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Este 18 de marzo se conmemoran los 80 años de la expropiación petrolera
de 1938, evento que marcó la economía de México durante el Siglo XX. A
continuación, te presentamos un breve recuento.
Poder, identidad y negocios. Estos
tres ejes han dirigido el rumbo energético de nuestro país durante 80 años.
Este 18 de marzo se conmemoran los 80
años de la expropiación petrolera de 1938, evento que marcó la economía
de México durante el Siglo XX. A continuación, te presentamos un breve
recuento.
La expropiación
El primer boom petrolero ocurrió en
la década de los 20. México alcanzó un lugar importante en el mundo como
productor y exportador, bajo las operaciones de compañías extranjeras como Él
Águila, subsidiaria de Shell Royal Dutch y Standard Oil Company, hoy ExxonMobil.
El conflicto entre el Estado y la
iniciativa privada, que llevaban años de fricciones, estalló cuando los
trabajadores petroleros reclamaron que no tenían ninguna prestación laboral.
Exigían aumento de sueldo de 90%, derecho a la salud e incapacidad pagada.
Entonces las empresas privadas se negaron a cumplir sus demandas.
El presidente Lázaro Cárdenas
intervino y nombró una comisión investigadora. Ésta reveló que los gigantes
energéticos cometieron innumerables fraudes fiscales, con ganancias de 150
millones de pesos. Como respuesta, el mandatario propuso un aumento de 26
millones de pesos en salarios, pero las empresas se negaron, recuerda la
Universidad de Guadalajara.
Entonces, la noche del 18 de marzo de
1938, el general Cárdenas leyó en la radio nacional el decreto de expropiación
para validar el artículo 27° de la Constitución Mexicana. Tres meses después,
creó Petróleos Mexicanos (Pemex) para administrar y operar los recursos que la
Constitución estipulaba.
Pero su camino estaba lejos de empezar
sin obstáculos. Como la industria internacional estaba controlada por las
compañías expropiadas, vino un bloqueo que culminó con una exclusión de México
del mercado global.
“Pasaron casi 40 años para que
volviera a exportar”, comenta el investigador especializado en energía de
la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ángel de la Vega Navarro.
Aunque la relación con Estados Unidos
se debilitó por la medida, el gobierno de Franklin D. Roosevelt se enfocó en la
indeminización de las empresas afectadas.
Entonces Cárdenas decidió usar el
petróleo para el desarrollo interno del país, como la modernización de la
agricultura, y ese fue el plan para el resto del siglo.
Rudesindo y la abundancia
En 1971, el pescador Rudesindo
Cantarell navegaba por la sonda de Campeche cuando unas burbujas negras
llamaron su atención. El mexicano advirtió a las autoridades. Se trataba del
filón petrolero más grande de América y el segundo del mundo.
“La economía mexicana se puede medir
antes y después de Cantarell”, dice Miriam Grunstein, profesora de la
Universidad Panamericana.
El entusiasmo energético fue tal, que
en 1977, durante su primer informe de gobierno, el presidente José López
Portillo dijo: “debemos acostumbrarnos a administrar la abundancia”.
Hacia 1979, cuando comenzó la
explotación de Cantarell, de importar 6,000 barriles, México comenzó a exportar
37,000 unidades diarias. México se convirtió en el séptimo productor mundial de
petróleo, con el campo aportaba dos terceras partes de la producción total.
“Pemex fue un agente económico de una
fuerza enorme dentro de México y esto fortalece mucho al partido hegemónico en
el poder: PRI”.
La dependencia entre la economía y la
industria era tan estrecha, que cuando el barril caía, se creaba un desajuste
absoluto en todos los aspectos del país, no solo del sector petrolero.
“Ahí se ve nuestra fortuna y desgracia”, agrega la académica. Fortuna por
la providencia geológica y desgracia por la incapacidad de Pemex y el gobierno
de administras los ingresos petroleros de forma eficiente y transparente.
El Estado mexicano, que llevaba años
embarcado en gigantescos programas de infraestructuras, pisó aún más el
acelerador de la deuda, hasta que, a principios de los 80, los precios del
petróleo empezaron a desmoronarse, recuerda el diario El País.
Después vino la suspensión de pagos a
los acreedores, el deslinde de responsabilidades, y hasta una expropiación de
la banca. Esta crisis le tomó al país una década de recuperación.
Fin de Siglo
El presidente Miguel De la Madrid
busca modernizar el marco constitucional y el modelo económico del país
asociado a Pemex, pero sin grandes cambios “Todavía es un gran prócer del
modelo monopólico petrolero”, detalla Grunstein.
Carlos Salinas de Gortari tuvo la
tentación de modernizar la industria energética, pero declina por las
cuestión sindical.
“No podía tocar al sindicato de
trabajadores, es una fuerza natural con la que salinas no quería meterse”
Ernesto Zedillo, tras la firma del
TLCAN, comienza con la apertura de mercados y privatizaciones en Telecom,
concesiones de carreteras, puertos y aeropuertos, la industria energética sigue
cerrada a los privados, excepto en transporte y almacenamiento, distribución e
importación de gas natural. Esa es nuestra pequeña apertura
Con la llegada del siglo XXI y el fin
del PRI en el poder, México siguió sin cambios energéticos. “Vicente Fox fue un
presidente notablemente atrofiado y atrofiante para cualquier intento de
reforma energética: no tenía ninguna fuerza de negociación en el Congreso y
menos con una reforma constitucional”, dice Grunstein.
El panista Felipe
Calderón intentó dirigir Pemex para que fuera una empresa generadora de
valor, pero con el control sindical de por medio. Intenta una reforma
energética en 2008 que impacta la reestructuración orgánica de Pemex. Los
consejeros profesioniales siguen siendo funcionarios públicos y los contratos
de exploración carecen de las mejores prácticas internacionales.
El declive y la reforma
En 2004, Cantarell alcanzó su máximo
productivo: 3.4 millones de barriles de petróleo diarios. A partir de ese año,
comenzó el declive del campo y una caída brutal en la producción y
exportaciones.
En junio del año pasado, la
producción de Pemex se desplomó a sus niveles más bajos en 17 años, con un
niveles por debajo de los 2 millones de barriles.
Producción petrolera de enero de 1960 a febrero de 2018. Gráfica:
Comisión Nacional de Hidrocarburos.
A finales de la década pasada, la
industria vio que Cantarell ya no iba a poder recuperar sus niveles de gran
yacimiento, sino a producir en cantidades muy reducidas.
Una de las razones detrás de la
reforma energética fue que México necesitaba recuperar sus niveles de
producción y exportación, más gas y que no lo podía hacer un monopolio o una
empresa, en el caso de Pemex, además de una serie de vicios, retrasos
y corrupción por
parte del sindicato, comenta el catedrático de la UNAM.
Con el regreso del PRI al gobierno
del país, la administración de Enrique Peña Nieto logró que las principales
fuerzas políticas aprobaran en diciembre de 2013 los cambios legislativos para
abrir un sector cerrado a la iniciativa privada durante 75 años.
“Se decía que
jamás regresarán a México las compañías que fueron expropiadas”,
dice De la Vega.
Aunque se han comprometido más
de 150,000 millones de dólares en inversiones privadas, la mayoría en aguas
profundas, la población mexicana solo ha conocido el impacto de la apertura.
Nuestro país enfrenta una inflación de 6%, presionada por el precio de la
gasolina casi en 20 pesos, además de que el gas LP, usado en 7 de cada 10
hogares, se ha disparado ante la poca competencia y los mínimos
esfuerzos de las autoridades reguladoras por vigilar a los distribuidores
del energético.
El futuro
Aunque el gobierno ha repetido una y
otra vez su intención de convertir a Pemex en una empresa rentable, la crisis
que vive la empresa productiva del Estado ahora tiene un nuevo factor: compite
con gigantes energéticos que no se dan el lujo de enfrentar pérdidas
financieras consecutivas.
Al coctel de problemas, se agrega el
ingrediente del Sindicato de Pemex, que lejos de representar el nacionalismo de
Cárdenas, simboliza ante la opinión pública los privilegios, corrupción y
su fidelidad a los gobiernos priistas.
Con el candidato del PRI en el último
lugar de las encuestas presidenciales, el gobierno ha acelerado la tercera
ronda de licitaciones para que México recupere sus niveles de producción
petrolera.
Incluso ha preparado una ronda piloto
para campos de hidrocarburos no convencionales, conocidos como gas y aceite
shale.
Los recursos mexicanos son
equiparables a cuatro veces la producción histórica de gas y aceite del
megayacimiento Cantarell. Solo la Cuenca de burgos podría tener 55% más de
recursos que el filón de EagleFord en Texas, equivalente a 40 años de las
importaciones anuales de gas natural.
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