ROSARIO ROBLES |
Por Lydia Cacho
Rosario Robles debe ser
investigada por actos de discriminación. Lo que dijo en Nayarit en su discurso
como secretaria de Desarrollo Social es una evidencia de muchas: “Y quiero
también aprovechar para decirles que no por tener muchos hijos van a tener más
Oportunidades. Oportunidades ya no va a beneficiar a las que tengan muchos
hijos, sino que va a apoyar a las que tengan pocos hijos, porque la familia
pequeña vive mejor y porque tenemos que pensar en estos niños y en estas niñas.
“Así es que no se me equivoquen, no me hagan cuentas multiplicando 10 por cinco. No. Eso ya se acabó porque Oportunidades lo que quiere es que esa familia salga adelante, y esa familia sólo saldrá adelante si es una familia pequeña y tiene la posibilidad de educación, de salud, de una vivienda digna”.
Decía mi madre que no es que me digas mula, sino la mula manera en que me lo dices. Sin duda Rosario amenazó a las mujeres, asunto no menor, pues el gran poder que le confiere encabezar la Secretaría responsable de impulsar el desarrollo social y la Cruzada contra el Hambre, le pone en una situación de ventaja y potestad moral frente a millones de familias sumidas en la pobreza.
Cuando el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) evalúe si los dichos de Robles Berlanga frente a las mujeres de Nayarit constituyen una violación a los Derechos Humanos y un acto de discriminación por raza, clase y género, debe tomar en cuenta la posición de poder de la secretaria de Estado y la de extrema vulnerabilidad de las recipientes de sus intimidaciones.
La mujer que representa al gobierno dijo molesta (y está grabado): “Les estamos solicitando que vayan a los talleres de planificación familiar, para que sean tres hijos en toda su vida y no más”.
No les recomendó la planificación familiar, se las ordenó en el contexto de un programa que millones de familias en situación de pobreza y hambre ven como salvación.
El tono de Robles es claro: la voz aguda, harta, como molesta ante la necedad. Usted se preguntará ¿qué importa cómo hablan los políticos a la sociedad? ¡Por supuesto que importa!
Particularmente cuando el contexto en que se dicen las cosas hace sentir a las personas atemorizadas de perder el “apoyo” de un gobierno que a pasos agigantados regresa a las prácticas paternalistas que contravienen las políticas públicas de desarrollo social.
Importa en un contexto en que los partidos políticos todos han medrado con la necesidad de millones de pobres para ganar elecciones; importa cuando en la mayor vulnerabilidad física y emocional, sin herramientas para defenderse del abuso del poder político, esas mujeres que fueron llamadas a escuchar a Robles, apenas pueden alimentarse y crecieron bajo el mandato de un paternalismo político abusivo.
Oportunidades es un programa que articula incentivos para la educación, salud y nutrición con el fin de promover el desarrollo de capacidades para familias en extrema pobreza.
Entonces qué significa que la secretaria de Estado acuse a las mujeres de tener hijos para recibir incentivos, es un juicio de valor y un acto de violencia verbal (cuando tienen que parir en los pasillos por falta de acceso a servicios médicos de salud reproductiva).
Qué significa que lo haga en el contexto del supuesto combate contra el hambre y la coincidente repartición de despensas: eso se llama condicionamiento de servicios.
En término legales se llama discriminación porque tiene todos los componentes del trato inmerecido, del desprecio, impide la libre determinación y el número y espaciamiento de los hijos, obstaculiza las condiciones equitativas.
Resalté frases de su discurso que revelan la postura personal e institucional de Robles: Oportunidades ya no va a beneficiar/sino que va a apoyar a las que tengan pocos hijos/no se me equivoquen/eso ya se acabó.
Si esto lo hubiera dicho en un foro con familia de clase media ilustrada, allí mismo se acaba su carrera.
Twitter: @lydiacachosi
*Plan b es una columna publicada lunes y jueves en CIMAC, El Universal y varios diarios de México. Su nombre se inspira en la creencia de que siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.
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