POR ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA , 21
MARZO, 2018
CIUDAD DE
MÉXICO (apro).- Del lenguaje en el sistema político mexicano, lo mismo pleno de
mordacidad que de abundantes retóricas del cinismo, hay palabras y expresiones
que cayeron en desuso. Por ejemplo: partido satélite.
Se identificaba así a aquellas
formaciones políticas que, sin posibilidades de triunfo, solían aliarse al PRI,
o bien, competían para dar coartada de legitimidad a procesos electorales que
no resultarían en alternancia. Giraban en torno al planeta enorme de la
hegemonía, atraídos por la fuerza gravitacional del presupuesto.
Los
partidos satélite de hoy, aseguran su registro en las tres grandes alianzas que
se presentan a la elección federal de este año. Y, sin embargo, ninguno
materializa como el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), la
representación elitista de los grupos de poder económico cercanos al PRI, y por
ahora al peñanietismo.
Ayer se dio a conocer a los
candidatos de representación proporcional por el PVEM, esto es, “la lista”
famosa de quienes serán diputados y senadores sin necesidad de procurar el
voto. En primerísimo lugar aparece Alejandra Lagunes Soto Ruiz.
Exdirectiva
de Televisa, asesora de medios digitales para candidatos del PRI en otros
comicios, Lagunes y su esposo, Rafael Pacchiano Alamán, se encumbraron en el
sexenio de Peña Nieto: ella, coordinadora de Estrategia Digital de la
Presidencia; él, miembro del PVEM por el que fue diputado (su esposa su
suplente), y secretario de Medio Ambiente.
Grande fue la influencia de
Lagunes en la administración de Peña Nieto, desde su posición de poca
visibilidad: fue señalada por administrar las granjas de ciberataque que el
ingenio popular llamó “peñabots”; fue responsable de generar la dispersión de
datos del gobierno y garantizar el ocultamiento de información, creando en
internet numerosas y complejas páginas vacuas.
Fue ella responsable de dictar
“la línea” presidencial sobre el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a
la Información y Protección de Datos Personales (INAI), a extremos que
escandalizaban al personal de carrera en el organismo.
Indiferente a la noción de
autonomía, fue Lagunes quien anuló, por ejemplo, a Ximena Puente de la Mora,
durante la realización de la Cumbre de la Alianza por un Gobierno Abierto,
episodio de una de las etapas que, por la mácula opaca, es la más penosa en la
historia de dicho instituto.
La humillación institucional y
el sometimiento pernicioso para la transparencia, tuvo su rédito para Puente de
la Mora, que sin satélite, por “la lista” del PRI, será diputada federal.
El segundo lugar en el PVEM es
para Manuel Velasco Coello, gobernador chiapaneco, nieto de un gobernador
homónimo y descendiente por vía materna del poderoso clan Garrido, presente en
la vida política mexicana desde los años 20, que desde enero manifestó
entrelíneas su molestia por la designación de su relevo al cargo decidida en
Los Pinos.
Un tercer lugar en “la lista” de
senadores del PVEM, corresponde a Jesús Sesma, diputado por ese partido, que es
esposo de Paulina Díaz Ordaz, la socialité, nieta del expresidente terrible.
El PVEM es vehículo para el pago de
servicios y los negocios al amparo del poder y también agrupa a los juniors,
hijos del privilegio que sin recato difunden sus gracias y frivolidades,
empezando por quien es prácticamente dueño del partido y será diputado federal
por lista, Emilio González, apodado “El Niño Verde”.
Ni tan niño ni tan verde, él encabeza
a aquellos que de presentarse a una elección jamás conseguirían votos y por
quienes el poder presidencial ha salido en defensa de manera tan descarada, que
redujo a Lorenzo Córdova, el presidente del INE, mostrándole que es espiado
cuando estuvo a punto de tocar las ilegalidades constantes de ese nocivo
partido satélite.
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