Carlos Fazio
Decía Paulo Freire que lo educativo
como institución no implica neutralidad ideológica ni epistémica, sino que los
sujetos o actores que se incluyen en ese espacio social mantienen siempre una
relación en favor de qué y en favor de quién. Es decir, en favor de qué
contenidos, de qué fines, de qué sujeto, de qué sociedad. Pero también, en
favor de quiénes: de los explotados, de los condenados de la tierra, de los
excluidos o de los dueños del dinero, del capital.
Por consiguiente, la educación está instalada en el conflicto
político-social, en la disputa histórica entre quienes impulsan o avalan la
explotación, la enajenación, los dogmas de fe, los prejuicios, lo privado, y
quienes propugnan la libertad, la igualdad, la dignidad, la justicia, la
autonomía individual, la colectividad, lo público.
Esta última visión es la que defiende la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE), un sujeto social-colectivo organizado que,
en medio del caos, el terror y la violencia militarizada de la ideología
neoliberal, practica la democracia directa y nuevas formas de poder popular. Un
poder contrahegemónico, construido desde abajo, comunitario, de tipo
asambleario y prácticas horizontales, radical −en el sentido de que quiere
cambiar las cosas desde la raíz−, desburocratizado, con sus propios
intelectuales orgánicos y no exento de contradicciones en su seno, que ha
venido luchando por rescatar la educación pública en México de quienes la
tienen secuestrada: los gobiernos neoliberales, la oligarquía, el charrismosindical,
los mercaderes y mercenarios de la educación, incluido el grupo Mexicanos
Primero del oligopolio Televisa y sus amanuenses tarifados.
La disputa es entre quienes impulsan una visión empresarial, ahistórica,
tecnocrática y productivista (eficientista) de la educación, con fines de
amansamiento, de control individual y social en el marco de un estado de
excepción, y quienes, como las maestras y los maestros de la CNTE, entienden
que la enseñanza es una condición pública y el aprendizaje un acto individual y
colectivo con base en la razón crítica, y debe tener un carácter humanista,
autonómico, liberador; es decir, forjador de mujeres y hombres libres,
emancipados.
Casi sepultadas por las campañas de odio, el alud de desinformación y el
linchamiento artero y difamador de unos medios bajo control monopólico privado,
las razones del magisterio en resistencia han sabido sobrevivir a los embates
de la reacción derechista y conservadora, y afloran y generan hoy nuevas
rebeldías en Zacatecas, Veracruz, Baja California Sur, Jalisco, Campeche,
Guanajuato, Puebla, Quintana Roo, Aguascalientes, Chihuahua, Sinaloa, estado de
México y otras latitudes del territorio nacional.
Desde el pasado 3 de septiembre, ante la imposición autoritaria de una
contrarreforma educativa esencialmente administrativa, judicial y laboral,
diseñada en el extranjero por la OCDE, que altera y niega el espíritu social de
la Constitución de 1917 y convalida una educación empresarial, privatizadora y
analfabetizante, los maestros de la CNTE han venido demandando la abrogación
del decreto que reforma los artículos 3º y 73 de la Carta Magna y sus leyes
secundarias, así como la vigencia de la gratuidad de la enseñanza y la relación
bilateral entre los trabajadores de la educación y el Estado, junto con la
democratización del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
También convocaron a todo el magisterio a organizarse en torno a una
resistencia civil pacífica. A consolidar los proyectos y programas pedagógicos
que las distintas secciones de la CNTE han venido impulsando en Oaxaca,
Michoacán, Guerrero, Chiapas y el Distrito Federal, como elemento central de
una verdadera reforma educativa que pone en el centro a la educación como un
derecho del ser humano; como un derecho universal.
Ante la imposición vertical, autoritaria y punitiva de la contrarreforma
educativa, los profesores de la coordinadora llamaron a todo el magisterio
nacional a incorporarse y promover la desobediencia civil organizada y
pacífica, y manifestaron su decisión de seguir la lucha organizada por las
rutas político-social, pedagógica y jurídica, sobre la base de que los derechos
se defienden y se practican.
Lo novedoso, tras la insurgencia magisterial y popular del 4 de
septiembre, fue que no sólo logró romper el cerco desinformativo de los grandes
medios, sino que, gracias a su ejemplo de lucha, nuevos contingentes de
maestros han conseguido sacudirse el dogal del corporativismo sindical y han
salido a las calles en 22 estados de la República. Y que también miles de
estudiantes, profesores y administrativos de varias universidades pararon sus
escuelas durante dos últimos días en apoyo a sus justas demandas y los
acompañaron en sus movilizaciones bajo la consigna ¡De Chiapas a Sonora,
con la coordinadora!
Es decir, que tras la acción policiaca-paramilitar del 13 de septiembre
en las calles del Centro Histórico −que contó con tres brigadas de la Policía
Militar disfrazados con uniformes de la Policía Federal y halcones que
actuaron como grupos de choque con apoyo de helicópteros y tanquetas
antimotines−, cubierta en vivo y en directo como unreality show por
Foro Tv de Televisa, Canal 40 de TV Azteca, Milenio Tv, Cadena 3, Efekto Tv y
decenas de noticiarios radiofónicos y celebrada mediáticamente con fines de
propaganda gubernamental como una liberación del Zócalo dirigida a
permitir el ritual decimonónico de las fiestas patrias−verbigracia, la
expropiación y militarización del Grito, con acarreados del estado de
México y víateleprompter, para no exhibir una imagen de debilidad
ante los amos del exterior−, la protesta social sigue en las calles y los
maestros se aprestan a rescatar al SNTE del pelele impuesto por Enrique Peña, a
recuperar el patrimonio sindical y ponerlo al servicio de los trabajadores de
la educación.
LA JORNADA
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