Encontrábame tonteando en mi cuenta de
Twitter —¿qué más se puede hacer en ese congal?— cómodamente combativa y
cuestionando desde el trino digital lo ocurrido recientemente en el estado de
Oaxaca, cuando un paisano tuitero que pasaba por ahí, apresuróse a adjetivar mi
sesuda pendejada en ciento cuarenta caracteres como “chairismo puro”.
Yo, ni tarda ni perezosa y muy dispuesta a
la procrastinación (para qué negarlo) solicité a mi interlocutor que me sacara
de la espesa ignorancia en la que vivo y explicara con profundidad el concepto
Chairismo.
El compañero se negó en redondo pero como yo realmente quería saber de qué iba
la cosa, me empeñé en encontrar el fondo del concepto y, luego de iluminadoras
lecturas en la red, hube de hacer mi propia definición.
Chairismo (masculino, de uso extendido en
México)
Dícese del sesgo político tendiente a la izquierda, fuertemente inclinado a
creer en teorías de conspiración, claramente orientado a la rebeldía y la
queja, escandalosamente partidario de todas las formas alternativas del amor
tales como el homosexualismo, pansexualismo y hasta el matrimonio igualitario;
tendencialmente ateo y criminalmente a favor de la legalización del aborto y el
consumo de drogas. Llegado a niveles radicales, será defensor irracional de la
divina trinidad conformada por Karl Marx, Carmen Aristegui y Andrés Manuel
López Obrador. Conmovido simpatizante del ex presidente de Uruguay, José
Mújica. Marchista consistente u ocasional. Malhablado. Estudiante regular,
irregular o retirado de las carreras de Sociología, Derecho, Economía, Artes
(todas las malditas artes), Filosofía, Periodismo y Comunicación. Poco
elegante.
Me quedé sin aliento. Por toda respuesta me
entregué al asombro del incauto que se reconoce palmo a palmo en la descripción
de su signo zodiacal, pues salvo un par de detalles como el de la adoración a
la señora Aristegui a quien respeto pero no me persignaré frente a su imagen y
la defensa irracional de López Obrador a quien le encuentro más motivos para
criticar que para defender; en lo demás me identifico.
Si entendí bien, el Chairismo es una suerte de reminiscencias del Socialismo,
Progresismo, Liberalismo, ingenuidad y neurosis amalgamados en algo así como la
cocina fusión pero no tan chic porque los chairos no tenemos buen gusto ni
somos trendsetter, somos más bien rasposos.
Una vez recuperada del asombro, me puse a
pensar en los movimientos chairos de la historia y no sé, terminé sintiendo un
estúpido orgullo de alcance universal. Porque muchos cambios los debemos
agradecer a esta actividad revoltosa que se origina en la inconformidad y el
impulso de pelear para conseguir que se transforme el statu quogeneralmente
favorecedor de unos pocos.
Por ejemplo, seguro que los indios, a pesar
de todo, están de lo más agradecidos con Gandhi, el chairo pacífico que apostó
su vida para convertir a la India en una república independiente.
Agradecemos también a las chairas que
pelearon para que las mujeres pudiéramos ejercer el voto y a los chairos
proletarios que nos dieron derechos laborales, seguro médico, reparto de
utilidades, vacaciones pagadas y tantos otros beneficios del Godinismo
(concepto importantísimo pero que no es objeto de este agudo análisis y al que
dedicaremos un ensayo posterior).
Es más, queridos lectores, es probable que
le deban a algún chairo que en su colonia aún queden parques, árboles,
alumbrado público y que el agua potable llegue regularmente a su casa.
Pero no todo es orgullo y felicidad, desde
luego, si los feroces detractores del Chairismo acusan, principalmente, de
incongruencia a sus miembros, es en parte porque tienen razón y en parte porque
para atacar a quien piensa diferente cualquier pretexto es bueno, que para algo
somos seres humanos.
Que Karl Marx no mantenía a su esposa ni a
sus hijos porque se la pasaba haraganeando y escribiendo el Manifiesto del
Partido Comunista con su compadre Engels; pues sí, muy mal, pero oiga usted,
Marx no pregonaba sobre la buena paternidad ni sobre cómo ser un excelente
proveedor y esposo, ¿dónde está la incongruencia? ¿Mal padre? seguro que lo fue
pero ¿mal chairo? no veo por qué.
Que el PRD es un partido basura, conformado
por ególatras, rastreros, supuestamente militantes de la izquierda pero que
babean ante cualquier fajo de billetes … no, pos sí, ni cómo defenderlos. Malos
chairos, mal partido, pésimos funcionarios públicos.
Que yo, aunque leí El Capital, me gasto el
ídem en frivolidades … no, pos también, ni cómo defenderme. Mala chaira, mala
persona y peor estratega financiera.
Que el chairo Miguel Hidalgo y Costilla,
era agitador pero también religioso … eso sí está raro pero se le agradecen los
esfuerzos independentistas.
Lo que digo, chairos o no chairos, es que
la historia de este mundo sería infinitamente más jodida (tal vez no tendríamos
ni los derechos humanos elementales) si no fuera por el gremio de inconformes
que, generación tras generación y momento histórico tras momento histórico, ha
señalado, peleado y apostado su vida para recordarles a los poderosos que no
pueden hacer lo que les venga en gana olvidando que hay un tejido social al que
perjudican brutalmente cuando toman decisiones elitistas o totalitarias.
¿O habría que dejarse pastorear,
tranquilamente, por caudillos, jefes máximos, dictadores, partidos políticos
corruptos, gobernadores ladrones y empresarios con fiebre de grandeza?
Y a propósito de fiebres, vuelvo a las
teorías de conspiración, ¿ya notaron que las palabras Brexit y Oaxaca
comparten, sospechosamente, la letra x? ¿y si son distractoras una de la otra
para alterar los algoritmos de tendencias digitales?
Me río a carcajada batiente, camaradas, si
este texto sirvió al menos para eso, ya gané aunque no haya hecho la más mínima
aportación a los brillantes analistas del Chairismo. Y me despido con un
clásico chairo: libertad, igualdad, fraternidad.
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