De acuerdo con los
tiempos electorales aprobados por el Instituto Nacional Electoral (INE) rumbo a
las elecciones del próximo domingo 7 de junio, el pasado 10 de enero inició el
periodo de precampañas en los partidos políticos, mismas que concluirán el
próximo 18 de febrero, lo mismo que los procedimientos aplicables para la
selección y registro de candidatos a diversos cargos de elección popular.
Luego,
el 23 de febrero los partidos decidirán quienes serán sus candidatos de mayoría
relativa –los que son elegidos directamente por el voto ciudadano–, mientras
que el 28 de ese mismo mes anunciarán a aquellos que competirán por los
espacios de representación proporcional –los también llamados plurinominales
son aquellos que le tocan a cada partido, dependiendo del porcentaje de
votación que obtenga cada instituto y, además, como una concesión política en
cada grupo–.
Pues
bien, lo que los ciudadanos hemos visto en los últimos ocho días no ha hecho
sino corroborar la desconfianza, el rechazo e incluso la repulsión que producen
los partidos políticos y sus militantes de más alto nivel en su objetivo de
mantener el poder y, sobre todo, hincarle el diente al presupuesto público.
Vivir
de gorra, con un salario pagado por todos los mexicanos, y hacer de las suyas
gracias a las prebendas de sus puestos, incluido el fuero constitucional, es su
motivación central.
Por
eso es que esos “chapulines” han comenzado a brincar por todos lados, yendo de
un lado a otro, empujando e incluso aplastando a sus correligionarios, pues el
pastel sólo alcanza para unos pocos y nadie quiere perderse la tajada o incluso
las migajas.
Ayer,
lo mismo que hicieron los empresarios durante la semana que terminó, la
Arquidiócesis de México criticó la brincadera de “chapulines” en busca de que
sus nombres quedan inscritos en las boletas, especialmente en busca de un sitio
en la Cámara de Diputados, que el 7 de junio renovará a sus 500 integrantes.
También
ayer, Héctor Serrano Cortés,
quien es el titular de la Secretaría de Gobierno del Distrito Federal, informó
que ya recibieron 14 solicitudes de licencia de los jefes delegaciones
perredistas que aspiran a ser legisladores federales.
Además,
aunque el Delegado en Benito Juárez, Jorge
Romero Herrera, del Partido Acción Nacional (PAN), aún se
mantiene en el cargo, ha reconocido que busca competir por una diputación
local. En tanto, el priista Adrián
Rubalcava Suárez,
Delegado de Cuajimalpa, se encuentra aún a la espera de que inicie el proceso
en su partido para tomar la decisión de migrar.
Esto
es sólo lo que pasa en la capital del país, pero el mismo fenómeno se está
presentando en todos los estados del país, donde los políticos están brincando
de un lado a otro en busca de seguir royendo el hueso de las finanzas públicas.
Por
eso, en su Sistema Informativo, la Iglesia católica expuso: “Con las
precampañas comienzan a verse las limitaciones y lagunas del marco electoral. Y
es que, a fin de alcanzar un “güeso” y para seguir viviendo del presupuesto,
funcionarios locales y representantes populares comenzaron a brincar los
‘chapulines’ para asegurar su nombre en boletas electorales o listas de los partidos
para una curul en la Cámara de Diputados (sic)”.
La
crítica de la Arquidiócesis se suma a la de la Confederación Patronal de la
República Mexicana (Coparmex), que el viernes lanzó la campaña
#NOVotesporChapulines, en la que exhortó “a los empresarios, a sus
colaboradores, a la sociedad en general, que analicen otras opciones antes de
votar por un candidato que dejó inconcluso su cargo público para acceder a
otro”.
“Hemos
decidido que no nos gustan los bien llamados ‘chapulines’, por considerar que
no se les puede tomar en cuenta como posibles servidores públicos de confianza
y que han abusado de la ciudadanía al generar, sin vergüenza, un comercio burdo
por alcanzar nuevas prebendas político-económicas, por encima del compromiso
adquirido con los electores”, refirió el organismo en un comunicado de prensa
que firma José Luis Beato González,
presidente de la Coparmex en la Ciudad de México.
La
representación de los empresarios de la capital del país mencionó que la
mayoría de los jefes delegacionales y varios diputados locales han manifestado
en días recientes su intención de abandonar sus cargos para buscar uno nuevo en
la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) o en la Cámara de
Diputados.
“Desecharán
sin más, un trabajo para el que fueron elegidos por la ciudadanía y a la que
debrían responder hasta el último día de su cargo”, planteó la Coparmex y
añadió que una vez que los funcionarios se retiren de sus cargos buscarán a los
directores jurídicos de las delegaciones y a los diputados suplentes para dar
seguimiento a los pendientes administrativos y legislativos.
Para
la Iglesia católica esto es “indignante y escandaloso”, pues en el caso de la
Ciudad de México, 10 de los 16 jefes delegacionales –“mostrando el mayor
desprecio a la ciudadanía que los eligió”–, ya pidieron licencia para amarrar
un asiento en la ALDF o la Cámara de Diputados.
El
fenómeno de los “chapulines” no es nuevo. Sin embargo, en esta elección la
sociedad está mostrando desde diversos frente su hartazgo ante el descaro y la
desvergüenza de los políticos y de sus partidos, cuyas estructuras aún les
permiten abiertamente estos actos, plenos de irresponsabilidad pero, además, de
una profunda corrupción, pues no entregan cuentas claras ni se les hacen
auditorías formales antes de dejar sus cargos y buscar otros puestos de más
relevancia.
Y
decimos aún, en la esperanza de que, poco a poco, la sociedad ponga en su lugar
a esos institutos políticos que operan actualmente como cualquier otra mafia,
los reduzca y los obligue a una transparencia necesaria y sin la cual no se
obtendrá una democracia plena.
Una
buena parte de la ciudadanía ha decidido no votar el próximo 7 de junio, debido
a actos de desvergüenza como los que ahora referimos. Sin embargo, antes de esa
decisión, que es válida y respetable, se debe exigir a los presidentes de los
partidos, a nivel nacional y local, rindan cuentas claras sobre su
administración, lo mismo que a sus candidatos, más aún cuando vienen manejar
dinero público. Sin una auditoría hecha y derecha no debiera haber candidatura.
Usted
dirá: “pero estamos en México y aquí todo se puede”. Sí, estamos en México,
pero de la sociedad civil organizada depende que estos sinvergüenzas no sigan
brincando de un lado a otro, sin principios, sin ética alguna y en una eterna
danza de la ambición.
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