Publicado
el 27 ene. 2019
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La ciudad
de Miami, en el sureste de Estados Unidos, se suma a los actos de solidaridad
con el pueblo y Gobierno legítimo de Venezuela. Aunque al presidente
estadounidense, Donald Trump, y a las transnacionales petroleras no les agrade
la idea, en Miami muchos venezolanos rechazan tajantemente las intentonas de
golpe de Estado e intervenciones en contra del pueblo y el Gobierno legítimo de
Venezuela. Y es que algo huele muy raro aquí, es petróleo. Aquel hidrocarburo
que tanto le gusta a Washington y a las corporaciones ¿No será que el afán
democrático de Trump en Venezuela es más bien una justificación para “sacarle
el jugo” al petróleo del pueblo venezolano? Se preguntan algunos. No es
necesario ser un erudito o un profesor de la Historia para comprender las
consecuencias socioeconómicas y políticas de la injerencia estadounidense en
Latinoamérica. Y es que esta región, conocida como el “patio trasero” de
Estados Unidos, presenta una problemática: toda vez que un Gobierno no comulga
con Washington, la Casa Blanca le envía democracia a punta de balas y
sanciones. Precisamente esa democracia al “estilo americano” es la que
describió el canciller venezolano, Jorge Arreaza, ante el Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas (CSNU). Otro aspecto de análisis es el doble discurso:
¿Cómo es que la Administración Trump le interesa tanto la democracia en
Venezuela, mientras que en otras latitudes, las autocracias y el negocio del
petróleo van de la mano con Washington y socios corporativos? Marcelo Sánchez,
Miami.
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