Desinterés oficial frente a la tragedia.
Alfredo tiene pesadillas porque vio morir a su hermana de I7 años en una balacera: Jorge de I7 años hijo de un desaparecido, dibuja a un militar y a un encapuchado apuntando al coche de la familia: Cesar de 10 años perdió a sus padres en una balacera, se niega a ir a la escuela y no quiere salir a la calle: Jaime de 12 años observo como asesinaban a 4 miembros de su familia y esta herido en el hospital… son los “daños colaterales” mas pequeños de la guerra contra el narco que ha cobrado la vida de 1400 menores de edad y ha generado múltiples trastornos psicológicos y miles de niños abandonados por el estado.
“No son considerados los impactos de la violencia armada en los niños. Son poco mas de 4000 homicidios y ninguna condena”, dice Juan Martin Pérez García director de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) que ha contabilizado 345 muertes de menores desde enero de 2010 y alerta sobre los estados con mayor números de homicidios infantiles, entre los que se encuentran Chihuahua, Sinaloa, Guerrero, Durango, Tamaulipas y Nuevo Leon.
Un total de 37 millones de niños viven en México, casi 37% de la población, de ellos, 20 millones padecen situación de pobreza y, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social “Coneval”, 83% tienen algún tipo de carencias: “en esta lógica se puede ver lo poco que hace el estado mexicano con la infancia. Solo destina el 1% del PIB para proteger a los menores y permitir que cambie su situación. El estado no ha sido capaz de garantizar el derecho de los niños a la vida”, dice Pérez García.
MIEDO Y ODIO.
“No me dieron” dijo Wendy de 17 años a su primo que conducía el coche rafagueado con cuernos de chivo por un comando que salió de una vereda de la carretera a Cerralvo rumbo a Dr. Gonzales, Nuevo Leon. Wendy viajaba también con una amiga, pero a los pocos minutos del ataque, noto una mancha de sangre que se extendía en su blusa, las balas le perforaron el estomago. Alcanzo a llegar a su casa, su madre la llevo al hospital más cercano de Monterrey, donde fue atendida pero murió.
Como todos los días, Alfredo de 9 años le llevo flores al cementerio del pueblo, la tumba de tierra tiene una cruz de madera sin nombre. Esta triste. No tiene ganas de comer. No llora, pero la extraña mucho, recuerda haberla visto sangrando en agonía y haberla visitado en el hospital donde estaba.
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