COLABORADOR INVITADO / Martha Tagle
02 Jul. 2016
La iniciativa del
Ejecutivo quedaba muy lejos de la expectativa de lo que se requiere para
regular la marihuana, muy por debajo de lo resuelto por la SCJN, y bastante
limitada frente a iniciativas presentadas por diferentes legisladores. Sin
embargo, sí contenía un avance significativo: que la portación para estricto
consumo personal no se considerara delito, ello contribuiría a dejar de tratar
a los consumidores como delincuentes.
Al realizar el extraordinario después de las elecciones, y luego de los resultados desastrosos para el partido en el gobierno, las justificaciones se dirigieron hacia las iniciativas presentadas por el Presidente, pretextando que gracias a ellas habían perdido terreno. Con esa conjetura, el PRI del Senado se convirtió en el principal obstáculo para que la iniciativa prosperara.
De entrada, dieron por cerrado el debate sobre el aumento a 28 gramos en la portabilidad, pues se enfrascó en la absurda discusión sobre si era mucho o suficiente para consumo personal; tan absurdo, como intentar poner un límite al número de botellas de alcohol que se compran, para que no se beba demasiado. Por lo que se difirió su discusión.
En la parte medicinal, se partió del hecho que la mera importación de medicamentos, por onerosa, no resolvía el problema para casos como el de Grace Elizalde, resuelto por la Corte, y para tratar síntomas de otras enfermedades que afectan a miles de personas. Así que, se buscó mejorar la iniciativa, considerando la siembra, cultivo, así como la producción nacional para usos farmacéuticos, terapéuticos y de investigación científica.
En reuniones de la Comisión de Salud del Senado con el enlace de la Secretaría de Salud y Cofepris, se concluyó que lo que se conoce como Cáñamo -al no tener más del 1% de THC (tetrahidrocannabinol)- no se podía considerar "psicoactivo". Quedó claro que el cáñamo se puede identificar desde la semilla, y que su planta es diferente a la de la marihuana; además, que éste tiene muchos otros fines industriales de los que se desarrollan innumerables suplementos alimenticios y derivados para tratar enfermedades. Por lo que se acordó incluir su regulación en el grupo IV del art. 245 de la Ley General de Salud, donde se encuentran las "sustancias con amplios usos terapéuticos que no constituyen un problema para la salud pública".
En una revisión más profunda se consideró que dejarlo ahí, dentro de los psicotrópicos, era inconveniente y no era útil al propósito de la iniciativa, por lo que era necesario sacarlo de las sustancias prohibidas. Ésta se convirtió en una batalla campal, pero no por diferencias de fondo, sino por el ánimo de no dejar avanzar la reforma. El conservadurismo chafa, poco informado, y la defensa a ultranza del cáñamo se impuso.
Además, en el proyecto de dictamen, sin que nadie asumiera la responsabilidad de su incorporación al mismo, se incluyó una modificación al art. 193 del Código Penal Federal, con el cual se pretendían hacer punibles todas las conductas relacionadas con la Marihuana. Es decir, se dejaba sin efecto la reforma misma, peor aún, pretendía darle vuelta a lo resuelto por la SCJN en los amparos sobre consumo personal y para uso medicinal que se basan en la derogación del artículo 237 de la Ley de Salud.
En conclusión, la marihuana se quemó a dos fuegos, el neoconservadurismo de la bancada priista y la jugarreta del "duende" jurídico. Es importante tenerlo claro para que las y los legisladores, junto con la Secretaría de Salud, avancemos en la discusión sobre la regulación de la marihuana con base en evidencia científica, libres de prejuicios, y sin ánimos revanchistas. Preciso será recuperar la parte valiosa de la iniciativa del Ejecutivo: dejar de considerar delito la posesión para consumo personal.
La autora es senadora independiente.
Al realizar el extraordinario después de las elecciones, y luego de los resultados desastrosos para el partido en el gobierno, las justificaciones se dirigieron hacia las iniciativas presentadas por el Presidente, pretextando que gracias a ellas habían perdido terreno. Con esa conjetura, el PRI del Senado se convirtió en el principal obstáculo para que la iniciativa prosperara.
De entrada, dieron por cerrado el debate sobre el aumento a 28 gramos en la portabilidad, pues se enfrascó en la absurda discusión sobre si era mucho o suficiente para consumo personal; tan absurdo, como intentar poner un límite al número de botellas de alcohol que se compran, para que no se beba demasiado. Por lo que se difirió su discusión.
En la parte medicinal, se partió del hecho que la mera importación de medicamentos, por onerosa, no resolvía el problema para casos como el de Grace Elizalde, resuelto por la Corte, y para tratar síntomas de otras enfermedades que afectan a miles de personas. Así que, se buscó mejorar la iniciativa, considerando la siembra, cultivo, así como la producción nacional para usos farmacéuticos, terapéuticos y de investigación científica.
En reuniones de la Comisión de Salud del Senado con el enlace de la Secretaría de Salud y Cofepris, se concluyó que lo que se conoce como Cáñamo -al no tener más del 1% de THC (tetrahidrocannabinol)- no se podía considerar "psicoactivo". Quedó claro que el cáñamo se puede identificar desde la semilla, y que su planta es diferente a la de la marihuana; además, que éste tiene muchos otros fines industriales de los que se desarrollan innumerables suplementos alimenticios y derivados para tratar enfermedades. Por lo que se acordó incluir su regulación en el grupo IV del art. 245 de la Ley General de Salud, donde se encuentran las "sustancias con amplios usos terapéuticos que no constituyen un problema para la salud pública".
En una revisión más profunda se consideró que dejarlo ahí, dentro de los psicotrópicos, era inconveniente y no era útil al propósito de la iniciativa, por lo que era necesario sacarlo de las sustancias prohibidas. Ésta se convirtió en una batalla campal, pero no por diferencias de fondo, sino por el ánimo de no dejar avanzar la reforma. El conservadurismo chafa, poco informado, y la defensa a ultranza del cáñamo se impuso.
Además, en el proyecto de dictamen, sin que nadie asumiera la responsabilidad de su incorporación al mismo, se incluyó una modificación al art. 193 del Código Penal Federal, con el cual se pretendían hacer punibles todas las conductas relacionadas con la Marihuana. Es decir, se dejaba sin efecto la reforma misma, peor aún, pretendía darle vuelta a lo resuelto por la SCJN en los amparos sobre consumo personal y para uso medicinal que se basan en la derogación del artículo 237 de la Ley de Salud.
En conclusión, la marihuana se quemó a dos fuegos, el neoconservadurismo de la bancada priista y la jugarreta del "duende" jurídico. Es importante tenerlo claro para que las y los legisladores, junto con la Secretaría de Salud, avancemos en la discusión sobre la regulación de la marihuana con base en evidencia científica, libres de prejuicios, y sin ánimos revanchistas. Preciso será recuperar la parte valiosa de la iniciativa del Ejecutivo: dejar de considerar delito la posesión para consumo personal.
La autora es senadora independiente.
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