ÍNDICE
POLÍTICO: El Tratado de Bucareli. Se acabó la prohibición yanqui. Ya podemos
industrializarnos
Francisco Rodríguez
Cuando, en 1973, caducaron las obligaciones que impuso a México el
ominoso Tratado de
Bucareli, se acabaron las restricciones impuestas por los gabachos para el
despegue y la industrialización nacional. Fueron cincuenta años de un bloqueo
sistemático al desarrollo y a la competitividad internacional.
En 1973, el sistema político quiso reaccionar ante la oportunidad que
por primera vez se presentaba al país de cortar los cordones umbilicales con la
dependencia estructural estadounidense. Desafortunadamente, se buscó por todos
lados y no se encontró una pista de despegue para usarla como plataforma de la
industrialización nacional.
Y aunque la gama de hidrocarburos de origen mineral, sólido, líquido o
gaseoso protegida por el artículo 27 Constitucional era y es absolutamente
generosa en términos de propiedad nacional, en aquél tiempo no teníamos ni la voluntad
ni la posibilidad de desarrollar el país en base a los hidrocarburos.
La minería, el gas y, fundamentalmente, el petróleo estaban
comprometidos con el Imperio. Los enormes yacimientos petroleros habían sido
vedados al conocimiento local por las mismas obligaciones. Para la teoría
oficial, éramos y debíamos continuar como importadores natos de todo
combustible. No había para dónde hacerse.
Cuando la veda fue levantada, se encontraban en el poder los gobiernos
priístas que para lo único que usaron los yacimientos descubiertos por
Rudesindo Cantarell en el Golfo de Campeche fue para derrochar las divisas en
el pago de pesadas y carísimas burocracias, para seguir importando alimentos y
artículos manufacturados y sanseacabó.
Obligaban al país a retrasar su crecimiento, seguir siendo pastoril
El petróleo en tierra firme se encontraba en paleocanales antediluvianos
profundos a los cuales, como en el caso de Chicontepec, no era posible ingresar
por falta de maquinaria pesada que sólo la tenían los rusos trabajando en
Siberia. Y acercarse con los rusos era un problema que significaba un pecado
mortal para los acomplejados gabachos.
En concreto, no había una plataforma inicial sobre la cual sustentar un
proceso independiente de industrialización nacional. Todos los miembros del
gabinete coincidieron en que no era el momento de iniciar. Pensaron entonces en
la reconversión industrial, que resultó un garlito gringo de nueva dependencia
sofisticada.
Y, en efecto, los Tratados de Bucareli, firmados en 1923 en lo que
actualmente es la Secretaría de Gobernación obligaban al país a retrasar su
crecimiento, seguir siendo un país pastoril que para colmo jamás debía
atreverse a competir con los artículos manufacturados en el gabacho. Toda una
trampa. La mayor de nuestra historia en aquél tiempo.
Para “reconocer” al gobierno obregonista triunfante en la Revolución,
los Estados Unidos nos condicionaron en principio a la firma de un Tratado por
el cual México garantizaba los derechos de propiedad sin límite a particulares
extranjeros y a todas las compañías petroleras gringas en nuestro país.
Y no era para menos, pues el artículo 27 Constitucional, inspirado en la
tradición latina, establecía la propiedad originaria de la Nación “desde el
infierno hasta el cielo”, es decir, que los bitúmenes, hidrocarburos, gases
derivados, minería preciosa eran nuestros desde el subsuelo hasta el espacio
comprendido sobre el territorio nacional y sus mares.
Por eso el petróleo nunca tuvo necesidad de ser expropiado. Siempre fue
nuestro. Cuando llegó el momento, se expropiaron las instalaciones de las
empresas inglesas y yanquis para la perforación y la distribución del producto.
Pero con los Tratados de Bucareli los gabachos querían que después de 1923 no
se aplicara la norma a ninguna de sus empresas.
Beneficio a pocos bolsillos complicitados con el corrupto pripanismo
Y México se engarzo a la locomotora yanqui. Pero con un añadido ominoso:
se obligó a nuestro país a que durante cincuenta años no pudiera desarrollar lo
que en esos momentos se conocían como bienes pesados, y que hoy son, nada más y
nada menos, los bienes de producción industriales.
Por motivos económicos y geopolíticos mezclados en los Tratados de
Bucareli, nuestro país no podía convertirse en una potencia agrícola, comercial
o industrial, sin que amenazara sus rivales del Norte. Sólo ensamblamos lo que
se produce lejos de nuestras fronteras. La venta de esa producción al
extranjero sólo beneficia a pocos bolsillos, complicitados con el poder
político. Así de fácil.
Retirar a caciques sindicales, cancelar privilegios y nocivo saqueo
Sin embargo, un principio inalterable, vigente de derecho internacional,
sigue siendo el que los derechos económicos, territoriales y culturales
adquiridos en guerra de conquista o por tratados leoninos se pierden en la
misma forma en que se adquirieron. Este principio no acepta salvedad ni
prescripción alguna.
Seguimos teniendo nuestros derechos de industrialización y competencia a
salvo, aunque los entreguistas se retuerzan. Aunque se invada cualquier
interés ajeno al pueblo. Aunque tenga que voltearse el mundo al revés. México
se encuentra hoy, con un gobierno independiente, ante la oportunidad de su
vida.
Tenemos la base prima sobre la cual industrializarnos. Podemos llegar
otra vez a la producción petrolera de más de tres millones de barriles diarios,
una vez que se quite de en medio a los caciques sindicales antipatrióticos, y
se cancelen los privilegios de explotación y saqueo de nuestras materias primas
en tierra, aguas someras y altamar.
Recuperando la soberanía efectiva sobre los sectores industriales que
comprende la amplia gama de hidrocarburos protegidos por la propiedad
originaria constitucional, desde el petróleo, la minería, los insumos metal
mecánicos, la electricidad, el gas natural y los hidratos de metano no
contaminantes, podemos hacer realidad la independencia tan esperada.
Ante la real posibilidad de despegar usando nuestras potencialidades
Las vergüenzas causadas a la Nación por los ominosos Tratados de
Bucareli, más los oprobios de la frustrada reforma energética del salinismo –
atracomulquismo, pueden considerarse piedras pateadas del camino. Estamos ante
la real posibilidad de despegar en serio, usando nuestras potencialidades.
Es hora de pensar en serio. Es hora de reflexionar sobre la necesidad de
lograr la estructuración de un frente amplio, de un bloque obrero independiente
en las industrias productoras y manufactureras de hidrocarburos, gases
adyacentes y minerales para acabar de tajo con la dependencia estructural. Todo
es cosa de decidirse, sin temor y sin complejos.
Es la hora de la independencia nacional. Es la hora de aliviar a la
patria de sus traidores. Es la hora de México.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: ¡Al ladrón! ¡Al ladón! Así grita Ulises Ruiz, el
ex gobernador priísta de Oaxaca, al exigir que Enrique Peña Nieto sea expulsado
de las prístinas filas de lo que queda del nonagenario Partido Revolucionario
Institucional. Tan pillo uno, como el otro… aunque en cantidad robada a los
mexicanos gane el ex Presidente de la República quien, según la conseja
popular, se propuso desde antes del inicio de su mandato acumular 1 mil
millones de dólares mensuales y concluir el sexenio con 72 mil millones de
verdes y ser, así, “más rico que Carlos Slim”. Ruiz, quien por enésima ocasión
busca la dirigencia de los restos del tricolor, por su parte, no es ningún
ejemplo de honestidad. Por el contrario. Uno de los últimos y recientes escándalos
en los que se vio envuelto, apenas en octubre del año anterior, fue el de la
viralización de un video en el que se le observa a él y a quien fuera su
secretario de Educación en la entidad, Abel Trejo González, quien entrega dos
maletas con fajos de dinero a Ezequiel Rosales Carreño, en ese momento
secretario general de la Sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores
la Educación (CNTE). La entrega del dinero, presumiblemente 100 millones de
pesos, habría ocurrido entre 2006 y 2007, los dos años en que hizo crisis la
insurrección popular liderada por la CNTE y la Asamblea Popular de los Pueblos
de Oaxaca (APPO), para exigir la dimisión de Ruiz por la violenta y cruenta
represión con que enfrentó las protestas y que derivó en varios homicidios, entre
ellos el del activista y comunicador estadounidense Brad Will, de los que se
acusó al ex gobernador oaxaqueño, a quien incluso la Corte atribuyó graves
violaciones a los derechos humanos. Además, se ha señalado el cuantioso
enriquecimiento ilícito de Ruiz, lo que le habría permitido construir y operar
un lujoso centro médico en el sur de la Ciudad de México… entre otras raterías.
+++ ¿Feliz 90 aniversario, PRI?
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