MADRE JAROCHA Por: Sergio Aguayo.
Javier Duarte tiene fama de intolerante y rencoroso pero necesita quienes materialicen sus impulsos primarios.
Javier Duarte tiene fama de intolerante y rencoroso pero necesita quienes materialicen sus impulsos primarios.
A la memoria de Elena
Urrutia, colega y amiga.
Un minuto de video confirma el desamparo de las
víctimas veracruzanas y el desdén y arrogancia de un gobernador que, sabiéndose
impune, intenta silenciar o intimidar a sus críticos.
Hace tres años
desapareció en Orizaba, Veracruz, Fernanda Rubí Salcedo Jiménez, tenía 21 años.
Araceli, su madre, inició su búsqueda y así se transformó en activista que
promueve el rastreo de quienes se desvanecieron.
El 23 de
octubre la madre jarocha interpeló al gobernador de Veracruz, Javier Duarte, en
Orizaba. Tras sus airados reclamos estaban tres años de peregrinar por oficinas
civiles y militares, estatales y federales, que respondieron con excusas e
indiferencia.
El periódico
El Mundo de Orizaba filmó y difundió el hecho que también fue su nota principal
del 24 y el 25 de octubre.
Durante ese
minuto la madre persigue a un gobernador que la ignora y evita verla de frente.
Jamás se detiene. Camina zigzagueando para sacarle la vuelta y abraza a uno y a
otro para tener algo que hacer sin que en ningún momento lo abandone la sonrisa
socarrona, desdeñosa y nerviosa.
El minuto
captura el medio siglo que lleva el estado negando y desatendiendo las
tragedias de las y los desaparecidos. Javier Duarte tiene fama de intolerante y
rencoroso pero necesita quienes materialicen sus impulsos primarios.
Dos días
después de la interpelación el diario El Buen Tono, de Orizaba, se lanzó contra
la hija, la madre y el periódico. Su primera plana pregonaba “Rubí, ligada a
los Zetas”, para luego asegurar que estaba ligada “con la delincuencia
organizada” y que las exigencias hechas por la madre fueron “mandada[s] por los
adversarios políticos” del gobernador.
En la misma
edición acusa a El Mundo de haber orquestado el incidente porque había dejado
de recibir “tres y medio millones que cada mes cobraba por manejar ‘de manera
amable’ las notas de la administración duartista”.
El hecho tuvo
una gran difusión y el gobierno veracruzano reaccionó con tuits, ruedas de
prensa y tarascadas que incluso alcanzaron a los indignados de otras entidades.
El lunes 26 de
octubre difundí por redes sociales el video y califiqué a Duarte de “cínico”.
El mensaje
tuvo impacto en el ciberespacio y el martes 27 El Dictamen de Veracruz me avisó
que ya no publicaría mi columna después de 18 años de respetuosa relación.
Invocaron razones económicas pero guardaron silencio cuando les pregunté si el
gobierno de Veracruz tuvo alguna injerencia en su decisión.
Luego vino la
difamación. El viernes 30 de octubre Francisco Rodríguez difundió un largo
texto en el portal Índice Político. Tiene derecho a opinar que soy un “rufián”,
un “mafioso” y un “infame”, pero abusa de la libertad de expresión cuando
asegura que cobré “¡250 millones de pesos del presupuesto público!” por
digitalizar el Archivo General de la Nación. Cita a “testigos presenciales” que
vieron a mis “discípulos y cómplices” contar durante “varios días” y “con una
emoción desaforada”, el “dinero” en “el piso” y en “los escritorios de
Lecumberri [sede del AGN]”. Solo le faltó decir que ellos iban encapuchados y
ellas presumían de antifaces de Gatúbela.
Cuento con
indicios para proponer una hipótesis de trabajo: Francisco Rodríguez es
empleado de, o es utilizado por, el gobierno de Veracruz para aplacar con
mentiras a uno de sus críticos.
Mis
contratiempos son baladíes cuando se comparan con el infierno que viven
cotidianamente los periodistas jarochos independientes:
“Veracruz
continúa [siendo] una de las regiones más peligrosas para la prensa en el
mundo” (Artículo 19, junio de 2015); “en Veracruz el periodismo se ejerce en un
ambiente de precariedad laboral, inseguridad y falta de protección por parte de
los propios medios” (Comisión Interamericana de Derechos Humanos, octubre de
2015); Veracruz es uno de los “estados con mayor incidencia en el número de
homicidios a periodistas” (Comisión Nacional de los Derechos Humanos, octubre
de 2015). En Veracruz atacan a periodistas y defensores de los derechos humanos
porque sus gobernadores son arrullados por el PRI y el gobierno de Enrique Peña
Nieto.
El Presidente
acaba de nombrar al impresentable Fidel Herrera como cónsul en Barcelona, y
Javier Duarte ha hecho lo que le ha dado la gana con Veracruz.
Me dicen que
el peñanietismo considera la situación jarocha insostenible y que intentarán
ponerle trancas al gobernador intolerante. ¿Lo harán? ¿Les hará caso? Y lo más
importante, ¿lo harán que rinda cuentas?
Fuente:
Infosel / Reforma / Terra.com.mx / http://economia.terra.com.mx/reforma-columnas-politicas,d2ade57788a835490ff3bb068b9ccfbfi7llx1sw.html
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