9 de enero de 2013

ACTO LUCTUOSO EN RÍO BLANCO PERDIÓ SU IDENTIDAD OBRERA; SÓLO SIRVE A POLÍTICOS

“Hoy el acto es el marco perfecto para la pasarela de políticos que utilizan la crisis obrera para las promesas retoricas”, resumió el secretario general de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), César Silva Reyes.

Río Blanco, Ver.- El acto luctuoso del 7 de enero confirmó su pérdida de identidad. Atrás dejó su esencia obrera para reafirmar su carácter político. Aquí el tema laboral desde hace años pasó a segundo término y cedió su lugar a las promesas, ofrecimientos y compromisos retóricos. En esta ocasión las ofertas de reactivar la otrora poderosa industria textil ni siquiera fueron tema. Si acaso, perdidas protestas por el creciente desempleo le dieron el toque al evento.
El acto sólo es el recuerdo bibliográfico del inicio del movimiento obrero que dio vida a la Revolución Mexicana. Atrás quedaron las veladas obreras que el poderoso Sindicato Revolucionario de Trabajadores Textiles de la Fábrica Río Blanco realizaba en honor a los obreros que se sublevaron contra la opresión patronal. “Hoy el acto es el marco perfecto para la pasarela de políticos que utilizan la crisis obrera para las promesas retoricas”, resumió el secretario general de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), César Silva Reyes.
Pero son muchos los factores que influyeron en el desencanto del acto luctuoso. Primero, la quiebra de la fábrica textil alejó a los obreros que dejaron parte de su vida en los telares; segundo promesas incumplidas de tres exgobernadores mermaron la credibilidad del discurso oficial incluso el de ayer, fue el colofón a una serie de eventos que perdieron su esencia obrera.
El de este lunes en el discurso y en los hechos no tocó ni por error la oferta de reabrir lo que fuera la fábrica textil Río Blanco. Los asistentes, en su mayoría eran invitados especiales, la clase política de la región, organizaciones sociales que exigieron el despido de funcionarios y unos cuantos que calificaron de charro al secretario general del comité nacional de la CROC, Isaías González Cuevas, trabajadores del sector salud que pidieron su homologación salarial y unos cuantos pensionados que reclamaron una pensión digna en el ocaso de su vida.
Hoy los actos faraónicos en los que el presidente de la República en turno era recibido en medio de incienso, quedaron muy atrás. Las marchas y protestas obreras son cosa del pasado. Los actores políticos se adueñan del escenario, llevan a sus huestes, colocan mantas de agradecimiento al gobierno del estado, aunque ellos mismos saben que pasado el acto regresan a la realidad de la zona: el desempleo, que según cifras de centrales obreras, rebasa los 17 mil trabajadores sin empleo.
Incluso se extrañaron las protestas que en su momento realizaba el sindicato de trabajadores de la ruta 100 del Distrito Federal, que año con año, llegaban a protestar y provocaban el nerviosismo oficial, hoy ni siquiera eso sucede.
La pérdida de relevancia del acto luctuoso inclusive se reflejó en la ausencia en el presídium de los dirigentes del sindicato minero de Cananea, que año con año, hasta 2012, llegaban a esta ciudad a refrendar su hermandad con la clase obrera de este municipio, ayer no llegaron. Tampoco estuvo, como también hasta hace un año, el dirigente nacional de la CROM, Rodolfo Guzmán. Apenas dos de los ocho alcaldes de corredor industrial estuvieron en un acto, que poco a poco, empieza a desaparecer.

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