Rúbrica
Por Aurelio Contreras
Moreno
Si a alguien debe
reclamársele asumir su responsabilidad por el desastre al que se llevó al
estado de Veracruz en los últimos años es al ex gobernador y actual cónsul de
México en Barcelona, Fidel Herrera Beltrán.
Desde su sexenio
comenzó el saqueo de las finanzas estatales y la aparición de una casta de
nuevos ricos que hicieron uso y abuso del poder para satisfacer intereses,
deseos y hasta perversiones y traumas personales.
Prácticas
deshonestas e ilícitas como el cobro de “moches” del 20 por ciento a los
contratistas del gobierno para asignarles obras y contratos fueron el pan de
cada día del sexenio de la “fidelidad”, en el que incluso los titulares de las
diferentes áreas y dependencias gubernamentales tenían asignada una “cuota” que
forzosamente tenían que enviar cada mes “a quien manda”, como eufemísticamente
le da por llamar al gobernante en turno la prensa oficialista.
“Lo que se arregla
con dinero, sale barato”, fue una máxima del sexenio de Fidel Herrera Beltrán,
que bajo esa “filosofía” se dedicó a gobernar a punta de “cañonazos” de
millones de pesos, provenientes del erario, que lo mismo servían para comprar
opositores que para mantener “tranquilos” a los medios de comunicación, de
cuyos contenidos desapareció la crítica al poder, sustituida por la loa que
endulzaba la enfermiza megalomanía del mandatario que nació en la pobreza y
llegó a ser multimillonario sin trabajar nunca en otra cosa que no fuera la
política.
Instrumentos
financieros como el de la bursatilización de impuestos y participaciones
federales, puestos en marcha durante la administración fidelista, fueron el
inicio de un tortuoso camino de trampas y engañifas para desviar el dinero
público hacia campañas políticas y fortunas personales, mientras se les
encajaba a los veracruzanos una deuda que, doce años después, es una lápida
sobre la tumba del desarrollo de la entidad.
Entre 2004 y 2010
comenzó a gestarse la tragedia de la seguridad pública en el estado. Los
levantones, los secuestros, las zonas infranqueables para cualquier autoridad,
la proliferación de la delincuencia organizada, fueron fenómenos de los que el
gobierno de Herrera Beltrán fue cómplice, por los menos, por omisión.
“Tienes el dinero,
págales”, solía decirles el entonces gobernador a los aterrados empresarios
cuando le solicitaban auxilio ante una extorsión o un secuestro.
A la vera de Fidel
Herrera Beltrán aparecieron en la vida pública del estado de Veracruz los
personajes que más tarde lo llevarían a la bancarrota: son creación suya,
hechos a su imagen y semejanza, Javier Duarte, Jorge Carvallo, Erick Lagos. Sin
su padrinazgo jamás habrían llegado a figurar en la palestra política estatal.
Y precisamente por
eso, Fidel Herrera Beltrán no puede lavarse las manos, como pretende, ante la
situación por la que atraviesa actualmente Veracruz. Sus intentos de deslinde
de su sucesor, a quien impuso primero como candidato y luego como gobernador,
son una bofetada a los veracruzanos, un altanero derroche de cinismo.
“Lamentablemente mi
sucesor no fue lo que yo esperaba y en medio pues hizo cosas que no tenía que
hacer”, declaró este fin de semana Herrera Beltrán al periódico El Economista,
intentando tomar distancia de Javier Duarte ahora que la desgracia ha tocado al
segundo y enfrenta señalamientos por peculado y enriquecimiento ilícito que lo
tienen al borde de la expulsión del PRI y de enfrentar un proceso judicial que
podría llevarlo a la cárcel.
Fidel Herrera no
puede deslindarse de Javier Duarte. Él lo creó y lo impuso como su sucesor. Y
por ende, es igual de culpable. Si no es que más aún.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
No hay comentarios:
Publicar un comentario