Juan A. Cruz Parcero
Ahora es Nuevo León. La iglesia católica y los grupos más conservadores se aprestan a anotarse otro punto en su favor, a favor de la irracionalidad y la ignorancia. El 27 de mayo se aprobó en primera vuelta en el Congreso del Estado una iniciativa de reforma a la constitución local que establece la protección de la vida desde la fertilización. Los diputados del PAN y PRI votaron la reforma.
El discurso parece simple: protegemos de vida, ¡Nuevo León ama la vida!, gritaban consignas de grupos pro-vida. ¿Qué clase de personas se pueden oponer a esto?
Sin embargo, el discurso pro-vida es una farsa y mucha gente lo cree de buena fe. Lo es porque está basado en dogmas y da la espalda al conocimiento científico. Esto no significa que la ciencia no se equivoque nunca, lo suele hacer, pero tiene una ventaja sobre las creencias basadas en dogmas, sabe reconocer sus errores porque está abierta a la evidencia y la discusión racional.
El discurso pro-vida es en realidad un discurso pro-fanatismo, pro-cerrazón y, fatalmente, pro-muerte. Es así porque evade la información relevante, rehúye lo que sabemos a través de formas de conocimiento racionales.
Sabemos que la prohibición penal del aborto (al menos durante las primeras semanas de gestación) no logra evitar abortos, por ende, es una medida inútil para proteger la vida del embrión. En cambio, sabemos que la práctica de abortos clandestinos es extendida y genera un peligro real para las mujeres, para su salud e incluso su vida. Sabemos que las mujeres pobres son a las que más afecta esta clandestinidad. Sabemos que es una medida que genera más inequidad. Sabemos entonces que es una medida pro-muerte.
Sabemos también que proteger la vida desde la fertilización o desde la concepción es una medida absurda que pretende servir a un discurso religioso, pero está basada en la ignorancia. Desconoce todo lo que científicamente sabemos sobre el desarrollo embrionario. Por ejemplo, que no más del 20% de los óvulos fecundados o cigotos, producto de la concepción, se desarrolla para dar lugar a un feto que pudiera llegar a ser un nacido vivo, pues los cigotos tienen muy diferentes destinos, entre ellos generar tejidos sin forma, embarazos anembriónicos (donde no se desarrolla un embrión), cigotos caóticos (con muchas alteraciones genéticas que impiden el desarrollo de tejidos organizados), tumores benignos y malignos (que pueden llegar a causar la muerte de la mujer embarazada de ese tumor), así como tejido embrionario con diversas deficiencias orgánicas como ausencia de cabeza, ausencia de corazón y muchas más.
Si todo esto lo sabemos científicamente ¿cómo es posible decretar que desde la fertilización (o la concepción) existe una persona con derechos? Su argumento parte de lo que los lógicos llaman la falacia de división, que consiste en atribuir a una parte las propiedades del todo. Por ejemplo, es falaz decir que si una computadora es inteligente, sus partes son inteligentes. Algo similar ocurre cuando sostienen: “si el cigoto o el embrión son vida humana, por ende son personas”; que algo sea vida humana no equivale a que sea la vida de un ser humano y mucho menos la de una persona. Los tejidos, los órganos, las células, un embrión, etc., de un humano son vida humana, pero no son seres humanos ni personas.
Sabemos que la ciencia ha avanzado y está avanzando a través de la experimentación con embriones. No sólo para conseguir que parejas o mujeres que no pueden reproducirse naturalmente lo logren a través de métodos de reproducción asistida. También este tipo de investigación sirve para salvar vidas. Si a los embriones los consideramos personas por un arrebato legislativo, el retroceso científico repercutirá en mayor atraso.
Por último, considerar que desde la fertilización existe una persona con derechos genera múltiples absurdos legales que darían motivo para reírnos y burlarnos de este tipo de legislación (véase Raymundo Canales www.excelsior.com.mx/opinió...), si no fuera por las graves consecuencias que conllevan, especialmente para la salud y la vida de las mujeres
Que quienes luchan de buena fe por la vida no se engañen, dar la espalda a la ciencia y al conocimiento ha sido generalmente bandera del fanatismo y de quienes luchan por mantener la ignorancia y la muerte.
Twitter: @juancruzpar
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