20 de enero de 2015

“CHAPULINES”: LA DANZA DE LA AMBICIÓN

De acuerdo con los tiempos electorales aprobados por el Instituto Nacional Electoral (INE) rumbo a las elecciones del próximo domingo 7 de junio, el pasado 10 de enero inició el periodo de precampañas en los partidos políticos, mismas que concluirán el próximo 18 de febrero, lo mismo que los procedimientos aplicables para la selección y registro de candidatos a diversos cargos de elección popular.
Luego, el 23 de febrero los partidos decidirán quienes serán sus candidatos de mayoría relativa –los que son elegidos directamente por el voto ciudadano–, mientras que el 28 de ese mismo mes anunciarán a aquellos que competirán por los espacios de representación proporcional –los también llamados plurinominales son aquellos que le tocan a cada partido, dependiendo del porcentaje de votación que obtenga cada instituto y, además, como una concesión política en cada grupo–.
Pues bien, lo que los ciudadanos hemos visto en los últimos ocho días no ha hecho sino corroborar la desconfianza, el rechazo e incluso la repulsión que producen los partidos políticos y sus militantes de más alto nivel en su objetivo de mantener el poder y, sobre todo, hincarle el diente al presupuesto público.
Vivir de gorra, con un salario pagado por todos los mexicanos, y hacer de las suyas gracias a las prebendas de sus puestos, incluido el fuero constitucional, es su motivación central.
Por eso es que esos “chapulines” han comenzado a brincar por todos lados, yendo de un lado a otro, empujando e incluso aplastando a sus correligionarios, pues el pastel sólo alcanza para unos pocos y nadie quiere perderse la tajada o incluso las migajas.
Ayer, lo mismo que hicieron los empresarios durante la semana que terminó, la Arquidiócesis de México criticó la brincadera de “chapulines” en busca de que sus nombres quedan inscritos en las boletas, especialmente en busca de un sitio en la Cámara de Diputados, que el 7 de junio renovará a sus 500 integrantes.
También ayer, Héctor Serrano Cortés, quien es el titular de la Secretaría de Gobierno del Distrito Federal, informó que ya recibieron 14 solicitudes de licencia de los jefes delegaciones perredistas que aspiran a ser legisladores federales.
Además, aunque el Delegado en Benito Juárez, Jorge Romero Herrera, del Partido Acción Nacional (PAN), aún se mantiene en el cargo, ha reconocido que busca competir por una diputación local. En tanto, el priista Adrián Rubalcava Suárez, Delegado de Cuajimalpa, se encuentra aún a la espera de que inicie el proceso en su partido para tomar la decisión de migrar.
Esto es sólo lo que pasa en la capital del país, pero el mismo fenómeno se está presentando en todos los estados del país, donde los políticos están brincando de un lado a otro en busca de seguir royendo el hueso de las finanzas públicas.
Por eso, en su Sistema Informativo, la Iglesia católica expuso: “Con las precampañas comienzan a verse las limitaciones y lagunas del marco electoral. Y es que, a fin de alcanzar un “güeso” y para seguir viviendo del presupuesto, funcionarios locales y representantes populares comenzaron a brincar los ‘chapulines’ para asegurar su nombre en boletas electorales o listas de los partidos para una curul en la Cámara de Diputados (sic)”.
La crítica de la Arquidiócesis se suma a la de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), que el viernes lanzó la campaña #NOVotesporChapulines, en la que exhortó “a los empresarios, a sus colaboradores, a la sociedad en general, que analicen otras opciones antes de votar por un candidato que dejó inconcluso su cargo público para acceder a otro”.
“Hemos decidido que no nos gustan los bien llamados ‘chapulines’, por considerar que no se les puede tomar en cuenta como posibles servidores públicos de confianza y que han abusado de la ciudadanía al generar, sin vergüenza, un comercio burdo por alcanzar nuevas prebendas político-económicas, por encima del compromiso adquirido con los electores”, refirió el organismo en un comunicado de prensa que firma José Luis Beato González, presidente de la Coparmex en la Ciudad de México.
La representación de los empresarios de la capital del país mencionó que la mayoría de los jefes delegacionales y varios diputados locales han manifestado en días recientes su intención de abandonar sus cargos para buscar uno nuevo en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) o en la Cámara de Diputados.
“Desecharán sin más, un trabajo para el que fueron elegidos por la ciudadanía y a la que debrían responder hasta el último día de su cargo”, planteó la Coparmex y añadió que una vez que los funcionarios se retiren de sus cargos buscarán a los directores jurídicos de las delegaciones y a los diputados suplentes para dar seguimiento a los pendientes administrativos y legislativos.
Para la Iglesia católica esto es “indignante y escandaloso”, pues en el caso de la Ciudad de México, 10 de los 16 jefes delegacionales –“mostrando el mayor desprecio a la ciudadanía que los eligió”–, ya pidieron licencia para amarrar un asiento en la ALDF o la Cámara de Diputados.
El fenómeno de los “chapulines” no es nuevo. Sin embargo, en esta elección la sociedad está mostrando desde diversos frente su hartazgo ante el descaro y la desvergüenza de los políticos y de sus partidos, cuyas estructuras aún les permiten abiertamente estos actos, plenos de irresponsabilidad pero, además, de una profunda corrupción, pues no entregan cuentas claras ni se les hacen auditorías formales antes de dejar sus cargos y buscar otros puestos de más relevancia.
Y decimos aún, en la esperanza de que, poco a poco, la sociedad ponga en su lugar a esos institutos políticos que operan actualmente como cualquier otra mafia, los reduzca y los obligue a una transparencia necesaria y sin la cual no se obtendrá una democracia plena.
Una buena parte de la ciudadanía ha decidido no votar el próximo 7 de junio, debido a actos de desvergüenza como los que ahora referimos. Sin embargo, antes de esa decisión, que es válida y respetable, se debe exigir a los presidentes de los partidos, a nivel nacional y local, rindan cuentas claras sobre su administración, lo mismo que a sus candidatos, más aún cuando vienen manejar dinero público. Sin una auditoría hecha y derecha no debiera haber candidatura.

Usted dirá: “pero estamos en México y aquí todo se puede”. Sí, estamos en México, pero de la sociedad civil organizada depende que estos sinvergüenzas no sigan brincando de un lado a otro, sin principios, sin ética alguna y en una eterna danza de la ambición.

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