Ana María
Aragonés
Enrique Peña Nieto fue
entrevistado por Fareed Zacaria, conductor del programa GPS de la cadena CNN,
en el contexto de la reciente Cumbre de Líderes de Norteamérica en Ottawa,
Canadá y, más allá de la falta de oficio para responder en forma fluida y clara
a las preguntas del conductor, lo más preocupante es lo alejado que se
encuentra Peña Nieto de la realidad del país. Por ejemplo, decir que de
ninguna manera México pagará para construir un muro fronterizo en
respuesta a los exabruptos de Donald Trump, es un argumento por demás simple y
sin ninguna sustancia para responder a tamaño sinsentido.
Hubiera sido importante recordar que
Estados Unidos ha estado construyendo un muro para controlar supuestamente la
entrada de indocumentados desde 2006, y a la fecha se han completado mil 50
kilómetros de los 3 mil 200; un mosaico de acero y concreto al que se
suman cámaras infrarrojas, sensores, aviones, dirigibles y otros mecanismos (Carlos
Lazo ), a pesar de lo cual la migración indocumentada no se ha detenido.
Por otro lado, podía haber retomado
datos del documental estadunidense, dirigido y narrado por Rory Kennedy, en el
que se refiere que Washington ha gastado unos 3 mil millones de dólares en el
proyecto, pero no ha logrado frenar la migración indocumentada, pues, de
acuerdo con los datos del Centro Hispánico Pew, entre 2007 y 2009 ingresaron
unos 300 mil indocumentados cada año, a pesar de la profunda crisis por la que
estaba transitando la nación vecina.
Por lo tanto, claramente el muro no
funcionó. Se señala además que es probable que los futuros gobiernos deban
gastar unos 6 mil 500 millones de dólares para darle mantenimiento en los
próximos 20 años, aparte de que terminar el muro resulta casi imposible
financieramente, en la medida en que se trata de terrenos de pantanos y desiertos.
La realidad es que la migración tiene otros determinantes que un muro no
detiene.
Y aquí está la otra vertiente que Peña
Nieto dejó pasar. No sólo por ponerse a la defensiva en el tema migratorio,
negando enfáticamente que el país sea expulsor de migrantes, sino que mostró
una total ignorancia al suponer que el fenómeno de los trabajadores
indocumentados es consecuencia del tráfico de personas, para lo cual
señala que los gobiernos están trabajando juntos y tienen una estrecha
coordinación. ¡Increíble! ¿Dónde están sus asesores?
Lamentablemente hay que aceptar que
México expulsa trabajadores por falta de opciones dignas de vida, pero el
fenómeno migratorio se concreta cuando hay un polo de atracción, que en este
caso ha sido precisamente Estados Unidos, país que con sus empresas y
corporaciones se ha beneficiado de estos flujos, sobre todo a partir de 1994
con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en
1994.
Destacaría la industria agroalimentaria
exportadora, por la que Estados Unidos fue considerado por algún tiempo
hegemónico en este rubro; la industria de la construcción, las industrias de la
carne y del pollo, los servicios; todos incorporaron una gran cantidad de
migrantes indocumentados, gracias a los cuales sus productos fueron más
competitivos, pues los bajos salarios devengados se convirtieron en una forma
de subsidio.
El TLCAN supuso la devastación del
campo mexicano, y con ello la pérdida de autosuficiencia alimentaria. Cuando el
25 por ciento de los alimentos provienen del exterior se produce vulnerabilidad
alimentaria, y en el caso de México se importa 60 por ciento de los alimentos
(Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura, FAO). Los tres millones de campesinos desplazados de la producción
de alimentos (Sinembargo.mx), se vieron forzados a irse a Estados Unidos, pues
la producción agroalimentaria se trasladó a ese país.
Por otro lado, habría que añadir que
debido al TLCAN México, para colmo, afianzó su posición como nación
maquiladora, pues las fanfarrias sobre la exportación de coches no responden a
una política industrial propia, sino a los complejos ensambladores que no
suponen desarrollo, sino muestran que los trabajadores mexicanos, si bien están
a la altura en calificación, lamentablemente no en los salarios percibidos,
pues por eso se encuentran ahí estas plantas.
Pero Enrique Peña nunca reconocerá que
la política económica del país está ligada a los intereses de Estados Unidos,
pero alejada de las necesidades del pueblo mexicano, y explica, en parte, la
expulsión de sus trabajadores, que al final ha beneficiado a Estados Unidos.
Revertir esta situación supone cambiar las relaciones de subordinación con el
país del norte, proyecto que de ninguna manera está en los planes de este
gobierno.
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