Columna: Informe Rojo
Javier Duarte no está solo. Tiene al Congreso estatal de su
lado, servil, dócil, maiceado, para encubrir el endeudamiento y el despilfarro,
para administrar la corrupción y el saqueo, para robarse el futuro de Veracruz
y acabar con los sueños de los veracruzanos. En eso van juntos.
Se
cubren con el mismo sarape, cómplice la mayoría priísta, los legisladores a
modo del gobernador en todo acto de gobierno, sea la seguridad un caos y la
violencia una ola que inunda todo el territorio, que golpea y disuelve
familias, en el campo y la ciudad los cuerpos desmembrados, y a diario el
secuestro, la extorsión, la trata y el levantón.
Van
juntos, Javier Duarte y sus peones en el Congreso, en el agandalle de la
reforma electoral, a su gusto el nuevo código, plagado de ventajas para el
grupo en el poder, para garantizar la continuidad del duartismo o para encubrir
el fenomenal desfalco, el robo a los bienes de Veracruz.
Avala
todo el Congreso lacayo, los priístas y sus aliados, no sólo porque el papel de
súbditos les viene como traje a la medida sino porque el gobierno es generoso,
magnánimo, obsequia favores y concede poder.
Encubren
los duartistas legislativos las tropelías del secretario de Seguridad Pública,
que lo mismo apalea maestros, defensores de derechos humanos y periodistas en
Plaza Lerdo, en 2013, porque había que limpiarle el lugar al gobernador Javier
Duarte en la víspera de desafinado Grito de Independencia, que lanza a su grupo
parapolicíaco contra estudiantes de la Universidad Veracruzana porque cometen
el delito de ser “incómodos” o “anarquistas”.
En
Plaza Lerdo fueron por ellos, los atacaron con toletes y bastones eléctricos,
con escudos y cascos hasta replegarlos y echarlos. Y les salió lo pillos.
Dirigieron su agresión contra los fotorreporteros que cubrían la protesta. Les
quitaron cámaras, les borraron imágenes, los tundieron a placer.
Y
cuando el “general” Arturo Bermúdez, titular de la SSP, el padre de los
represores con uniforme estuvo en el Congreso, soltó un histórico “Pinches
medios” que lo inmortalizó. “Pinche secretario”, “Pinche general”, “Pinche
represor”, “Pinche burro”, le respondió la prensa seria, la que increpa y
critica, la que no está en la órbita del Javier Duarte.
Nada
dijo la bancada priísta y sus indignos aliados en el Congreso. Fuera del
diputado Ricardo Ahued, del PRI pero con destellos de rebeldía, ninguno se
alebrestó.
Ha sido
cómplice el Congreso en todo. Le solapan a Javier Duarte el rezago, el
estancamiento, la falta de obras, las corruptelas de su gobierno, las transas
de los alcaldes del clan, los fidelistas y los duartistas.
Convertida
en una oficina legislativa del gobernador, el Congreso le aprueba deuda y
saqueo. Fluyen los créditos bancarios aunque Veracruz se ahogue y se avizore un
naufragio. Fluyen los créditos sin saber para qué, en qué se usarán, cómo habrá
de saldarlos.
Reaviva
el tema un hallazgo: el crédito de mil 338 millones de pesos tramitado y
obtenido por Javier Duarte el 17 de febrero de 2015, enterada la Secretaría de
Hacienda en marzo 19 y subido al portal de la SHCP el 2 de julio.
Ahí lo
vio la prensa. Ahí se enteraron los diputados duartistas. Nadie puede
explicarlo porque es tal la mansedumbre de la mafia menor, sometida y maiceada,
financieramente bien atendida, que no hay quien le pida cuentas al gobernador,
como debiera ser.
De
entre el escándalo, destaca una declaración, quizá la más aberrante. La expresa
la diputada Mariela Tovar Lorenzo, presidenta de la Comisión de Hacienda del
Congreso de Veracruz.
Dice
que el dinero del crédito “al parecer” se usó para pagar otros créditos
contraídos por el gobierno duartista.
¿Al
parecer? Quien lo dice es la presidenta de la Comisión de Hacienda del Congreso
y, por lo que expone, o no sabe qué tan crecida anda la uña del gobernador, o
prefiere hacer como que sus neuronas no andan en este mundo.
“En
este año no ha habido una autorización del Congreso (...) es parte del dictamen
de ingresos, al parecer es así (es para reestructurar deuda), necesitamos
informarnos con el secretario de Finanzas, que la Sefiplan dé un
pronunciamiento”, agrega doña Mariela Tovar.
Al
parecer, dice la diputada, se usó el crédito para pagar otros créditos, pero en
todo caso debe ser el secretario de Finanzas, el enésimo al servicio de la
pandilla duartista, Antonio Gómez Pelegrín, quien tiene que explicar el uso —o
el supuesto uso— de los mil 338 millones de pesos.
La
aporreaban los medios con preguntas. Capoteaba el vendaval la legisladora.
Insistían en el destino del crédito. Cuestionaban por qué un crédito simple,
que debió ser para inversión productiva, era usado para pagar otros créditos. Y
ella, que estaba más agobiada que un ratón cuando no puede salir del rincón,
seguía en su desastrosa intervención. “Al parecer” será para liquidar otros
préstamos bancarios.
“En la
página de la secretaría de Hacienda está registrado, ya que es parte de la reestructuración
de la deuda, porque el Congreso no ha aprobado un nuevo crédito”, dijo la
diputada.
Hace
esfuerzos el Congreso para evitar que comparezca el secretario de Finanzas
estatal, Antonio Gómez Pelegrín, en lo que si acaso enfrentará la arremetida
del PAN, el PT, el PRD y quizá Ricardo Ahued. El resto de la Legislatura es un
flan. Después de eso, no habrá mayor lío.
Sirve
para eso el Congreso. Ninguna cuenta del gobernador Javier Duarte tiene mayor
problema. Hallan inconsistencias en parte de su gobierno que de inmediato
solventan. El saqueo está a la vista de todos, el despilfarro, la vida de
jeques de los peones del duartismo, la compra del voto, la compra de candidatos
de oposición, la compra del órgano electoral, la compra de los medios lacayos.
Y no hay cuenta qué objetar.
Veracruz
vive una debacle financiera. Es un quiebra total. No hay dinero. No hay obra
pública. Sobra deuda, bursatilización, adeudos con empresarios y pensionados,
con contratistas, con becarios.
Y el
Congreso le solapa todo al gobernador.
No son
40 mil millones la deuda de Veracruz. Sumados todos los rubros, los créditos
bancarios, el pago a proveedores, a pensionados, la bursatilización, la cifra
se elevó a 50 mil millones. Y hubo una más, la del diputado panista Juan Bueno
Torio: 80 mil millones de pesos.
Nada
hace el Congreso ante el peculado y el saqueo. Barniza el desastre, maquilla
las cifras, administra la corrupción y el atraco institucional.
Sirven
para poco sus áreas de fiscalización, cómplices de todo, mágica su habilidad
para convertir las cifras rojas en números negros, para encontrar carreteras
donde no las había, escuelas donde no existían, o para encubrir desvíos de
fondos destinados a combatir la pobreza que fueron usados para obras se escaso
valor social.
Exhibe
el crédito de los mil 338 millones de pesos a un Congreso cómplice. Cinco meses
después, los diputados desconocían que Multiva, del Grupo Imagen, Excélsior,
los Vázquez Raña, había corrido esa cantidad al gobierno de Javier Duarte. Y
cuando se enteran, no les informan qué tienen que decir, cómo lo tienen que
justificar.
Se
cubren con el mismo sarape. Para eso sirve un Congreso estatal servil, dócil,
maiceado, que come de la mano del gobernador, que no es contrapeso del poder,
que está al servicio de Javier Duarte.
Así
funciona la corrupción. Uno roba y el otro lo tapa.
Archivo muerto
“Sí soy
priísta”, dice José Rubén Mendoza Hernández. “No renunciaré a mi militancia”,
agrega. Y así rubrica el nuevo consejero del Instituto Veracruzano de Acceso a
la Información que neutral no es. Se consumó el asalto.
Rindió
protesta ante el Congreso de Veracruz, acuerpado por la pandilla duartista,
impuesto por Javier Duarte. Priísta, servidor del duartismo, pieza del sistema
que ya hiede, por descompuesto, Mendoza Hernández pide un voto de confianza
para dar resultados. Sí pues. Lleva el priísmo en las venas, madracista y
duartista, el nuevo titular pregona que hará valer la autonomía del IVAL. Ajá.
Puede
empezar por transparentar cuanto paga Javier Duarte a los medios de comunicación
estatales y nacionales, la millonada a las televisoras, los chayotes a los
textoservidores, algunos en rebeldía porque se acabó la función antes de lo
programado. ¿Lo hará? No, va a alegar Mendoza Hernández que esa información
está reservada. ¿Por qué? Porque así lo instituyó Su Majestad Fidel I, el
sultán del Golfo que gustaba de la mordaza sutil, hacedor de riqueza,
dispensador de negocios para su prensa. Javier Duarte le siguió los pasos.
Derrochó
en una prensa que nunca le pudo cuidar la imagen. Que José Rubén, el priísta,
comience con esa agenda. El IVAI se lo agradecerá... Lo que es no saber. O
saber y tener gusto por violar la ley. Daniel Martínez se ufanaba de la
construcción del bulevar Las Palmitas, obra que dignifica a Agua Dulce, el municipio
que preside. Decía que daría mayor realce a la zona turística. Presumía una
inversión inicial de 2.5 millones de pesos, sólo en el arranque. Y le dio vuelo
a su proyecto. Para ello estaban los recursos del Fondo de Aportaciones para el
Fortalecimiento de los Municipios, el llamado Fortamun.
Pintaba
bien el proyecto de no ser porque usó recursos que debían ser destinados a
otros fines. Ignorante de las nuevas reglas de operación, el alcalde Daniel
Martínez incurrió en lo que cualquier abogado llamaría “desvío de recursos
federales”. Alertado de la pifia, buscó cómo maquillar el delito. No pudo. Lo
aguanta el Congreso de Veracruz, lo solapa, entretiene el caso que tarde o
temprano detonará. Así como Daniel Martínez hay varios alcaldes en el sur de Veracruz.
Aplicaron los recursos a su antojo, sin usarlos para atender problemas sociales
reales. Para ellos hay impunidad. Para ellos no hay ley que los sancione.
Obvio, operación maquillaje en el Congreso de Veracruz...
De
rechupete las playas de Coatzacoalcos. Se nutren de los drenajes que derraman
las aguas negras en la zona céntrica, en la llamada área turística. Su olor es
nauseabundo, atestadas de heces fecales en las que suelen bañarse quienes
desafían a su suerte, los que desdeñan el impacto en la piel, los que
desconocen los daños que los coliformes causan a la salud. Con esa estampa
recibe Coatzacoalcos al turismo en esta próxima temporada de vacaciones, sin
que Semarnat haga o diga algo, sin que la Comisión Nacional del Agua aplique la
ley, sin que alguien invoque la Ley de Medio Ambiente y Equilibrio Ecológico
que establece que quien contamina tiene que resarcir el daño y pagar multas
estratosféricas. Aquí no.
Coatzacoalcos
es una burbuja. Nada le afecta. Se viola la ley y no ocurre nada. Ni hay multa,
ni hay responsable, ni hay obligación de revertir el daño ambiental... Aún se
respira el clima de muerte y Alberto Ayala recibe es amenazado. “Deja de
publicar mamadas o te va a llevar tu chingada madre”, le expresó una voz
anónima en una llamada telefónica a su hogar. Alberto Ayala es reportero
policía del periódico Notiver, que se edita en el puerto de Veracruz. Hace un
año, en agosto de 2014, fue levantado por un comando armado.
Lo
amedrentaron. Le dijeron que le bajara. Lo obligaron a decir que no le había
ocurrido nada, que fue una confusión, producto de una noche de copar. Conoció
los detalles la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los
Periodistas y tramitó su seguridad. Ahora trae escoltas de la Secretaría de
Seguridad Pública. Todo iba bien hasta el lunes 6. Sonó el teléfono. Lo tomó.
Escuchó entonces una voz masculina: “Deja de publicar mamadas o te va a llevar
tu chingada madre”.
Es un
aviso. Muchos han pasado por lo mismo. Llega la amenaza directa, una llamada,
un mensaje de texto, un whatsapp, un inbox. Veracruz es el peor estado para
ejercer el periodismo. Su clima es hostil. Lo propicia el gobernador Javier
Duarte que cada vez que puede externa su desdén por la prensa crítica, la
encara, la descalifica, le reclama.
Si así
se comporta el gobernador, así se comporta todo el aparato de poder, los
policías, los hijos del duartismo. Van 13 periodistas veracruzanos asesinados
en los días de Javier Duarte en e gobierno. Y ahora la amenaza a Alberto Ayala...
Marco Antonio Aguirre Rodríguez
Autor de Místicos y Terrenales. Premio Nacional de Periodismo Rubén Pabello en 1993; Premio Estatal de Periodismo, UPD, 1989. Egresado de la Faccytc UV, con estudios de Maestría. Desempeñó trabajo electoral de 1999 al 2006. Reportero en diversos medios.
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