Manuel del Angel Rocha
Las sonrisas cínicas de
tres operadores políticos de primer nivel de Javier Duarte, que orondos
departían saludos entre las curules de la nueva LXIV Legislatura local, solo
nos muestra el grado de confianza que existe entre estos representantes
del PRI y sus partidos satelites, y las demás fuerzas políticas, porque a pesar
de existir demandas judiciales y señalamientos por actos de corrupción,
los ahora diputados, locos de contentos, se congratulaban con
sus homólogos, sin que sus ayeres les pesaran nada. Vicente Benítez, Juan
Manuel del Castillo, y Gerardo Buganza, personeros del prófugo ex gobernador,
al parecer han sido perdonados por los pactos de las fuerzas invisibles
de esta política perversa, que se empecina en reproducir y multiplicar la nefanda
impunidad, tan dañina para el pueblo de México y Veracruz.
Los
intereses partidistas a la hora de la negociación, están por encima de una
voluntad ciudadana que sentenció al patíbulo a los saqueadores, pero hoy
estos diputados locales, participes de la debacle, son los primeros en gozar de
la omisión de la ley. Porque al parecer ya tampoco es prioridad
que Duarte este en la cárcel. Lo fue durante el tiempo de campaña, hoy la
responsabilidad es de la PGR, porque tampoco fue tema entre Miguel Angel
Yunes y Enrique Peña Nieto, a decir del primero. Bueno,
hasta Flavino y Gómez Pelegrin se sentaron nada animosamente con los alcaldes
insurrectos (en peticiones justas de reparación del daño), para
hacer prevalecer la democracia y la “inestabilidad republicana”, ya
desgastadas y sin visos de respuestas, porque al parecer los intereses de
los pactistas, se le treparon a la justicia.
En un
escenario inédito, donde se suponía que las declaraciones de los Coordinadores
de las fracciones de las principales fuerzas políticas serian reales, acabaron
siendo basura. La chapucera preeminencia de los intereses, se impuso a la
lógica de los votos emitidos el 5 de junio. Aquella posición de que nos
sentaremos a dialogar para hacer prevalecer lo que convenga a los ciudadanos,
fue pólvora mojada, que de paso, también avaló lo más rancio de la política; la
herencia pútrida de Duarte y Fidel Herrera, en las personas de Buganza,
Benítez y del Castillo. Estos son los diputados locales, pero y de los cinco
diputados federales responsables del quebranto financiero del estado, ¿quién
los toca?; Erik Lagos, Jorge Carballo, Tarek Abdala, Adolfo Mota y Alberto
Silva Ramos, nadan de muertito, sin prisa, sabedores que los intereses
superiores del mayoríteo en las votaciones del Congreso Federal, son “más
importantes” que la desgracia de los veracruzanos.
Así lo
sentencio José Antonio Meade, titula de la SHCP, que los veracruzanos se
rasquen con sus uñas, total, el prófugo es de ellos, nosotros, los miraremos
desde la barrera para verificar si son disciplinados con su ejercicio
presupuestal. Este personaje proyecta de manera natural la simbiosis
política. Su imagen bicolor, es el fiel reflejo del mimetismo partidista que
porta públicamente su esencia al pactismo, como forma casi
biológica para seguir manteniendo sus intereses de grupo económico y
político, por encima de cualquier calamidad natural o social. Veracruz en
su naufragio, solo vale la pena otro acuerdo; Que la PGR mete a la cárcel a
Duarte, estudiar la posibilidad de un rescate financiero, pero de los demás
responsables del saqueo, nada, ni uno más. Javier Duarte es el ladrón
solitario, sin cómplices, ni protectores, ni compadres, ni suegros, ni cuñadas,
ni prestanombres, ni secretarios, sub secretarios, ni coordinadores, ni
diputados federales, ni locales, ni nada.
En
la lectura del primer día de trabajo de la recién instalada LXIV
Legislatura local, se lee solo impunidad para los señalados de la
prevaricación. Y sobre el mismo compás, los diputados Morenos abandonaron
la sesión para protestar ante la insolencia a los resultados
electorales de junio, que los coloca como segunda fuerza a nivel estatal,
con derecho de formar parte de la Mesa Directiva, pero sin reciprocidad
de las otras fuerzas políticas. Esta osadía solo es muestra que los
pactos son reales, y pasan por encima de una realidad social y política
pulverizada, que esta urgida de mensajes a la mesura, a la recomposición
política, como una forma superior de armonizar la tranquilidad de los
veracruzanos. Los arreglos políticos son una práctica que la
Junta de Coordinación Política del Congreso tendrá urgentemente que
poner a funcionar. Los veracruzanos padecimos no solo a Javier
Duarte, sino también a un Congreso cómplice, corresponsable del daño
hecho a la sociedad, es por ello que alguien de la LXIV Legislatura,
con altura de miras, deba ponerse las pilas y rectifique la pifia mayúscula de
la toma de posesión. Pero también nada más sensato para el gobierno que
entrará a partir del primero de diciembre, reconozca la segunda
fuerza, que bien representada, legitime las acciones a emprender,
de lo contrario estamos por reproducir esta triste historia que hoy estamos
padeciendo. Basta de pactos que privilegien a unos cuantos, que además,
exacerban la rijosidad social, porque sobre la tumba del
incipiente cadáver y sus sepultureros, la sociedad, sin prisa, pero sin pausa,
no tendrá sosiego en recordarles sus connivencias.
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