Por Armando Ortiz
La codicia en una persona no
cabalga sola, en varios de los casos se deja acompañar por la mezquindad.
¿Y qué
es la codicia?
La codicia es ese afán insano de poseer lo que no nos pertenece. El adúltero es
codicioso precisamente por ello, porque teniendo abrevadero busca saciar su sed
en una fuente ajena. Lo mismo el ladrón, pero no el ladrón que roba por
necesidad, sino el ladrón que a pesar de tener riquezas, busca hacerse de más
riquezas de manera ilegal. Su codicia cabalga en él como uno de los jinetes de
su apocalipsis personal.
¿Y qué
es la mezquindad? Al respecto dice la Biblia que “el que siembra liberalmente,
liberalmente segará, pero el que siembra mezquinamente, mezquinamente también
segará”. En el diccionario de la Real Academia Española el término mezquino se
refiere a alguien “Falto de generosidad y nobleza de espíritu”. Pero en una segunda
acepción un ser mezquino es alguien “pequeño, diminuto”.
Mejor
definición no se podría pedir para el gobernador Javier Duarte en los últimos
momentos de su sexenio. Los resultados de las elecciones el 5 de junio lo
disminuyeron de tal manera que se requiere de una lupa para poder contemplarlo;
máxime si después de su operación perdió más de 40 kilos. El gobernador, ante
la disminución de poder que ha sufrido busca de manera urgente hacerse ver
grande con la única arma que posee: la prepotencia.
Es por
ello que al final de su carrera como gobernador, y sabiendo que dejó escapar
una oportunidad histórica, busca imponer su voluntad, complicando en ello a un
Congreso sumiso y a unos alcaldes imbéciles (sin báculo) que se prestan para su
juegos mezquinos.
A los
primeros, diputados cómplices del desastre que queda en Veracruz, los está
manipulando para que en esta Legislatura que fenece nombren al fiscal
anticorrupción, para así tener a alguien que les cubra la retirada. Esos mismos
diputados también se complicaron en otro acto de mezquindad gubernamental. Y es
que Duarte no piensa dejar nada al próximo gobernador, ni siquiera el
transporte aéreo que él ocupaba, y que no le pertenece, porque se pagó con el
dinero de los veracruzanos. Duarte, haciéndose pasar por generoso, “regaló” a
la Fiscalía, cuyo titular es su cómplice también, las dos aeronaves que estuvo
utilizando, incluso de manera personal. Pero en ese acto de fingida generosidad
está un acto mezquino; si por Duarte Fuera se llevaría cada bloque de Palacio
de Gobierno a su casa, para que Miguel Ángel Yunes no tuviera edificio desde
donde gobernar.
Asimismo
el gobernador se ha reunido con una runfla de alcaldes que en su imbecilidad no
acaban de comprender que Duarte de Ochoa sólo tiene ruindad para compartir. Ya
los echó a andar para que a la manera de la CONAGO (Consejo Nacional de
Gobernadores) en los tiempos de Fox y de Calderón, formaran un grupo de
resistencia en contra del próximo gobernador; qué frentazo se van a llevar
muchos de esos alcaldes.
Falto
de generosidad y nobleza de espíritu, así se está comportando Javier Duarte,
quien como el gran solitario de Palacio busca seguir gobernando desde un trono
que ya le queda grande, desde una posición donde ya nadie lo ve, desde su
propia mezquindad, que es consecuencia de su gran codicia.
Armando Ortiz aortiz52@hotmail.com
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