Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno
Han llegado a su fin las campañas más sucias de
las que se tenga registro en la historia del estado de Veracruz.
La posibilidad real de un cambio de partido en
el poder, de una alternancia -hablar de una transición sería demasiado
ingenuo-, abrió la puerta a las peores prácticas, a la más deleznable falta de
civilidad y de respeto por los ciudadanos.
Veracruz se inundó de la porquería lanzada
desde todos los frentes en disputa, ante la mirada impávida de órganos
electorales desde ahora derrotados, sin credibilidad ni autoridad moral ni
política alguna, que se limitaron a dejar hacer y dejar pasar.
Lo que nos espera el 5 de junio está lejos de
ser una fiesta democrática. Desde ahora, el régimen se desvive por crear un
ambiente de temor, de violencia cada vez más visible, más cercana. El
duartismo-fidelismo amenaza, transa, compra y agrede, aterrorizado ante un
eventual llamado a rendir cuentas si es echado del poder.
Por ello no escatima medios para buscar
arrebatar lo que probablemente no logre conseguir por la buena en las urnas. La
sombra de un fraude operado a través de la maquinaria política del régimen, de
la llamada “estructura”, se cierne sobre unos comicios sostenidos con alfileres.
Para muestra, la evidencia que nos hizo llegar
un lector de la Rúbrica. Fotografías de paquetería electoral violada, con
sellos rotos y el material electoral -actas de escrutinio de la elección de
gobernador- sustraído.
Las actas de escrutinio son, ni más ni menos,
que los documentos sobre los que se basan los resultados de toda la elección.
El material oficial para proveer de datos a los conteos rápidos, al Programa de
Resultados Electorales Preliminares y para realizar el cómputo final. Son tanto
o más importantes que las propias boletas en las que se registra el voto de los
ciudadanos.
El Organismo Público Local Electoral del estado
está obligado a ofrecer una explicación sobre este hecho, pues ese material
debería estar resguardado, bajo llave, en los consejos distritales del
instituto.
La sola posibilidad de que actas de escrutinio
pudieran haber sido robadas pone en serio entredicho a la elección en su
conjunto, pues el uso que se le dé a esta documentación sería, desde ahora,
fraudulento.
De ninguna manera es aventurado pensar que el
gobierno de Javier Duarte pretende cometer un fraude descomunal para salvar el
pellejo y que, haciendo gala de torpeza, haya dejado en la calle el rastro de
su felonía.
Aquí la pregunta es si Veracruz lo va a
soportar.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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