Por Chiapas Paralelo
Reproducimos aquí la hoja
de vida de nuestros 10 compañeros asesinados en Veracruz.
Estos
textos forman parte del proyecto para guardar memoria de los periodistas y
trabajadores de la información asesinados y desaparecidos en México desde el 2
de julio de 2000, cuando inició la alternancia democrática, hasta el día de
hoy. Forman parte del trabajo que se puede encontrar en http://nuestraaparenterendicion.com/
Noel
López Olguín (2011). Rumbo a Soteapan
El 8 de marzo del 2011,
por la mañana, Noé, de 45 años de edad, estaba desayunando en su casa -ubicada
en la colonia Rafael Murillo Vidal, en Jáltipan, Veracruz-, cuándo recibió una
llamada telefónica. Hizo un alto en la comida, contestó el teléfono, intercambio
un par de palabras y colgó. Entonces se dirigió a su esposa y le dijo que haría
un par de diligencias rumbo a Soteapan y que volvería para la tarde.
Nunca más regresó.
Miguel
Ángel López Velasco (20|06|2011) El Jefe Milo
8h de la noche. Notiver,
avenida Landero y Coss, centro del puerto veracruzano. Miguel Ángel López
Velasco proviene del café La Parroquia -al que llegaba desde las 5h; distancia
cuatro cuadras- con un lechero en el estómago. Abre la puerta, camina entre
unas vetustas rotativas sobre una rampa, sube escalones, gira una perilla
amarillenta y se encamina hacia su escritorio diez pasos adelante.
Misael
López Solana (20|06|2011) Está cabrón y se va a poner peor
Veracruz. Era mediodía de
domingo y tronaban armas en el estacionamiento de la plaza comercial Las
Américas, en el ayuntamiento de Boca del Río, vecino al puerto. Militares,
marinos y policías cercaron el perímetro. Había un enfrentamiento. Todos
corrían. Unos para salir y otros para llegar. Ese 19 de marzo de 2007, los
fotógrafos y reporteros de nota roja tropezaron con cuatro muertos, luego de
varias horas de disparos cruzados entre autoridades y desconocidos.
Yolanda
Ordaz (24|07|2011) ¿Para qué le puede servir un periodista a los criminales?
Una semana antes de su
asesinato, Yolanda Ordaz, periodista del diario Notiver, cuestionaba al
Procurador General de Justicia de Veracruz, Reynaldo Escobar, sobre la falta de
resultados en las investigaciones que la instancia a su cargo realizaba para
esclarecer la muerte de Miguel Ángel López Velasco, Misael López Solana y,
compañeros de Notiver asesinados el 20 de junio de 2011.
Regina
Martínez (28|04|2012) Un cadáver más en el estado más peligroso para los
periodistas
El 28 de abril de 2012 la
noticia fue transmitida de boca en boca en el seno de una comunidad
conmocionada. La periodista Regina Martínez Pérez (1963), corresponsal del
semanario Proceso, apareció asesinada en su casa de Xalapa. Veracruz. Quien
escribe, entonces de visita en la Feria Internacional del Libro Universitario,
se topó con un hondo silencio luctuoso al final de algunas presentaciones. Su
última nota, publicada un día antes de morir, versó sobre el arresto de nueve
policías corruptos en un municipio panista del Papaloapan. El lunes 30, al
final de la presentación de mi libro más reciente, se me acercó una persona que
prefirió no dar su nombre. Minutos antes se había pedido silencio por Regina
Martínez. Mi interlocutor comentó que poco antes del asesinato habían entrado
al domicilio de la periodista a llevarse su computadora. Pero ella -con treinta
años de trayectoria impecable- decidió continuar su rutina.
Guillermo
Luna Varela (3|05|2012) Breve historia de amor con el periodismo
Guillermo Luna Varela
tenía 18 años cuando se enamoró del periodismo. Recién había terminado su
carrera técnica como reparador de aires acondicionados y refrigeración, pero no
sabía muy bien qué hacer con su vida. Así que mientras se decidía acompañaba a
su tío, Gabriel Huge Córdova, un experimentado fotógrafo al que sus compañeros
apodaban el Mariachi porque en sus inicios profesionales solía guardar su
pesada y antigua cámara en un estuche de violín.
Gabriel
Huge Córdova (3|05|2012) Huge y los héroes de Notiver
El fotógrafo Gabriel Huge
Córdova acaba de regresar al lugar de los crímenes para seguir trabajando como
periodista. Decidió abandonar Veracruz en julio, después de los asesinatos de
la reportera del diario Notiver, Yolanda Ordaz, y del columnista
Miguel Ángel Velasco. Pero volvió. Era consciente de que tenía una cita en
Samarra. La referencia a la ciudad iraquí, donde empezó la guerra civil entre
suníes y chiíes en 2006, viene a cuento porque un viejo cuento sufí expresa
perfectamente lo que está ocurriendo actualmente con la prensa en México. Un
criado está en el mercado de Bagdad cuando se cruza con la muerte que se le
queda mirando fijamente. Aterrorizado, vuelve a su casa y le cuenta lo que ha
ocurrido a su señor, que le presta su caballo más veloz y le dice: “Huye a
Samarra”. A continuación, el señor sale al mercado en busca de la muerte y,
cuando la encuentra, le dice: “¿Por qué has asustado de esa manera a mi criado?
¿Que te ha hecho?”. A lo que la muerte responde: “No pretendí asustarle.
Simplemente me sorprendió verle aquí, en Bagdad, porque tengo una cita con él
esta noche en Samarra”.
Esteban
Rodríguez (Mayo | 2012) Un instante con Esteban
Esteban Rodríguez no
estaba cómodo ese mediodía. Era 16 de agosto de 2010. Hacían más de 35 grados
centígrados y una humedad del demonio. En un mes llegaría el huracán Karl a las
costas de Veracruz. Esteban tenía el pecho a tierra, los codos bien levantados
y los metatarsos plantados al asfalto como una flaca lagartija; empujaba la
muñeca izquierda contra el piso y tomaba fuerte con la mano derecha su antigua
Nikon D50, protegiéndola del cemento mojado. En la foto se le ve a unos
pasos de dos policías que se mueven híper bucólicos, casi en la trompa de una
camioneta de ministeriales.
Víctor
Manuel Báez Chino (13|06|2012) 25 años de experiencia que terminaron por una
guerra
El día del sepelio de
Víctor Manuel Báez Chino, sus compañeros reporteros apenas pudieron tomar
fotografías. Escribieron sus crónicas con el rigor que exige el miedo y la
autocensura. No querían más riesgos para nadie. “La familia pidió discreción”,
escribió uno de ellos.
Gregorio
Jiménez (05| 02| 2014) Me dueles Goyo, nos dueles Goyo
Goyo, me gustaría
asegurarte que cambiaste la historia, que lograste unir al gremio, que no habrá
otra desaparición que ocurra en silencio. Pero no puedo adelantarme. Eso sí, tu
caso fue diferente porque tu jefa y tus compañeros se la jugaron por ti, porque
en Veracruz ya se sacudieron el miedo. Como Antígonas, tus compañeras
periodistas desafiaron las leyes del estado y salieron a buscarte, intentaron
regresarte a casa. Ahora te pido, protégelas de toda ira. Protégelas de quienes
no conocen la palabra dignidad.
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