José Manuel Roás Triviño
completó el domingo los 42.195 metros de la prueba del Maratón de Sevilla
empujando el carrito de su hijo Pablo, enfermo de West. http://bit.ly/1p0VnXp
José Manuel Roás Triviño, natural de Sevilla, es un profesor y corredor popular que el pasado 23 de febrero se coló en el corazón de todos los asistentes a la maratón de Sevilla y también de los que no estuvieron allí. Hoy por hoy estamos acostumbrados a ver a muchos padres y madres corriendo con sus hijos y disfrutando en familia, pero si José Manuel hizo historia y nos llegó a lo más profundo de nuestro ser fue porquerecorrió los 42.195 metros empujando el carrito en el que viajaba su hijo Pablo de 15 años, afectado por la enfermedad de West.
Muchos han sido los que a lo largo de la historia han proclamado a los cuatro vientos que ante una dificultad en la vida puedes decidir entre dejar que te destruya o te haga más fuerte. José Manuel y su familia son el claro ejemplo de fortaleza y de saber sobrepasar los problemas vitales que se les han planteado, aprendiendo a vivir con ellos y alcanzando una forma de ser y estar que roza la felicidad casi absoluta.
CORRER: UN DISFRUTE COMPARTIDO
Roás, adicto a correr, decidió un verano llevarse a Pablo consigo y al ver lo bien que se lo pasó y lo mucho que disfrutó, resolvió en salir a correr con él siempre que pudiera. “Además correr le mantiene vivo y despierto”- comenta José Manuel.
“La maratón es algo muy mítico y me hacía mucha ilusión correrla con Pablo”
Además de entrenar, también habían corrido anteriormente varias carreras populares, sobre todo las nocturnas de Sevilla, donde se respira un ambiente muy propicio para Pablo. Como no podía ser de otra manera, la idea de la maratón ya había rondado por la cabeza de Roás: “La maratón es algo muy mítico y la verdad es que me hacía mucha ilusión correrla con él, pero claro, por la mañana cuando se da la salida hace mucho frío para Pablo. Entonces lo que hicimos hace un par de años, con motivo de la maratón de Sevilla, como el km 19 pasa por debajo de mi casa, lo recogí y completamos la segunda mitad los dos juntos. Y la verdad es que cuando llegué al estadio pensé ‘menos mal que no la hemos hecho entera, porque si no me hubiese retirado’. Pero este año también es verdad que iba a otro ritmo, nos hemos dosificado mucho más y por eso hemos terminado”.
AL BORDE DEL ABANDONO
Esta vez, la cosa fue diferente, quería correr de principio a fin, si todo iba bien, la maratón en compañía de Pablo. Debido a que a la hora de la salida el frío era demasiado para el joven, por lo que durante la primera mitad de la carrera viajó metido en un saco de dormir en la silla. José Manuel no había realizado una preparación muy extensa para esta carrera, porque la idea fue “sobre la marcha”, pero sí había forzado los entrenamientos debido a que tiraría de la silla toda la prueba: “Me esforcé mucho más, salía a correr muchos más días de los que estaba acostumbrado, hacía más kilómetros de los que sé que podía admitir… y lo que conseguí fue sobrecargarme la pierna derecha”. Esta sobrecarga hizo mella en su rodilla derecha que a partir del kilómetro 30 parecía querer negarse a seguir corriendo.
“Si la rodilla decía ‘se acabó’, esto se terminaba”
Cuenta el valiente corredor que “En el kilómetro 30 aunque no iba cansado, la rodilla me dolía mucho y ya corría pensando en ella. En ese momento empecé a distribuir las cargas, me iba echando sobre el carro, pero veía que yo bien no estaba y que la cosa no desaparecía”- y añade- “Me daba pena porque veía que en cualquier momento si la rodilla decía ‘se acabó’, se iba a terminar aquello, aunque también te digo que yo ya estaba muy contento por haber hecho 30 km con Pablo”.
Llegados al kilómetro 35 la situación iba in crescendo de dificultad, pero José Manuel no perdía el ánimo ni la esperanza de completar aquel reto: “Yo veía que aquello no iba bien y Pablo ya iba muy cansado. Recuerdo que le decía ‘Pablo grita, por dios, grita’, pero bueno, seguimos y ya cuando pasamos el kilómetro 38 ya sabíamos que la carrera estaba prácticamente hecha”.
LA META: UNA GRAN RECOMPENSA
Fue ese coraje característico de este corredor sevillano lo que le hizo cruzar la línea de meta 4 horas y 50 minutos después de haber iniciado un recorrido que nunca olvidaría. Lo que seguro que se les quedará marcado en la memoria es la entrada en el estadio. Todavía se emociona cuando lo cuenta: “La verdad es que la entrada en el estadio fue muy emocionante porque esto era algo que llevaba esperando muchos años. Después de verte con un hijo así, con tantas dificultades y ver que los dos podemos completar juntos una maratón, fue increíble. Sobre todo con lo bien que se lo pasó él. Recuerdo que cuando llegamos al estadio y enfilamos la recta ya empecé a gritar: ‘¡Lo hemos conseguido, Pablo, lo hemos conseguido!’. Le cogía las manos y él se puso a gritar también y fue una cosa súper emocionante”.
“Ver cómo los dos pudimos completar una maratón juntos fue increíble”
A pesar de los dolores y del sufrimiento propio en la carrera, José Manuel asegura que disfrutaron cada kilómetro de la prueba. Simplemente el hecho de haber encontrado algo con lo que su hijo esté a gusto y disfrute, para él es el mayor de los regalos. “Para mí, Pablo es como un ángel y te aseguro que nadie ha podido disfrutar la maratón tanto como nosotros, es imposible. Me da pena, porque pienso en el que ganó la carrera y sé que ni siquiera él ha podido disfrutar la carrera tanto como nosotros”.
“Pablo es como un ángel y seguro que nadie ha disfrutado la maratón tanto como nosotros”
De hecho, el objetivo común en la carrera no era solamente terminar la maratón. Era mucho más: “Era pensar que a pesar de los obstáculos y de que muchas veces la vida se te pone muy cuesta arriba, ves que hay cosas que sí son posibles. Y eso para nosotros es un milagro, como también lo es salir a correr con él o correr la maratón, ¡si a mí el tiempo me daba igual! Prefiero terminar la carrera en casi 5 horas, con Pablo y que él se lo pase bien, a hacer una buena marca. No hay color”.
Humilde en su forma de ser, José Manuel casi se quita méritos cuando dice que “Cualquiera de los que ha terminado en menos de 3 horas y media ha hecho mucho más esfuerzo atlético que yo. Además yo llevaba el extra de motivación de Pablo, nos aplaudían muchísimo”. Lo más llamativo de todo era ver cómo un padre y un hijo en esa situación corrían juntos y además lo hacían contentos, algo que para Roás es “vivir la vida con mayúsculas”.
LA FELICIDAD COMO LLAVE MAESTRA
Entonces, ¿cuál es la clave para ir saltando los muros del día a día y hacerlo con la mejor de las sonrisas? Dubitativo, José Manuel no lo sabe muy bien, pero se mantiene firme cuando explica la clave de la felicidad: “La clave está en darse. En un mundo tan egoísta en el que estamos pendientes cada vez más de uno mismo, cada vez somos más infelices. Sin embargo, Pablo nos da la oportunidad de darnos permanentemente. Y ahí está la clave. Con Pablo te ves obligado a dar. Además Pablo siempre te da más de lo que tú le ofreces, porque hay que ver cuántos días, a poco que lo miras, te devuelve una sonrisa. Y eso vale todo”.
“Pablo nos aporta una manera de vivir que es preciosa, es un kit completo”
Por eso, más allá de hundirse, ha aprendido una nueva forma de vida, la que les ha dado Pablo: “Yo siempre digo que Pablo es como un kit completo. Es verdad que nos ha tocado una realidad muy dura pero Pablo nos aporta una manera de vivir que es preciosa. Aprendes a disfrutar de la vida y comprendes que lo importante es feliz”. Tanto es así, que ahora para él salir a correr solo casi carece de sentido: “Me llena tanto salir a correr con él e ir cantando y riendo que ahora correr solo, se ha descafeinado un poco, con Pablo es tener un extra”.
“Correr con Pablo es como correr dopado”
Un extra que en muchas ocasiones lo ha denominado como “correr dopado”. ¿Fue quizá por eso por lo que pudo terminar la prueba a pesar de los fuertes dolores de rodilla? En este aspecto, José Manuel no lo sabe exactamente. Lo que sí está seguro es que sin la silla no habría llegado tan molesto al kilómetro 30, pero también sabe que si le llegan a quitar a su hijo, cuya silla se había convertido en su andador, quizá tampoco habría acabado. De lo que no duda un segundo es de que “correr con Pablo y sentir todo lo que está disfrutando, es un plus. Lo bien que nos lo íbamos pasando, era una auténtica fiesta. Yo disfruto viendo disfrutar a mi hijo, me siento muy satisfecho. Y lo de correr dopado es porque muchas veces vas más pendiente de él, de si va bien colocado, si está bien, etcétera que de mí, y vas más distraído también. Además llevo un añadido de motivación con él”.
PRÓXIMO OBJETIVO: MARATÓN DE MADRID
“No descarto terminar, pero lo veo muy difícil”
Si todo va bien, el próximo 27 de abril José Manuel y Pablo intentarán abordar de nuevo la distancia maratoniana, esta vez en un circuito mucho más exigente que el sevillano, al estar marcado por las subidas y bajadas en todo el perfil. Sin embargo a José Manuel le importa por encima de todo el que su hijo pueda disfrutar: “Creo que Pablo lo pasará muy bien en Madrid, porque hay mucha gente, hay bandas de música cada x kilómetros y la música le encanta”.
Aunque no descarta terminar la carrera, Roás es consciente de que la dureza de la misma es definitiva y “duda mucho” de que lo pueda completar: “En Sevilla yo apenas tengo cuestas y siempre digo que se tiene lo que se entrena. No sé qué pasará, yo me pondré en mi ritmo de 7 minutos el kilómetro y hasta que el cuerpo aguante”.
“Nuestro objetivo principal es disfrutar”
En cualquier caso, no pierde de vista su principal objetivo, disfrutar: “El objetivo principal es disfrutar juntos en un entorno que creo que es ideal. Y a lo mejor terminamos, que no es algo que descarto, pero no apuesto mucho por ello. No por nada, sino porque el maratón Madrid es muy duro, por algo dan 6 horas para terminar cuando lo habitual son 5 horas”. Y añade que “Mientras aguanten las piernas yo aguanto porque no le temo al cansancio. Ya veremos a ver qué pasa, intentaré no cometer errores que hice en el pasado e intentaré hacer una preparación normal mientras disfruto con mi hijo”.
Antonio Machado decía: ‘Caminante, no hay camino, se hace camino al andar’. Sin duda, el camino que están trazando José Manuel y Pablo es el del tesón, el coraje y la fuerza que quizá no les hará llegar lejos, pero sí felices. Y no sólo en carrera, sino en el día a día, que es su verdadero y auténtico maratón. Juntos están trazando el camino de la felicidad.
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