Texto y fotos: Témoris Grecko / Medellín de Bravo, Veracruz
Jorge
no es un visitante asiduo de camposantos. A la que hoy es la tumba de su padre,
el periodista Moisés Sánchez, sólo ha venido en cuatro ocasiones desde que
encontraron su cadáver mutilado, el 24 de enero: al prepararla; durante el
entierro; con su hijo menor, de siete años; y en esta mañana del 30 de abril,
en que súbitamente sintió el deseo de acudir como el que tiene algo pendiente o
necesita desatorar algo o escucha una llamada o debe vaciarse o más bien
llenarse. Frente a ella, recuerda qué él, como también familiares y amigos y
vecinos y funcionarios públicos y policías y criminales, le advirtió a Moisés
que estaba en grave peligro, que sus esfuerzos le arrojaban demasiados riesgos
y costos, que lo daba todo por algunos que después no lo agradecerían…
Moisés
Sánchez Cerezo es un héroe solitario que fue asesinado en soledad. Murió inerme
ante los cobardes. Luchó siempre por su cuenta, sin partidos, organizaciones ni
empresas de respaldo, presto a solidarizarse con cualquiera y brindarle apoyo.
Se convirtió en una referencia en Medellín de Bravo, este municipio que es como
un páramo sin señas, ni urbano ni rural, necesario pero marginado, a merced de
políticos explotadores y agrupaciones de delincuentes. Periodista de alma y
servicio, porque dar cuenta de datos y hechos era su forma prioritaria de
romper el aislamiento de Medellín, era reportero-fotógrafo-editor-repartidor
del impreso que dirigía. Se llamaba “La Unión…”, con puntos suspensivos porque
ese solitario soñaba con el día en que todos desearan estar juntos.
Fueron
por él a la humilde casa que construyó con sus manos, el 2 de enero de 2015. Lo
sacaron de su habitación, frente a sus pequeños nietos y su esposa, para
desaparecerlo. Y después, las jugarretas de las autoridades. Las medias
verdades, las investigaciones que no van a ningún lugar, el señalamiento de
culpables que no son detenidos, las dilaciones, el casual extravío de
evidencias, la percepción de que se encubre la mano del titiritero. La mano del
gobernador Javier Duarte de Ochoa, cree Jorge, pues, según consta en un informe
oficial, su padre supo que ese político del PRI había regañado, pocas semanas
antes del crimen, a Omar Cruz Reyes (alcalde de Medellín, militante del PAN y
señalado por la policía como autor intelectual del homicidio) por no haber sido
capaz de callar a Moisés. La orden, explícita, implícita o inducida, habría
venido del primer despacho del Estado de Veracruz, sospecha.
La
línea de investigación que lleva al gobernador Duarte no ha sido ni siquiera
considerada, señala ese mismo reporte, presentado por la Comisión Estatal de
Atención y Protección a Periodistas (CEAPP). De pie en el camposanto, mirando
la lápida mortuoria en la que el nombre de Moisés se inscribe junto al logotipo
de “La Unión…”, Jorge Sánchez, vestido con playera negra y pantalones de
mezclilla azul, se distancia del hijo prudente que advertía a Moisés del
peligro, para encarnarse en su padre, apasionado, decidido: “Si creyeron que al
matarlo iban a ganar el silencio, verán que no es así: los vamos a evidenciar”.
TEXTO COMPLETO. http://cuadernosdobleraya.com/2015/07/01/moises/
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