó y faltan nueve que se hallan en proceso de construcción.
Las Choapas es un botón de muestra para evidenciar las grandes carencias del sector salud veracruzano. En el hospital Doctor Pedro Coronel Pérez, las quejas van desde el servicio de urgencias, atendido por un solo médico, hasta las discrepancias entre galenos sobre cómo realizar un alumbramiento, por parto o por cesárea, mientras la paciente se tuerce de dolor.
Así le ocurrió a una joven de 16 años, a quien su ginecólogo sugirió que se aliviara de manera natural, mientras que el cirujano aconsejaba que lo hiciera por cesárea, debido a que se trata de una menor de edad. Y mientras llegaban a un punto de acuerdo, la sorprendieron los dolores de parto.
El área de urgencias a menudo es atendida por un solo médico. Ante el cúmulo de pacientes que requieren el servicio, no se da abasto. Por las noches, es peor y los pacientes con problemas cardíacos o de diabetes corren el riesgo de entrar en crisis.
En enero pasado, el titular de la Secretaría de Salud de Veracruz, Pablo Anaya Rivera, ofreció que se inyectarían recursos al hospital Pedro Coronel Pérez, que se cubrirían las plazas de médicos y personal administativo y que se subsanarían las carencias. Lo cierto es que el nosocomio ha estado en el ojo del huracán, máxime que una menor de edad, que habría de dar a luz, murió presuntamente porque le dañaron un riñón al intentar aplicarle la anestesia en la columna vertebral.
El hospital Doctor Pedro Coronel Pérez tiene ya cuatro años funcionando. En ese lapso se ha distinguido por sus carencias que lo mantienen lejos de ser considerado de “primer nivel”.
Fidel Herrera se ufanaba de haberle invertido 145 millones de pesos. “Es la obra que más me ha costado… en infraestructura de hospitalización éste hospital es la joya de la corona”, decía el ocurrente ex gobernador.
Pero por falta de presupuesto, el hospital Doctor Pedro Coronel Pérez provoca críticas y quejas de la ciudadanía, pues no cumple con sus mínimos de calidad; ha sido escenario de conflictos intergremiales, violencia y una abierta disputa entre grupos antagónicos.
Así está, en general, el sector salud veracruzano, sumido en el olvido, medio brindando servicio a la sociedad, sin equipamiento, sin instrumental, sin médicos especialistas, sin personal administrativo, agravando los problemas de los pacientes y en algunos casos, suscitando su muerte.
Y no va a cambiar mientras los políticos, dueños de las decisiones sobre presupuestos y proyectos, continúen privilegiando sus negocios, la infección por Corruptitis, y no se apliquen recursos que urgen a la parte hospitalaria, como lo demanda la sociedad.

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