POR ÁLVARO DELGADO , 15 FEBRERO,
2018
CIUDAD DE
MÉXICO (apro).- “¿Qué es Fox? ¿Quién es Fox? ¿Cuál es Fox? La respuesta,
queridos amigos, es lamentablemente muy sencilla: Nada. Una nada llena de
palabras”.
Así
describió a Vicente Fox el artista José Chávez Morado cuando, en el año 2000,
este personaje del PAN engatuzaba a millones de mexicanos que, en efecto,
votaron por él para, tras su infecundo sexenio, dejar “el ácido sabor del
engaño”, como lo definió Julio Scherer García.
Pero
Chávez Morado se equivocó: La nada, que es el vacío sin principio ni final, no
basta para describir a quien no sólo estafó y traicionó a sus votantes y no
votantes, sino que saqueó y se enriqueció –él y su clan– a la sombra del poder.
Fox, este
grandote sin grandeza que también esquilmó al país como propagandista de
Enrique Peña Nieto, no sólo es un ladrón impune, sino que ahora ha tomado a
diversión insultar a mexicanos.
“hey
perrada twitera de lopitos. probemos si pueden responder sus tonterías mas
rápido. Tienen 30 segunos, un, dos, tres arrancan… a ver quie dice mas
groserias”, escribió Fox, con absoluta suciedad lingüística, en un retador
mensaje de Twitter, el miércoles 14, que se convirtió en retahíla de nueve
mensajes para descalificar a los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, su
fijación desde hace dos décadas.
“Mis
tweets de ayer por la tarde no sólo fueron ´mentadas de madre´, fueron un
experiemento social digital y compruebo lo siguiente”, escribió este jueves Fox
en Twitter, con el mismo lenguaje que exhibe su desprecio por el saber y en el
inicio de otra retahíla de inventivas contra López Obrador.
Este
individuo, que fue presidente de México y jefe de las instituciones del Estado,
no sólo es un parásito que nos cuesta, sólo él, 205 mil pesos mensuales, pero
además con dinero público se le pagan 500 mil pesos mensuales a los 20
funcionarios que trabajan para él.
Varios de
estos funcionarios atienden el Centro Fox, en Guanajuato, que además usa como
salón de fiestas que estimula la evasión de impuestos si los clientes pagan en
efectivo. Pero esto y los 14 millones 384 mil pesos que Peña le ha dado de
subsidio en su gobierno palidecen ante otras evidencias de su enriquecimiento.
Desde el 2000 emergieron datos sobre el enriquecimiento de Fox y su
parentela, incluida la de su mujer Marta Sahagún, como en el libro de Jesusa
Cervantes, Los hijos de Marta, y Fin de fiesta en Los Pinos, de Anabel Hernández, y
ahora en Fox, negocios a la sombra del poder, Raúl Olmos
documenta también las maniobras que ha hecho este personaje para enriquecerse
desde que llegó, quebrado, a la Presidencia de la República.
Unos
ejemplos: Apenas llegó al cargo, su hijo Rodrigo se hizo accionista del Grupo
Estrella Blanca, a la que su gobierno le otorgó contratos por 350 millones de
pesos, y apenas dejó la presidencia, en 2007, recibieron regaladas las acciones
de otra empresa transportista que convirtieron en un gran negocio con contratos
de los gobiernos de Felipe Calderón y Peña.
No sólo
eso: El Centro Fox desvirtuó sus fines no lucrativos y recibe fondos oscuros,
como una transferencia de 200 mil dólares que le hizo una empresa fantasma
británica, o donativos millonarios de compañías inexistentes, una de ellas
ligada a Oceanografía, de la que fue promotor de contratos un hijo de Marta.
Las
evidencias de corrupción de Fox se multiplican en este libro, pero él dice que
vive de su pensión de 205 mil pesos al mes, que sólo le sirven para “comer
frijolitos”, pero en 2011 compró un departamento en Santa Fe de casi 5 millones
de pesos; en 2012, otro de 8 millones en León, y otro de seis millones en la
colonia Roma de la Ciudad de México.
De ser un
muerto de hambre, en el 2000, Fox es hoy un millonario que, además de vivir de
los mexicanos, los insulta. Es, en efecto, una piltrafa moral…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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