El sacerdote mexicano José
Ataulfo García, quien varios meses atrás confesara haber abusado de decenas de
niñas de una comunidad indígena de Oaxaca, fue absuelto por la Arquidiócesis
Primada de México de cualquier delito.
García
admitió haber violado a al menos 30 menores de entre cinco y diez años en una
serie de agresiones que revisten más gravedad por el hecho de que García está
infectado del VIH.
El
caso del clérigo forma parte de una serie de denuncias contra miembros de la
Iglesia católica mexicana por pederastia. No obstante y pese a las pruebas y a
las denuncias de las organizaciones defensoras de los derechos de la niñez, los
involucrados no han sido juzgados.
Por
su parte, una de las madres de las menores violadas planeaba reunirse con el
papa Francisco para dar a conocer la delicada situación de la comunidad
afectada, pero recibió una respuesta negativa del Vaticano.
A
pesar de la gran cantidad de víctimas, únicamente dos se atrevieron a denunciar
oficialmente. El respeto del que goza la institución religiosa en las
comunidades indígenas de México y la influencia que tiene sobre algunos
organismos gubernamentales ha impedido que se le dé la debida importancia. Las
víctimas tienen miedo a represalias.
El
sacerdote Apolonio Merino Hernández declaró que algunos curas de Oaxaca están
implicados en casos de pederastia y que el 70% de ellos tienen hijos, muchos de
ellos fruto de violaciones.
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