“Es por mandato del alcalde Ramiro Hernández”, asegura
Rafael Hernández Guízar / Página 24
Como vulgar delincuente,
el inspector Carlos Fabila García le quitó a Juan Antonio Hernández Jiménez, un
niño chiapaneco, sus artesanías que estaba ofreciendo en el centro de
Guadalajara; el trabajador municipal afirmó que del alcalde proviene la orden de
retirar a los indígenas “porque dan mal aspecto”
Los abusos de un inspector de Guadalajara fueron denunciados por ciudadanos que presenciaron cómo decomisó mercancía a un indígena menor de edad que vendía artesanías en el centro de la ciudad.
Se trata del inspector Carlos Fabila García, quien aseguró mercancía que se vendía en la calle pero sin entregar un folio para recuperarla, hecho que fue reportado por personas que pasaban afuera de los juzgados mercantiles, lugar de los hechos, y se percataron del acto.
“Los mismos inspectores que andan vestidos de civiles le dicen al comercio informal, a los que traen carritos, que se salgan mientras pasa la inspección y luego los dejan que se vuelvan a meter a vender. Tengo fotos en las que están recibiendo dinero bajito del agua y, siempre se encajan con el indígena y no se vale”, señaló en entrevista con Página 24, Víctor Ramírez Nava, uno de los testigos. “El inspector Carlos Fabila dijo que todo lo que hacían, lo hacían por mandato del presidente (Ramiro Hernández García), que él los estaba mandando principalmente a quitar a los indígenas, porque daban muy mal aspecto a las plazas y que por eso se les ubicaba en plazas fuera del centro”.
Adelina García López, una religiosa que también pasaba por el lugar, indicó: “Vi que había policías y que al niño lo tenían agarrado de la mano, nosotros nos quedamos observando, no sabíamos qué pasaba, él (el niño) estaba defendiendo su bolsa y un señor ya grande lo tenía agarrado, fue mucho tiempo, como 20 minutos. Yo vi que fue una agresión contra el niño porque temblaba, estaba llorando, el hombre le quitaba la mercancía y no lo soltaba, le dijimos que eso no estaba bien. Es una gran injusticia”, señaló.
“Los que tienen más preparación deben de apoyar, eso que hicieron yo lo considero como un abuso de autoridad”, prosiguió.
–¿Hubo agresiones?
–Lo tenía agarrado del brazo, muy fuerte, el niño estaba llorando y las personas que estaban ahí no lo defendieron, al contrario, dijeron que tenía que quitárselo porque la orden era así, que lo teníamos que hacer y punto.
La religiosa, una misionera de la congregación Apóstoles de la Palabra, señaló que el presidente de Guadalajara, Ramiro Hernández García, debería de ser más sensible a las necesidades de la ciudadanía, dejando de lado las banalidades con las que se ha conducido y permitir que los indígenas busquen su sustento con la ventad de artesanías en el centro de la ciudad, ya que son parte de las tradiciones y la cultura mexicana.“
Le diría (a Ramiro Hernández) que esté a favor de los indígenas, en nuestro país nos falta conocer más las leyes, sé que los primeros artículos de la Constitución van a favor de los derechos humanos, de los niños, de los indígenas. Y esto es un atropello muy grande, algo injusto, que no tiene nombre, es una vergüenza para nuestro país, este niño debería de estar en la escuela, pero trabaja por necesidad y encima de todo, le quitan lo que vende, no es justo”.
El menor de edad a quien se le aseguró la mercancía, es Juan Antonio Hernández Jiménez, un indígena de ocho años de edad proveniente del estado de Chiapas, que vive con una de sus tías y que a pesar de su corta edad, se ve obligado a trabajar para solventar gastos de su hogar.
Lo más lamentable del asunto, es que el inspector no dejó un folio para que Juan Antonio pueda reclamar sus artesanías y terminará por perder la única manera que tiene de subsistir.
Los abusos de un inspector de Guadalajara fueron denunciados por ciudadanos que presenciaron cómo decomisó mercancía a un indígena menor de edad que vendía artesanías en el centro de la ciudad.
Se trata del inspector Carlos Fabila García, quien aseguró mercancía que se vendía en la calle pero sin entregar un folio para recuperarla, hecho que fue reportado por personas que pasaban afuera de los juzgados mercantiles, lugar de los hechos, y se percataron del acto.
“Los mismos inspectores que andan vestidos de civiles le dicen al comercio informal, a los que traen carritos, que se salgan mientras pasa la inspección y luego los dejan que se vuelvan a meter a vender. Tengo fotos en las que están recibiendo dinero bajito del agua y, siempre se encajan con el indígena y no se vale”, señaló en entrevista con Página 24, Víctor Ramírez Nava, uno de los testigos. “El inspector Carlos Fabila dijo que todo lo que hacían, lo hacían por mandato del presidente (Ramiro Hernández García), que él los estaba mandando principalmente a quitar a los indígenas, porque daban muy mal aspecto a las plazas y que por eso se les ubicaba en plazas fuera del centro”.
Adelina García López, una religiosa que también pasaba por el lugar, indicó: “Vi que había policías y que al niño lo tenían agarrado de la mano, nosotros nos quedamos observando, no sabíamos qué pasaba, él (el niño) estaba defendiendo su bolsa y un señor ya grande lo tenía agarrado, fue mucho tiempo, como 20 minutos. Yo vi que fue una agresión contra el niño porque temblaba, estaba llorando, el hombre le quitaba la mercancía y no lo soltaba, le dijimos que eso no estaba bien. Es una gran injusticia”, señaló.
“Los que tienen más preparación deben de apoyar, eso que hicieron yo lo considero como un abuso de autoridad”, prosiguió.
–¿Hubo agresiones?
–Lo tenía agarrado del brazo, muy fuerte, el niño estaba llorando y las personas que estaban ahí no lo defendieron, al contrario, dijeron que tenía que quitárselo porque la orden era así, que lo teníamos que hacer y punto.
La religiosa, una misionera de la congregación Apóstoles de la Palabra, señaló que el presidente de Guadalajara, Ramiro Hernández García, debería de ser más sensible a las necesidades de la ciudadanía, dejando de lado las banalidades con las que se ha conducido y permitir que los indígenas busquen su sustento con la ventad de artesanías en el centro de la ciudad, ya que son parte de las tradiciones y la cultura mexicana.“
Le diría (a Ramiro Hernández) que esté a favor de los indígenas, en nuestro país nos falta conocer más las leyes, sé que los primeros artículos de la Constitución van a favor de los derechos humanos, de los niños, de los indígenas. Y esto es un atropello muy grande, algo injusto, que no tiene nombre, es una vergüenza para nuestro país, este niño debería de estar en la escuela, pero trabaja por necesidad y encima de todo, le quitan lo que vende, no es justo”.
El menor de edad a quien se le aseguró la mercancía, es Juan Antonio Hernández Jiménez, un indígena de ocho años de edad proveniente del estado de Chiapas, que vive con una de sus tías y que a pesar de su corta edad, se ve obligado a trabajar para solventar gastos de su hogar.
Lo más lamentable del asunto, es que el inspector no dejó un folio para que Juan Antonio pueda reclamar sus artesanías y terminará por perder la única manera que tiene de subsistir.
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