23 de julio de 2016

ACUSA FAMILIA DE PEDRO TAMAYO COLUSIÓN DE SSP Y ASESINOS: "LOS DEJARON ESCAPAR"


Tierra Blanca, Ver.- "No dejes que me lleven al Seguro Social, gorda. Allá los estatales me van a terminar de matar. Cuida a mis hijos, a mis nietos y renuncia a la seguridad del estado", suplicó en la agonía, Pedro Tamayo Rosas, el decimonoveno periodista asesinado en el sexenio de Javier Duarte.
Los agresores, tuvieron tiempo a placer para cumplir con su encomienda. En medio de carcajadas, dispararon en 11 ocasiones para doblar de miedo al reportero veracruzano. Fue un último proyectil, el certero, que le provocó un boquete en el estómago; de anchura imaginable, para haberlo desangrado en 25 minutos.
"Si hay cómplices en el asesinato, son los policías estatales. El carro de los matones les pasó al lado. Se fueron a vuelta de rueda, echando tiros al aire. Una vez que los estatales resguardaron el lugar, a mi mamá le cortaron cartucho y advirtieron que si asistía a mi papá también le disparaban", narró su hijo.
Fue hasta que empezó a sacar espuma y sangre por la boca. Cuando dejó de respirar, el comandante dijo: "Camarada éste ya se peló, ahora sí échame la ambulancia para acá" acusa el hijo de Pedro Tamayo, testigo presencial del pasado 20 de julio. Valeroso, responsabiliza a 11 oficiales de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) estatal.
Entre los agentes implicados destacan quienes descendieron de la unidad 08-2841, una camioneta Ford F150, del año 2015, la misma que ocupó el comandante Marcos Conde, uno de los responsables por la desaparición forzada y presunto masacre de los cinco jóvenes del caso Tierra Blanca.
Tamayo Rosas, colaborador de los diarios Al Calor Político y El Piñero de la Cuenca, fue el primer reportero que difundió aquella noticia del pasado 11 de enero. Acto difusivo que llevó a la detención de 21 actores materiales e intelectuales, ocho ex agentes estatales y 13 civiles ligados al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Caso que rebasó fronteras y lo llevó a refugiarse el 25 de enero en el estado de Oaxaca, por amenazas que el mismo hiciera públicas: "Bájale de huevos, deja de estar chingando al fiscal y al gobernador".
El caso fue considerado de alto riesgo por la Comisión de Atención y Protección a Periodistas (CEAPP), la solución inmediata fue exiliar al dueño de la página en Facebook Línea de Fuego junto a su familia.
Alicia Blanco Beiza, viuda del reportero finado, confirma que en el mes de marzo decidió abandonar su refugio, en el estado de Baja California. "Atravesaba un cuadro de depresión. Es horrible el encierro en un lugar que no conoces. Pedro bajó 12 kilos. Obviamente también extrañaba su oficio, es algo que se le notaba fácilmente".
Es la parte documentada de Pedro Tamayo, conocido como El Perico en la Cuenca del Papaloapan. Un reportero luchón, lo describe su esposa, quien aprendió a ganarse las monedas, desde joven, lavando inodoros y recogiendo propinas en los restaurantes.
El hombre que no podía escuchar la sirena patrullera porque salía a cumplir con la labor, así fuera de madrugada. A quien siempre se le vio perseguir la inmediatez con bolígrafo, celular y su libreta reporteril.
El periodista policial que por la cobertura de algún enfrentamiento entre malandros, por fotografiar cadáveres putrefactos de halcones, o ganar las primicias de feminicidios en la región, se conformaba con 100 pesos por nota informativa.
Jamás perdió la disciplina de escribir a diario, ni siquiera en su estancia por el norte del país, cual Fernando Pessoa y las cartas a su novia, Ofelia Queiroz, Tamayo, pedía a su esposa, Alicia Blanco, leyera sus notas informativas, aunque no se publicaran. Exigía, también, le precisara si el estilo se le alejaba, de repente, por no estar en el campo de los hechos.
Así el hombre que nació para la nota roja. A quien lo han ayudado a vestir una reluciente camisa azul turquesa, antes de instalarlo en su hogar con paredes de cedro, que será infinito. Sitio lúgubre, donde colegas, además de santiguarlo, le piden que desde la sucursal celestial abogue por el periodismo en Veracruz.
Una vez, culminado el interrogatorio con los agentes periciales, Alicia Blanco Beiza, se dispone a relatar la última ocasión que convivió con su eterno compañero, Perico. Si lo hace, es porque espera justicia. En tanto ella y su familia permanecerán en casa. "Ya no vamos a escapar. Si me matan, pues que sea en mi casa y no lejos de los míos".
"Lo mataron en el puesto familiar de hamburguesas"
Eran casi las 10 de la noche, las comandas de comida rápida en el negocio familiar se coreaban al por mayor. El padre de familia, en un descanso a su labor como mesero, decidió sentarse a leer las noticias en una silla de plástico. Allí y así le llegaría la muerte.
Un vehículo Bora, color gris, se detuvo frente a la vivienda. Dos sujetos descendieron de entre 30 y 40 años de edad, bajaron del auto, luego saludaron efusivos: "Qué onda, Tamayo. Recomiéndame la especialidad de la casa", solicitaron sin tomar asiento.
El reportero, contestó a uno de los agresores, a quien refirió como "Fallo", según testigos. Ofreció hamburguesas con carne de res y estos ordenaron cuatro para llevar. Dato que sólo sirve para inferir que al menos el mismo número de personas montaron el atentado.
Fue cuando los dos sujetos corrieron el seguro de sus armamentos, nueve milímetros. Al menos tres detonaciones resonaron en la calle 5 de mayo, en la zona centro de Tierra Blanca. La esposa y uno de los hijos, salieron de inmediato a ver qué pasaba sobre la vía pública. "Métanse y escóndanse", gritaba Pedro a los suyos.
Sin embargo, uno de ellos no hizo caso en el afán de ayudarlo, "le soltaron otro balazo. No le pegaban, le decían de cosas y lo espantaban echando balas por un lado. Mi papá nada más se encogía en su silla y se llevaba las manos a la cabeza".
Fue el último tiro el que impactó al reportero, la bala le rozó el brazo derecho, le entró por el estómago y salió finalmente, destrozando el respaldo del asiento. "Mi padre se quejó y se fue para atrás. Se pegó en la nuca y comenzó a desangrarse", explica el entrevistado.
"Tal vez sólo querían meterle un susto"
"No mames, loco, ya la cagaste", reprendió uno de los agresores. Luego se dirigió a la esposa de Tamayo Rosas, "Tú ya la libraste, mejor hazte a un lado". Luego se echaron a correr, echando tiros y carcajadas infernales. La impunidad estaba de su lado.
En la esquina del domicilio del puesto de hamburguesas se encendieron unas torretas policiales. Se ignora si cumplían con rondines o custodiaban a los agresores, asegura el hijo. "Los tuvieron a unos cinco metros de distancia. El carro de estas personas les pasó junto", detalla.
Ante la inoperancia de las autoridades, el hijo cogió las llaves de una camioneta de la familia y se dispuso a perseguir al Bora Gris. "Ahí fue donde apareció una segunda patrulla. Los matones me llevaban una cuadra de ventaja. Fue en el cruce donde le pitan a los policías, luego le echan las luces y estos, obedientes, me cerraron el paso, luego de dejarlos escapar".
El joven, molesto, decidió comenzar a grabar a los oficiales, quienes se cubren el rostro y aseguran, se ve en la cinta, su trabajo sólo es acordonar el área. Se trata de la evidencia grabada, que al igual que en el caso de Tierra Blanca, pudiera responsabilizar a los subordinados de Arturo Bermúdez Zurita.
Posteriormente corrió a donde estaba su padre, ya bajo un charco escarlata y con el tono pálido en su semblante. Familiares, entonces, gritaron a los oficiales que llamaran a una ambulancia. De igual manera, se ve en el video, que los policías dictan por celular direcciones distintas a la del lugar de los hechos. Otros ignoraban el dolor de la esposa, enviando mensajes desde el servidor de Whatsapp, asegura el hijo.
La esposa, en su afán de ayudar a Perico, se acercó a brindarle los primeros auxilios, sin embargo, otro oficial la tiró al pavimento y cortó cartucho, amenazando. "Si te acercas te disparo". La mujer ignoró las amenazas y ganó agresiones en su contra que la llevaron al piso.
Así transcurrieron 25 minutos. A Pedro ya le brotaba sangre de la boca. En la agonía, encargó a sus hijos y nietos. Además, exigió que la familia renunciara a la seguridad de Arturo Bermúdez. Fue lo último que se le escuchó.
"Camarada, éste ya se peló, ahora sí échame la ambulancia para acá", ordenó el comandante después, mucho después de que el paradero de los agresores y la mirada de Pedro Tamayo Rosas ya estaban en el infinito.

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