9 de junio de 2016

EL MIEDO NO ANDA EN BURRO

Nudo gordiano

08 de Junio de 2016

“Es tiempo de la reconciliación y de la unidad. Dejemos atrás el encono”, dijo ayerJavier Duarte. Y es que de pronto ya le entró el espíritu conciliador necesario para la transición que por primera vez llevará a Veracruz a ser gobernado por un gobierno que no es de extracción priista. Pero lo que el todavía gobernador Duarteno entiende es que nadie quiere reconciliarse con él. No lo quiere ni Miguel Ángel Yunes ni lo quiere Cuitláhuac García ni nadie que haya sido su adversario en esta contienda. Y mucho menos quieren “reconciliación” todos los veracruzanos que votaron contra él. Justamente ése, (el de la no reconciliación) es el espíritu de la alternancia política: que cuando un gobernante no cumple o abusa de sus funciones, el electorado se lo cobra no votando por su partido y su candidato. Y el deber del nuevo elegido es investigar y, en su caso, castigar dichos abusos. La función de la alternancia es la del castigo, la del reclamo, la de la rendición de cuentas. Curiosa (y acomodaticia) declaración de paz hecha por el todavía gobernador, cuando justo ayer nos amanecimos con una primera plana en El Universal en la que Miguel Ángel Yunes, virtual ganador de la elección del domingo pasado, advertía que Javier Duarte irá a la cárcel. Así: a la cárcel. Y es que claro: acostumbrado a la política de las complicidades y la impunidad, Duartepiensa que todo se resuelve con grilla, con declaraciones, con presión... y pactos en “lo oscurito”.

Desde luego que la manera en que se resuelva este asunto será carne que alimente las aspiraciones y posibilidades del PAN y del PRD, quienes abanderaron a Yunes Linares, hacia la elección estatal en 2018. Pero también a la presidencial. Sabemos que la gubernatura que se jugó el 5 de junio será de apenas dos años, pues se empatará con la elección federal, por lo que la presión es altísima: el próximo gobierno de Veracruz debe cumplir con su promesa de castigar los abusos del gobierno de Duarte. Es lo mínimo que puede hacer para asegurar que en la siguiente sucesión el PRI no recupere este bastión histórico que hoy ya no tiene en sus manos. Y no sólo eso: si Yunes no investiga y de hallarlo culpable no procede contra Duarte, entonces sí cantado estará que Cuitláhuac García será el próximo gobernador veracruzano y buscará entambarlos a los dos.

Pero el miedo no sólo se expresa a través del cambio del discurso: también cuando se calla. Un poco más al norte de Veracruz, otro Duarte hizo pico de cera tras los resultados de la elección. César Duarte, el gobernador de Chihuahua no ha dicho absolutamente nada del triunfo de Javier Corral, el panista que le arrebató la gubernatura al PRI. Y es que también Corral ha asegurado que no solamente irá por el actual gobernador, sino por toda la “cadena de impunidad” que se armó durante la gestión de este otro chihuahuense.

Como he anotado aquí en repetidas ocasiones: es claro que el hartazgo ciudadano por tanta corrupción ya cobra las facturas y mienta madres en las urnas. Y si los políticos no lo quieren ver, allá ellos. Porque eso, además de ser un llamado no sólo contra quienes hacen esas transas; es también un mandato ciudadano para quienes se comprometen a acabar con ellas y a castigarlas. Bien lo ha hechoClaudia Pavlovich en Sonora contra Guillermo Padrés. Jaime Rodríguez Calderón El Bronco se tardó en Nuevo León más del tiempo que había prometido para actuar sobre Rodrigo Medina y ya la gente se estaba cansando de esperar. Ahora en Veracruz la presión es todavía mayor porque serán sólo 24 meses los queYunes Linares esté en el cargo y al menos deberá cumplir con esa exigencia que le dio al PRI una de sus más grandes derrotas. La alternancia no es para buscar la “reconciliación”. Punto. Pero quienes la buscan es porque, definitivamente, el miedo no anda en burro. Ojalá les quede claro, clarísimo, a todos los que ganaron, el mandato que venía en cada voto emitido en las urnas apenas este domingo.

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