Si en un futuro alguien quiere revisar la historia de las autodefensas
en Michoacán -al parecer hoy pulverizadas-, será obligado
que se siente a ver el documental “Tierra
de Cárteles“, de Matthew Heineman.
El filme es un material periodístico, y a la vez histórico,
sobre el levantamiento armado, encabezado por el doctor José
Manuel Mireles, hoy preso en Sonora.
Aunque también expone la historia, un poco suelta, de Tim
Foley -quien se armó en Arizona para detener y entregar a la justicia a los
inmigrantes-, ésta pasa a segundo término, o sirve como un descanso para el
público, quien se mantiene tenso con todo lo que ocurre en tierras michoacanas.
El canto de un gallo, Mireles a punto de dormir, o despertando,
y cortejando a una jovencita menor de edad, son algunas de las escenas que
rompen la tensión en la sala.
El documental deja al espectador absorto con escenas grabadas en
unnarcolaboratorio, con
las que inicia y cierra; o la petición del noctámbulo Mireles, para que
maten y entierren a alguien, porque no confía en la justicia.
Y produce diferentes sensaciones a la hora de presentar imágenes
de un enfrentamiento verbal entre militares y pobladores de Apo,
Michoacán.
Así va recorriendo el collage de la encrucijada mexicana:
¿qué hacer si vienen por ti?, como pregunta el doctor Mireles. Confiar en la
justicia o hacer justicia uno mismo.
Las líneas entre el mal y el bien, como Matthew Heineman lo
apuntó en entrevista con Carmen Aristegui,
se difuminan. Pero a la postre queda claro que el gobierno no es “el bueno”:
primero no actuó y fue omiso, después dividió y traicionó a las autodefensas
con las que antes se alió. Y en la escena final, se muestra cómo se funde con
los narcotraficantes, que dice combatir.
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