“¿CÓMO REDUCIR A CERO EL HAMBRE, TERMINAR CON LA DESNUTRICIÓN INFANTIL,
AUMENTAR LA PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS Y EL INGRESO DE LOS PRODUCTORES AGRÍCOLAS
SIN CAMBIAR EL PROGRAMA ECONÓMICO Y LABORAL DE ENRIQUE PEÑA NIETO?”
Abatir la desigualdad social y robustecer la equidad de género no parece ser una prioridad de las políticas de Enrique Peña Nieto |
Gabriela
Rodríguez
En el desarrollo de la espectacular
Cruzada Nacional contra el Hambre lo más difícil será que quienes encabezan la
nueva administración nos convenzan de que se trata de un cambio estructural y
no de un proyecto asistencialista, que se atacarán las causas profundas del
hambre y la pobreza, que se irá más allá de la simulación ante los compromisos
de México con el programa Hambre Cero, de la ONU. Porque realmente el reto es
inverosímil: ¿cómo reducir a cero el hambre, terminar con la desnutrición
infantil, aumentar la producción de alimentos y el ingreso de los productores
agrícolas sin cambiar el programa económico y laboral de Enrique Peña Nieto?
No dejo de valorar que el decreto
publicado por la Secretaría de Desarrollo Social en el Diario Oficial
de la Federación se focalice en los 7.4 millones que padecen carencia
alimentaria severa y pretenda que la cruzada sea una estrategia de inclusión y
bienestar social, que se invite a participar a los ciudadanos y alinear a los
funcionarios para que se coordinen con los programas federales, estatales y
municipales.
Pero mi escepticismo parte de lo
distantes que están esas pretensiones de las políticas alimentarias que se
vienen operando en las últimas tres décadas y lo cercana que resulta esa
política respecto de la conocida estrategia Solidaridad que se implementó tan
fallidamente desde que arrancó el gobierno de Salinas de Gortari y que continuó
como programas Progresa y Vivir Mejor. Porque no se han impuesto las
necesidades sociales a los intereses de los poderes empresariales o monopólicos
en tales programas, ni hay elementos que apunten hacia un viraje o ruptura con
el paradigma económico oficial en la Cruzada Nacional contra el Hambre.
Teniendo todo el poder del Estado, ni siquiera se han atrevido a prohibir los
alimentos chatarra en las escuelas, una de las más sencillas acciones para
incidir a corto plazo en la desnutrición.
Pero para terminar con el hambre es
indispensable democratizar la economía, fortalecer la igualdad y la equidad de
género, ampliar el acceso a la educación y a la salud de calidad, así como
generar empleos dignos, pensiones y jubilaciones para hombres y mujeres, que,
por cierto, van en sentido contrario a la reciente reforma laboral, la cual más
bien debilitará las condiciones de las y los trabajadores. Informes del Coneval
sostienen que hay más precariedad en los hogares encabezados por mujeres que en
aquellos en los que se reconoce a un hombre como jefe, y que niñas, niños (0 a
5 años) y adultos mayores que pertenecen a hogares jefaturados por mujeres son
a quienes más afecta la pobreza alimentaria. Por cada 100 hogares dirigidos por
hombres (menores de 45 años) hay cerca de 22 hogares jefaturados por mujeres de
la misma edad, y la razón se incrementa conforme aumenta la edad de las jefas o
jefes. En todos los casos, en los hogares con jefatura femenina existe mayor
incidencia de inseguridad alimentaria severa, que en los hogares con jefatura
masculina, diferencia que se agudiza cuando los y las jefas se encuentran en
situación de pobreza, alcanzando hasta seis puntos porcentuales de diferencia.
Cuando los hogares son jefaturados por un hombre la proporción de éstos en
seguridad alimentaria o inseguridad alimentaria leve es mayor a la de los
hogares encabezados por mujeres y, en contraparte, en éstos las incidencias de
grados moderados y severos de inseguridad alimentaria son superiores. Además,
cuando el hogar es dirigido por una mujer existen mayores posibilidades de que
experimente carencia por acceso a la alimentación, lo cual se agudiza cuando la
jefa del hogar se encuentra en situación de pobreza (Pobreza y género en
México, Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo
Social, Coneval, 2012).
Abatir la desigualdad social y
robustecer la equidad de género no parece ser una prioridad de las políticas de
Enrique Peña Nieto. Al arrancar este sexenio, se intentó disminuir el peso
político del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) al pretender
integrarlo a la Secretaría de Desarrollo Social. Poco después se simuló una
consulta ciudadana para formar una terna de aspirantes en la que se integró a
Lorena Cruz Sánchez, una mujer que no cubre el perfil técnico para dirigir la
institución y que como directora del Consejo Estatal de la Mujer y Bienestar
Social del estado de México se opuso a decretar la Alerta de Violencia de
Género (AVG) ante el crecientefeminicidio en la entidad, que de
2005 a 2010 cobró la vida de 922 mujeres. Pero finalmente ella fue impuesta por
Rosario Robles como la candidata del Presidente. Pareciera que la
obediencia y la sumisión son las nuevas virtudes de la actual secretaria de
Desarrollo Social. Esperamos que ella misma no sea la fuente de su inspiración
para operar las políticas sociales.
Porque el mundo le está fallando a
las y los pobres, necesitamos una sociedad más humana. Mira a tu
alrededor: hay otro, siempre hay otro. Lo que él respira es lo que a ti te
asfixia, lo que come es tu hambre (Rosario Castellanos, El otro).
Twitter: @Gabrielarodr108
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