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Tardó cinco días para acreditar que Rubén Espinosa Becerril era periodista “activo” y colaborador de la revista Proceso y de la agencia Cuartoscuro. Desde el domingo 2 de agosto, en reunión con directivos de estos medios, y aun cuando ya era público que se trataba de un fotorreportero amenazado en Veracruz, el Procurador capitalino Rodolfo Ríos Garza desestimó la profesión en el móvil del crimen porque no había sido asesinado, dijo, “durante el ejercicio de su trabajo”.
Ríos parecía tener claro desde el domingo, dice la reportera Daniela Pastrana, presente en la reunión como directora de la Red de Periodistas de a Pie, que los crímenes a investigar en la colonia Narvarte eran el homicidio, los cuatro femenicidios y el delito de robo.
“Pero la línea periodística no ha sido investigada”, agrega Pastrana, quien apenas el 9 de julio, tres semanas antes del crimen, recogió en entrevista la denuncia que el fotorreportero hizo del hostigamiento contra la prensa por parte del Gobierno de Javier Duarte de Ochoa.
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