Línea Caliente
Por Edgar
Hernández*
¡Desesperados
esfuerzos de Duarte por evitar la cárcel!
Los dos gobernadores de Veracruz
están en carrera loca en la disputa por el poder.
Uno, Javier Duarte, porque ya se va y
hace denodados esfuerzos de última hora por blindarse para evadir
responsabilidad penal alguna. El otro, Miguel Ángel Yunes Linares, gobernador
electo, empeñado en cumplir con su compromiso ciudadano de llevar a prisión a
quien empujó a Veracruz a un quebranto superior a los 50 mil millones de pesos.
Mientras en el centro, a la sordina y
desde los mismos Pinos abren paso para que se ventilen todas las transas
sexenales del mandatario saliente y en paralelo buscando hacer buena la
sentencia que le endilgó a Duarte el secretario Gobernación, Miguel Ángel
Osorio Chong del “¡Si pierdes la elección te metemos a la cárcel!”.
Así, en este juego de poder el reto
de la federación es llevar primero ante un juez al gobernador una vez que pida
licencia antes del primero de diciembre, por supuesto.
Es decir, de lo que se trata es
ganarle la partida a Miguel.
Se trata en realidad de evitar un
desmesurado posicionamiento del PAN rumbo al 2018 luego que Yunes Linares cumpla
su inevitable propósito de enviar a la cárcel a los saqueadores del erario
público encabezados por Javier Duarte.
La idea pues, es fortalecer a Enrique
Peña Nieto y no dejar que el PAN se auto engorde el caldo en su lucha contra la
corrupción.
De ahí las primeras señales de la
federación:
Dejar que el SAT actúe apoyado en los
ilícitos del gobierno del estado a través de las empresas fantasma, contra el
señor Duarte. Luego, dar paso y hacer pública la información bancaria de los
depósitos ilícitos y congelar las cuentas de al menos 23 funcionarios
duartistas metidos hasta el cuello en transacciones bajo sospecha y abrir de
par en par las puertas de la Auditoria Superior de la Federación para que
investigue –que ya lo hizo- el uso y destino de al menos 35 mil millones de
pesos que no aparecen.
El siguiente paso será la solicitud
de licencia de Duarte.
Esa es la explicación al desprecio
presidencial este miércoles al cancelar Peña Nieto su visita a Veracruz con
motivo de la inauguración de una planta de etileno en Nanchital en donde
de pura casualidad –como si en política existieran las casualidades- llegó solo
uno de los dos gobernadores, Miguel Angel Yunes Linares.
En el evento se vieron muy acuaches
Miguel y el director de Pemex, José Antonio González Anaya, quien respalda el
anuncio del primero en torno a que la “industria petrolera será el motor de la
economía”.
Ahí muy abrazados también Miguel y
Pedro Joaquín Coldewell, Secretario de Energía y uno de los hombres más
cercanos a Peña Nieto.
No llegó Duarte.
Las malas lenguas y sus malqueriente
dicen que no tuvo helicóptero en que moverse a Nanchital, pobre.
Duarte habrá de pagar caro el apoyo a
Morena, la desobediencia y el engaño al presidente el día de la elección, el
llevar a la derrota a Héctor Yunes Landa y enfrascarse –metiendo a Veracruz en
medio- en una sorda e innecesaria lucha contra los Yunes.
Y aun cuando Fidel Herrera se lavó
las manos y huyó, la espada de la justicia habrá de seguirlo hasta Barcelona.
Todo es cuestión de tiempo.
Mientras del lado Duartista, la
desesperación total.
En jugada de última hora y fuera de
toda ortodoxia mueve piezas sin ton ni son. Se hunde más al imponer como Fiscal
Anticorrupción a un corrupto, Francisco Portilla Bonilla y a otro de su misma
calaña, Gabriel Deantes, como patrón del IVAI, señalado de enriquecimiento
ilícito y principal mapache electoral del sexenio.
Duarte no dispone de más piezas.
Ningún honesto, como el doctor y
acreditado jurista Francisco Berlín Valenzuela, a quien primero le ofreció ser
el responsable jurídico de su oficina y luego –anteayer- Fiscal Anticorrupción
“¡que se agarre a otro pendejo!”, se le quiere acercar… menos aceptarle
compromiso alguno.
Todo lo que toca Duarte lo transforma
en algo sucio, maloliente.
Más de cien nombramientos en su
record sexenal. Enroques y reposicionamientos son sus prendas. Alberto Silva a
más tardar el 15 de septiembre se zafa y a Nemi al menos en ocho ocasiones le
ha presentado la renuncia.
Los del señor Duarte, son paletazos
de ahogado de quien en el tic, tac… observa que el tiempo se le acaba. De quien
abandonó la dieta y operaciones gástricas que le costaron 30 kilogramos de peso
realizadas en mal momento ya que ahora, en automático y producto de la presión
política nomás no prueba bocado, mientras en su casa lloran que lloran.
Tony Macías, suegro del enflaquecido
gobernador incómodo dice no temer a Miguel, en su fuero interno sabe, sin
embargo, que cuando se tiene el poder todo se puede… hasta lo ilegal. Macías ya
pisó la cárcel una vez –por ahí andan circulando las fotografías donde se le ve
tras las rejas con larga barba y bigote negros, así que él sabe lo que es ser carne
de presidio.
Hoy la historia de “Los ricos también
lloran” dejó de ser novela.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de
Periodismo
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