Muralista
mexicano Diego Rivera quien pintó
el cuatro «Gloriosa
victoria». En el centro del cuadro, el secretario de estado de los
EE.UU, John Foster Dullesle da la mano a
Castillo Armas. El jefe de la CIA, Allen Dulles, y el embajador estadounidense
en Guatemala, John Peurifoy están regalando dinero a los comandantes militares,
mientras que los indígenas trabajan como esclavos, cargando los barcos de la United Fruit Company con bananos.
A los pies del embajador, hay una bomba antropomorfizada que contiene la cara
sonriente del presidente Dwight Eisenhower. En el fondo está
el arzobispo Mariano Rossell y
Arellano oficiando una misa sobre los cuerpos masacrados de los
trabajadores. Este cuadro fue prohibido en los Estados Unidos y desapareció
completamente durante los siguientes cincuenta años. En el año 2000, fue
encontrado en una bodega del museo Pushkin, en Rusia y desde
entonces, está en calidad de préstamo y en exhibición permanente en México.
La obra es una representación de la invasión que hizo Estados
Unidos, a través de la United Fruit Company, dueña la gran industria bananera
que imperaba en esa época en la “Repùblica Bananera” como se le
llamaba a Guatemala y varios países mas de
la región a comienzos de la década de los cincuenta. El mural
Gloriosa Victoria, como pieza central es una obra que escenifica la
intervención de la CIA a Guatemala, a través del Movimiento de Liberación
Nacional, que desencadenó la caída del Gobierno de Jacobo Arbenz.
Dos banderas
Cuenta la historia que en 1953, en la
famosa Casa Azul del barrio de Coyoacán de la capital de México donde vivían
Diego y Frida, se celebraba la incipiente democracia que vivía Guatemala con
dos banderas sobre su puerta: la mexicana y la guatemalteca. Y es que los
Rivera Kahlo vivían muy de cerca este proceso por su abierta militancia de
izquierda y por ser amigos de personalidades como Luis Cardoza y Aragón y
Miguel Ángel Asturias. De hecho, en ese entonces la asistente de Rivera era la
joven guatemalteca Rina Lazo, quien lo acompañó en su trabajo por alrededor de
una década y puso sus pinceladas en obras célebres como Sueño de un paseo
dominical por la alameda central, el mural del cárcamo del Río Lerma o el que
adorna el Estadio Olímpico Universitario.
Pasó el tiempo y, en 1954, Guatemala
fue agredida. Este hecho conmocionó a esta pareja de pintores mexicanos. Tanto
que decidieron organizar una gran marcha para oponerse. Es conocida la foto de
Frida en la que aparece, pocos días antes de morir, en su silla de ruedas y
acompañada de su marido levantando su voz contra este nefasto capítulo de
nuestra historia. Según Juan Coronel Rivera, nieto de Diego y curador de la
Epopeya Mural, el hecho que desata que el famoso muralista mexicano decida
pintar la Gloriosa Victoria fue una carta que Miguel Ángel Asturias le envió,
suplicándole manifestarse a favor de sus hermanos guatemaltecos, pintar algo
que denunciara este hecho.
Así, poco tiempo después de la muerte
de Frida, Diego en su luto se decide a hacerlo. Llamó a Rina, quien se
encontraba en Guatemala pintando el mural Tierra fértil en el Club Italiano,
para que le reuniera material fotográfico, recortes de prensa y todo aquello
que le pudiera ser útil para este nuevo trabajo. Días después se encontraron en
México, en el famoso estudio de San Ángel, y así comenzó el camino de la
Gloriosa Victoria.
Diego y Rina
En poco más de tres meses completaron
el mural al temple que muestra en el centro una bomba con la cara del
presidente de Estados Unidos, Dwight Ike Eisenhower. Sobre esta está el coronel
Castillo Armas inclinándose servilmente ante el secretario de Estado, Foster
Dulles, con un fajo de dinero entre la bolsa. Otros de los personajes que
aparecen en la composición son: Allan Dulles, director de la CIA; el embajador
estadounidense en Guatemala, John Peurifoy y monseñor Rossell y Arellano,
arzobispo de Guatemala, quien da la bendición a los agresores. A la izquierda
se aprecian los buques estadounidenses siendo cargados de bananos, mientras los
soldados solo observan las escena. A la derecha se ve el volcán de Agua, la
bananera, el Palacio y la Catedral, también al pueblo guatemalteco
resistiéndose al hecho y niños, hombres y mujeres muertos.
De la parte derecha del mural hay dos
anécdotas que hacen a la Gloriosa Victoria aún más guatemalteca. Hay una mujer
vestida de rojo con una ametralladora en la mano, que es, ni más ni menos, un
retrato de Rina Lazo como representante de la resistencia. En una entrevista
que proporcionó en México, Rina Lazo cuenta, “Diego me dijo un día:
‘traiga una blusa roja mañana’. Al día siguiente llegué y me puso a posar como
guerrillera, con una ametralladora de juguete que era de su nieto Juan Pablo”.
En la parte superior derecha, se ve una cárcel llena de presos políticos que
agitan una bandera de Guatemala. Esta parte del mural está pintada
completamente por Lazo, quien afirmó que Diego le pidió que la
firmara. Él, ante la timidez de ella por hacerlo, pintó en el muro de la cárcel
un corazón con su nombre y el de ella a manera de crédito. La firma de ambos
aparece en la parte inferior del mural, al lado de la de la otra asistente de Rivera,
Teresa Ordiales.
Para titular este mural, el último que
pintó el hijo predilecto de Guanajuato, Rivera parafraseó de manera sarcástica
lo dicho por el Secretario de Estado estadounidense para celebrar el golpe de
Estado, “esta fue una gloriosa victoria”.
En busca del tesoro perdido
Diego Rivera pintó Gloriosa Victoria
con la idea de que participara en una exposición que el Frente Nacional de
Artes Plásticas mexicano organizó para exhibir obras de sus miembros en los
países socialistas de Europa del Este. La muestra comenzaba en Polonia. Sin
embargo, Miguel Ángel Anzures, director del Frente, se asustó por la temática
del mural. Rivera se molestó y se negó a mostrarlo. Al final, fueron los
jóvenes pintores polacos los que solicitaron el mural a Rivera y finalmente
viajó a Polonia.
Pocos meses antes de su muerte, Diego
viajó a la Unión Soviética para un tratamiento médico.
Consigo llevaba la Gloriosa Victoria y
decidió donarla a la “clase obrera” de ese país, pero, al parecer por órdenes
de Stalin, la obra fue guardada en el Museo Pushkin de Moscú, donde permaneció
en sus bodegas hasta el año 2007. La Gloriosa Victoria estaba considerado como
uno de los dos murales perdidos de Rivera, junto con el famoso Pesadilla de
guerra, sueño de paz.
De hecho, fue buscando este segundo,
que el mural sobre Guatemala volvió, literalmente, a ver la luz como un
tesoro perdido del que no se había sabido nada en 50 años.
Al encontrarlo, más de uno se llevó una
sorpresa. Como estuvo guardado tanto tiempo el colorido del mural permanece
intacto. El asombro fue mayor al percatarse que por el otro lado de la tela hay
un mural inconcluso, que está de cabeza con respecto a la Gloriosa Victoria, en
el que se ve perfectamente retratado al que fuera en esa época el secretario
General del Partido Comunista en México, Dionisio Encinas. Expertos
aseguran que no tienen que ver uno con otro, “cuando Diego quiso pintar el
mural sobre Guatemala, volteó la tela y omitió el otro trabajo, así de simple”.
La vida está llena de coincidencias y
esta historia no es la excepción. Rina Lazo, después de participar en la
elaboración de la Gloriosa Victoria, decidió pintar un mural de similares
proporciones y de la misma temática titulado El mismo agresor, que muestra las
intervenciones de Estados Unidos en Corea y Guatemala. Este también estuvo
perdido, casi por la misma cantidad de tiempo, y coincidentemente apareció por
la misma época en las bodegas de otro museo: el de Toluca.
LA HISTORIA DE UNA GLORIOSA VICTORIA
“Gloriosa Victoria”, fue un
cuadro proscrito que le fue encargado a Diego Rivera por un grupo de
pintores mexicanos “para apoyar al pueblo guatemalteco, que entonces recién
había sido invadido por los Estados Unidos”; sin embargo, cuando vieron el
resultado ya no quisieron la obra debido a que la figura central era el
presidente Eisenhower, en funciones en Estados Unidos.
“En ese momento “Eis”, como le decían
de cariño en Estados Unidos, era el presidente más querido de la historia de
ese país debido a que ganó la Segunda Guerra Mundial y había libertado a
Europa… Diego lo pone como lo que realmente era, el tirano que está invadiendo
a América Latina…
El cuadro, añade el experto en arte, no
fue pintado para México, sino que se iba a incluir originalmente en una
exposición de arte mexicano en Varsovia, de donde fue excluido.
ero entonces los estudiantes de
Varsovia, que ya Varsovia era comunista, se enteran de la obra y le escriben a
Diego y le dicen: “Su pieza no está en la exposición, nos gustaría exhibirla
nosotros”. Y entonces no se exhibe hasta un año después, en una exposición que
organizan los estudiantes de Varsovia, a la cual también asiste una representación
de obreros rusos… Esos obreros le dicen a Diego que si les regala la obra,
porque además esta pieza nunca la cobró, Diego la hizo gratuita y entonces los
obreros rusos le dicen a Diego que si regala la obra, a lo cual accede
Rivera vía correo y años después, ellos mismos se la entregan al
museo Pushkin de Moscu.
¿POR QUÉ GLORIOSA VICTORIA TERMINA EN
UNA BODEGA?
Al llegar a la entonces Unión
Soviética, “Gloriosa Victoria” terminó en las bodegas del Museo Pushkin,
principalmente por dos motivos:
1. Diego era un autor
proscrito en la Unión Soviética, porque no formaba parte del Partido Comunista;
Diego es aceptado nuevamente en el Partido Comunista hasta 1955; cuando esta
pieza llega a Rusia Diego no era Stalinista
2. Desde luego la obra
no fue exhibida porque no tenía el orden que le estaban dando al arte
contemporáneo en ese momento, para el socialismo ruso el arte era dirigido y
tenía que dirigirse hacia la propaganda Stalinista
¿POR QUÉ SE CONSIDERÓ PERDIDO “GLORIOSA
VICTORIA”?
Durante la Guerra Fría, que dura de los
años 50, hasta que cae, en el decenio de los 80 del siglo pasado, el Muro de
Berlín y la Unión Soviética… En ese tiempo las colecciones rusas eran secreto
de Estado, porque muchas de las obras habían sido adquiridas a través de la
guerra, cuando van invadiendo los países, al igual como hacen los nazis y como
hicieron todos los franceses, y muchos otros más, todas las piezas
adquiridas eran tesoros de guerra, como les llamaban.
Lo que se encontraba en los museos
soviéticos en ese entonces no era listado y era información confidencial;
si alguien preguntaba o hablaba de un cuadro no proporcionaban
ninguna información. Fue hasta que se abre la Perestroika y se empiezan a
hacer inventarios, que se hacen inventarios públicos, entonces es que se da a
conocer que el mural efectivamente estaba ahí.
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